Javier Bardem: «En España excusamos las barbaridades en nombre del carisma»
El actor da vida a un empresario con maneras de cacique en la comedia que representa a España en los Óscar, ‘El buen patrón’
En la carrera de Javier Bardem (Las Palmas de Gran Canaria, 1969), su caracterización con peinados estrambóticos suele estar ligada a villanos indelebles. Tal es el caso de su ciberterrorista en Skyfall (Sam Mendes, 2012), donde daba la réplica a 007 de un rubio oxigenado; su monje vinculado a la Inquisición en Los fantasmas de Goya (Milos Forman, 2006), de un escalonado más propio de la kale borroka que del clero; o el corte de tazón del psicópata en No es país para viejos (Ethan y Joel Cohen, 2007) que le procuró el Óscar al mejor actor secundario. En su nueva película vuelve a servirse del recurso capilar para bordar a un personaje vil, pero cautivador esta vez. Pertrechado de una melena canosa de galán en la cincuentena, el intérprete da vida a un empresario sin escrúpulos en su tercer proyecto bajo las órdenes de Fernando León de Aranoa, El buen patrón.
Su papel es el de Julio Blanco, propietario de una fábrica de balanzas industriales en la periferia industrial de una pequeña ciudad de provincias. La compañía aguarda la visita inminente de una comisión que decidirá la concesión de un premio del gobierno provincial a la Excelencia Empresarial. La protesta de un trabajador, la tensión sexual con una empleada y la mala prensa se presentan como obstáculos.
«Mi personaje tiene que ver con el festejo del carisma en nuestra sociedad. Fíjate la de barbaridades que se hacen sin castigo, porque excusamos al que es ingenioso y divertido. Desde Jesús Gil hasta el rey emérito. Por eso era importante que Blanco fuese querible, un tipo con el que disfrutes, del que digas, es un cabrón, pero me tomaría un jamoncito con él. Es ese tipo atractivo al que perdonamos porque tiene gracia, pero hay que pararlo, porque nos está atropellando», advertía el actor en el pasado Festival de San Sebastián, donde la comedia participaba a concurso 19 años después de que Los lunes al sol (2002) se alzará con la Concha de Oro.
Las intrigas de los Óscar
En esta ocasión, la dupla creativa no se alzó con premio alguno, pero la Academia ha seleccionado El buen patrón como candidata española para los próximos Óscar. Como el jefe con maneras de cacique al que interpreta, Bardem sabe lo que es la contienda por un galardón. A la película que le procuró el Óscar, se suman las nominaciones a mejor actor por sus roles en Antes que anochezca (Julian Schnabel, 2000) y Biutiful (Alejandro González Iñarritu, 2010). Asegura que las promociones para recolectar votos en Hollywood le resultan «muy incómodas», porque se asemejan a campañas políticas.
«La primera vez la viví como una novedad: me llevaban de un sitio para otro y estaba con los ojos como platos. Luego ya empecé a poner mis límites, porque voy a presentar una película porque estoy orgulloso de mi trabajo, no para competir ni quitarle el voto a nadie», asegura.
En El buen patrón sí se da ese todo vale. Aranoa nos muestra la trastienda, las situaciones de abuso y violación de derechos que se esconden tras el traje impoluto.
La película es el reverso de Los lunes al sol, un drama que se inspiraba tanto en el despido masivo de trabajadores tras la reconversión industrial en Vigo como en la lucha obrera vivida en los astilleros Naval Gijón. Los protagonistas del largometraje de 2002 estaban basados en los dirigentes de la Corriente Sindical de Izquierda Cándido González Carnero y Juan Manuel Martínez Morala.
Para esta ocasión, en cambio, el personaje no se vincula a militancia política ni ámbito profesional alguno.
Casado con todos
«Cuando leí el guion, me venían a la mente personas de todo tipo, desde gente que está en un club de fútbol hasta presidentes de mesas en ayuntamientos y propietarios de bar. Blanco se casa con el partido que esté gobernando en ese momento, ya sea Podemos o VOX. Está por encima de eso, lo que quiere es su cuota de poder y su excelencia, que se le respete y se le prime más allá de ideologías», explica Bardem.
La propuesta es divertida, pero profundamente pesimista. A diferencia de Los lunes al sol, El buen patrón muestra un mercado laboral cada vez más cruel, desprotegido e individualista. El actor achaca la falta de cohesión entre los trabajadores, en gran medida, a la exposición mediática en redes sociales, donde la disidencia resulta más fácil de detectar y, por tanto, reprimir.
«Hay menos frente social porque hay más castigo. No sólo es más fácil reconocer quién ha dicho qué, sino que detrás de ti hay 500 personas que lo van a hacer más barato. Con eso juega el mercado laboral y con eso tragan los de siempre. Hacen falta más Santas y menos Julios Blanco. Hace falta gente que ponga la cara para que se la partan en nombre de algo común».