Socialismo

El PSOE o la pena

El PSOE o la pena

En la vida, uno puede ser objeto de ardorosas pasiones capaces de congregar a las masas o del odio más encendido, que siempre doblega y paraliza al enemigo. Puede caer en gracia, como un cómico bendecido, o puede suscitar antipatías, como un villano de cine. Lo que no se puede es dar pena.

PSOE: nos une el espanto

PSOE: nos une el espanto

El pasado domingo, en dos suplementos económicos de la prensa generalista, leí dos reportajes interesantísimos. Uno sobre cómo han cambiado los hábitos de consumo en el supermercado y qué nos dice eso de los cambios sociales subyacentes; y otro sobre la distinta forma que tiene de relacionarse con la realidad los Millenials en comparación con las generaciones anteriores. Cambio generacional, tecnologías disruptivas, sostenibilidad de las pensiones, precarización del empleo, aumento de la desigualdad, formas nuevas de proteger al trabajador sin por ello perder competitividad y flexibilidad… Las cuestiones, además de apasionantes, son urgentes, fundamentales para entender y cambiar la realidad inmediata.

Borrell y cuenta nueva

Borrell y cuenta nueva

Dicen que es la esperanza lo último que se pierde, pero en España será, en cualquier caso, la socialdemocracia. El PSOE va camino de convertirse en el perfecto sustituto a ese ideal tan nuestro de la nación indestructible, la que lleva años destruyéndose a sí misma para resurgir, una y otra vez, de la ceniza. La explicación a este fenómeno la encuentro al cambiar de lente en el análisis de su declive institucional y político. Y partimos de que no es tal. Más bien, al contrario. El PSOE ha diluido su discurso en la nadería ideológica no por declive, sino por éxito. Sus propuestas estás agotadas  por el simple hecho de haber triunfado, de haber consumido todas las cartas. Desde el primer artículo de la Constitución hasta las últimas resoluciones del juzgado de lo social. ¿Recortes del Estado social? Una vueltecita por el BOE y, como Tomás, toquemos las llagas de la socialdemocracia en cada una de sus disposiciones. Volveremos a creer.

Alsasua en la crisis del PSOE

Alsasua en la crisis del PSOE

Hace unos días, una horda de abertzales propinó una paliza a dos guardias civiles y a sus novias en Alsasua. Los agentes compartían una noche de viernes, junto a sus parejas, en un bar de la localidad navarra. Y aunque iban de paisano, alguien los reconoció e identificó como miembros del cuerpo de seguridad. Hicieron falta 50 valientes para mandar a los cuatro al hospital.

Prieto, Pedro

Prieto, Pedro

Este es el relato. Había una vez un país cuyo partido socialista se llamaba PSOE y era uno de los más antiguos en su escenario político. También de los más importantes. Importante porque obtenía miles y miles de votos (aunque últimamente renqueaba un tanto), importante (quizá aún más) porque sus fieles habían penetrado en varias capas de la sociedad y usaban allí de poder e influencia. Ahora bien, este partido tenía un problema: era para todos claro que él solito no sería capaz (al menos en los próximos años, probablemente en los próximos lustros, quién sabe si en las próximas décadas) de derrotar electoralmente a los partidos situados a su derecha. Su número de votos apenas superaba el 20 %. A militantes y dirigentes del PSOE les costaba entenderlo: ¿por qué no se les echaba esta esquiva España en sus acogedores brazos?, ¿no eran ellos, a la postre, los que tenían las mejores ideas para ella? (Aunque, a fuer de sinceros, reconozcamos que a muchos de ellos les costaría especificar exactamente cuáles eran tales ideas).

Lo tiene merecido

Lo tiene merecido

El PSOE se estrenó en el Parlamento con estas palabras de Pablo Iglesias, quien fue su fundador, dirigidas a Antonio Maura: “Hemos llegado al extremo de considerar que antes que SS suba al poder debemos llegar hasta el atentado personal”. Maura estaba ya en el poder, pero nadie osó acusar nunca a Pablo Iglesias de ser un hombre especialmente brillante. Por cierto, que quince días más tarde, el 22 de julio de 1910, el socialista Manuel Posa Roca disparó a Maura, y le hirió en un brazo y una pierna.

La delirante guerra civil del PSOE

La delirante guerra civil del PSOE

La guerra civil que vive el PSOE es delirante, nefasta para sus intereses y mala para España. Más les vale a todos que no haya elecciones en diciembre porque pueden seguir los pasos de sus homólogos griegos e italianos, o sea, la liquidación por derribo consecuencia de su mala cabeza. A ver cómo termina la refiriega. Pero sería malo para todos que este partido centenario desapareciera, porque es necesaria una formación socialdemócrata y porque de morir ocuparía su papel en la izquierda Podemos, con su populismo y su totalitarismo en vena.

Sánchez: expectativas e incentivos

Sánchez: expectativas e incentivos

Vivimos descontando expectativas. Sabemos que los incentivos son imprescindibles en la motivación de las personas, que hay incentivos favorables y también los hay perversos. Son incontables los análisis que explican crisis causadas no tanto por malas condiciones objetivas como por el desplome de mejores expectativas. Y, a la inversa, es bien conocida la felicidad que causa saber que un mal es menor al que se daba por seguro. Si esto es tan obvio, y lo es, ¿por qué no aplicamos este sencillo análisis de expectativas e incentivos al personaje más escrutado hoy en España? Sí, me refiero al ciudadano don Pedro Sánchez y a sus posibilidades de actuación en el Comité Federal que él mismo ha convocado el próximo 1 de octubre.

El vértigo de Caracas

El vértigo de Caracas

Caracas es una ciudad que puede dar vértigo, no sólo por la altura de sus edificaciones, sino por lo frenético de la dinámica de la vida cotidiana, y sobre todo por la histeria colectiva que genera el ver como cada quien trata de llegarle a su pedazo de renta petrolera.

Nueva tendencia en Cuba: fotos con trajes y blusas digitales

Nueva tendencia en Cuba: fotos con trajes y blusas digitales

En la isla de Cuba, miles de personas adornan sus documentos de identidad con fotos en las que visten trajes y blusas elegantes que jamás se han puesto. Cada foto, imperceptiblemente alterada, es reveladora de la destreza de sus habitantes para inventarse soluciones técnicas caseras a los problemas de una isla acosada por los problemas económicos. “Nos dimos cuenta que a la gente le gustaba más el tema de trajes digitales”, dijo. “Teníamos tres combinaciones para poner y otros diez digitales”, ha revelado Lian Marrero, un electricista de 27 años que regenta un estudio en un cuarto de la vivienda. El artista ha agregado que aunque la demanda de fotos alteradas ha disminuido a medida que más oficinas cubanas adquieren los equipos para tomar fotos, muchos consulados aún requieren que los solicitantes de visas traigan sus propios retratos, por lo que el negocio sigue floreciendo.

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