Mujeres reales e imaginarias con mucho que decir
Más que otra serie de libros del 2018, esta es una oportunidad más de reunir a una serie de mujeres maravillosas, reales e imaginarias, escritoras y lectoras, y recordarnos que nos queremos y que tenemos mucho que decirnos.
En el primer texto de su Monstruas y Centauras, Marta Sanz al relatar su experiencia en la marcha feminista del 8M destacaba con firme satisfacción que ese tipo de acciones «sirven para unir mujeres -reales, imaginarias- que se quieren y tienen mucho que decirse». Subrayé (mentalmente) la frase porque aunque fui a la marcha sola así fue justamente como me sentí. Acompañada por todas esas mujeres que estaban ahí, por sus pancartas, por sus cantos, por su energía, y sobre todo por esa otra gran cantidad de mujeres importantes que son parte fundamental de mi vida y que de alguna u otra manera me habían llevado hasta ahí.
Por eso la lista de libros que propongo sea una lista de libros de mujeres, recomendados por mujeres. La lista obviamente es para todos—the more, the merrier», como dicen por ahí—pero sobre todo es una oportunidad más de reunir a una serie de mujeres maravillosas, reales e imaginarias, escritoras y lectoras, y recordarnos que nos queremos y que tenemos mucho que decirnos.
Así de simple. Espero que os guste.
Cara de pan de Sara Mesa
(Anagrama, 2018)
Yo recomiendo «Cara de pan» de Sara Mesa, porque refleja con un estilo, violento y sensorial como el de los cuentos de hadas, las relaciones de poder que marcan los afectos. Las relaciones de poder que también se establecen entre los débiles, entre el lobo y Caperucita, entre las adolescentes con cara de pan que hacen novillos en un parque y los hombres mayores, extraños, no necesariamente peligrosos, que las descubren al fondo de un seto…
Recomendado por Marta Sanz, autora de Monstruas y Centauras (Anagrama, 2018).
El nervio óptico de María Gainza
(Anagrama, 2018)
El nervio óptico, de Maria Gainza. Me gustó mucho cómo está construido, con una mezcla de materiales autobiográficos, narración, ensayo… todo muy bien fundido, con inteligencia, elegancia y sensibilidad. Un libro bellísimo.
Recomendado por Sara Mesa, autora de Cara de Pan (Anagrama, 2018).
Una noche en el paraíso de Lucia Berlin
(Alfaguara, 2018)
Fue el (re) descubrimiento literario del año 2015: Lucia Berlin (1936-2004), una escritora norteamericana silenciada y apartada por el mundo literario y que con su Manual para mujeres de la limpieza (Alfaguara) deslumbró a lectores, editores y críticos. Lo hizo con el brillo seco de las cosas que permanecen ocultas. Berlin ha ‘regresado’ con Una noche en el paraíso (Alfaguara), una colección de 21 relatos inéditos. Estas historias traducidas por Eugenia Vázquez Nacarino tiran del fondo de armario de Berlin, ese magma que imanta: relatos que giran alrededor de lo propio, lo anodino y abismal. Su biografía es, al mismo tiempo, reflejo y laboratorio de los personajes que aparecen en su literatura. Aquejada por el alcoholismo, vivió una etapa de su vida desempeñando trabajos puntuales: señora de la limpieza, enfermera o cuidadora, también como tele operadora. Un universo que supo volcar en sus textos, dotándolos de una mordacidad y belleza a partes iguales.
Recomendado por Karina Sainz Borgo, autora de La hija de la española (Lumen, 2019).
Prestigio de Rachel Cusk
(Libros del asteroide, 2018)
En realidad, no puedo elegir solo uno. Este año ha aparecido Prestigio, el cierre de la trilogía de Rachel Cusk con la que le ha dado la vuelta a la novela autobiográfica como un calcetín. Se ríe de todo y de todos, sobre todo de ella, del ego y de los escritores vanidosos. También de la importancia que se da a la literatura cuando se le busca una grandeza malentendida. Por eso me gusta el final en el que un tipo se agarra el pene para mearse casi al lado de donde ella se está bañando en un agua azulísima. El nuevo volumen de cuentos de Lucia Berlin me ha hecho disfrutar, otra vez, de su escritura viva y fresca, que respira y observa y juega con los puntos de vista. Y espero que estas vacaciones [sic] tenga un rato para leer la primera novela de Ana Llurba, La puerta del cielo.
