Dicen que es la esperanza lo último que se pierde, pero en España será, en cualquier caso, la socialdemocracia. El PSOE va camino de convertirse en el perfecto sustituto a ese ideal tan nuestro de la nación indestructible, la que lleva años destruyéndose a sí misma para resurgir, una y otra vez, de la ceniza. La explicación a este fenómeno la encuentro al cambiar de lente en el análisis de su declive institucional y político. Y partimos de que no es tal. Más bien, al contrario. El PSOE ha diluido su discurso en la nadería ideológica no por declive, sino por éxito. Sus propuestas estás agotadas por el simple hecho de haber triunfado, de haber consumido todas las cartas. Desde el primer artículo de la Constitución hasta las últimas resoluciones del juzgado de lo social. ¿Recortes del Estado social? Una vueltecita por el BOE y, como Tomás, toquemos las llagas de la socialdemocracia en cada una de sus disposiciones. Volveremos a creer.