«Iglesias, Rivera y Casado han terminado haciendo lo mismo, pero peor: son meros aprendices de Sánchez. Es la ventaja que tiene Sánchez sobre ellos: entre todos los Sánchez, es ‘el’ Sánchez»
«Sánchez es tan fatuo que cree que los demás le deben su apoyo por el simple hecho de estar en La Moncloa. De modo que la única salida es la vuelta a las urnas»
«Nos dirigimos a elecciones –salvo sorpresas mayúsculas– ante la incapacidad de las élites de asumir su deber»
«Me parece que la dirección que Pablo Casado marca es la correcta: a falta de ideas nuevas, nuestros políticos tienen pilosidades nuevas que explorar»
«De Ciudadanos ya no se puede decir que sea un partido primordialmente anti-nacionalista ni regenerador: Ciudadanos es, ante todo, anti-sanchista»
El debate de la investidura fallida de Sánchez dejó algunas imágenes que, si no para la posteridad, sirven como entretenimiento semanal de columna
“Mejor la destrucción, el fuego”, como terminaba Cernuda un poema. Sigue latiendo ese impulso. La tentación del cortocircuito. Hay un alivio de fondo en volver a la abstención (¡las manos limpias!), porque el no votar a Ciudadanos no se va a traducir en votar a los demás partidos, que me siguen pareciendo lamentables.
«Llegados a este punto, y ante la incapacidad de Rivera para seguir pilotando la nave, se hace necesario el relevo, que sería baldío si no fuera acompañado de una refundación»
Llegas tarde, querido, para leer los eternos consejos Maquiavelo: “No puedo menos de hablar de la adulación que reina en todas las cortes; vicio sobre el cual los príncipes deben estar siempre alerta, y de que no se verán libres, sino es valiéndose de la prudencia y de mucha habilidad”