El bosque profundo de Sofía Rhei y La puerta del cielo de Ana Llurba
(Arista Martínez Ediciones, 2018)
La Navidad me produce tanta aprensión que solo puedo recomendar obras que me han removido hasta los cimientos. En este caso, El Bosque profundo, de Sofía Rhei, y La puerta del cielo, de Ana Llurba, publicadas este año 2018 por la editorial Aristas Martínez. Ambas obras tocan nuestros terrores más atávicos: El Bosque profundo, a través de breves relatos que parecen conjuros y están inspirados en esa cosa tan inconsciente y oscura que respiran los cuentos de hadas; La puerta del cielo es una marcianada genial que mezcla el horror tan carnal de la adolescencia con una secta ovni que tiene incluso su propia liturgia espacial. Narrativa hipnótica escrita con las tripas por dos autoras con un estilo muy especial y extraño.
Recomendados por Beatriz García, autora de El silencio de las sirenas (Salto de página, 2016)
30 maneras de quitarse el sombrero de Elvira Lindo
(Seix Barral, 2018)
Una vez más, Elvira Lindo me envuelve con su forma de mirar. Cuando escribe parece que habla, porque disfruta contando mientras parece que escucha al lector. Ve cosas siempre desde un punto de vista original, personal, empleando los ingredientes narrativos de alguien que escribe muy bien y que además, admira a otros artistas. En su nuevo libro «30 maneras de quitarse el sombrero» retrata o mejor dicho, observa, a 30 mujeres que han tocado su alma de alguna forma, que han agitado su espíritu, que han sido modernas, quitándose en desafío los sombreros y que han practicado con virtuosismo la libertad. Un disfrute de libro.
Recomendado por Lea Vélez, autora de La Olivetti, la espía y el loro (Siléx Ediciones, 2017)
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Y para cuando terminéis con estos, aquí otros libros interesantes que hemos ido reseñando a lo largo del año. Hay de todo: ensayos, novelas, poesía, primeras ediciones en español, reediciones de clásicos necesarios, y más… ¡disfrutad!
Monstruas y centauras, de Marta Sanz, un recorrido crítico por los distintos lenguajes que conforman los feminismos.
Cómo acabar con la escritura de mujeres, irreverente y exhaustivo ensayo de Joanna Russ, publicado en 1983 y por primera vez traducido al español por Barrett y Dos Bigotes, con traducción de Gloria Fortún.
Historia de España contada a las niñas, la primera novela de María Bastarós, una historia de violencia, en clave de género y a la española.
Kentukis, de Samanta Schweblin, una novela coral sobre la conexiones humanas y sus interferencias, el papel de la tecnología en nuestras vidas y nuestra necesidad de ver y ser vistos, pero no juzgados.
La agenda roja, de Sofia Lundberg, el -a veces infravalorado- libro que ha empujado a cientos de jóvenes —y no tan jóvenes— a recordar el valor de la sabiduría, el cariño y el calor de sus abuelos, y a visitarlos con más frecuencia.
Necesitamos nombres nuevos, de Noviolet Bulawayo, novela editada por Salamandra en la que una niña de 10 años cuenta, a través de sus ojos, la situación de su país, Zimbabue.
Algunas formas de amor, de Charlotte Mew, un nombre que estuvo hasta ahora ausente en las secciones de literatura inglesa de nuestras librerías pero a quien Virginia Woolf definió como la “más grande entre los poetas vivos”. Periferia recopila algunos de sus principales relatos de «tema amoroso», a la altura de algunos de los grandes nombres de su tiempo.
Chérie, de Colette, una mujer que rompió todos los moldes. Fue la primera mujer en haber ingresado en la Academia Gouncourt de la que fue presidenta hasta su muerte,y la primera en recibir en Francia un funeral de Estado. Chéri, la novela que ahora recupera Acantilado, es la que le había reportado el aplauso unánime de la crítica.
El sol y sus flores, de Rupi Kaur, la «instapoeta» indio-canadiense más famosa de la actualidad. Sí, hay poetas para las que Instagram es su medio de difusión de cabecera (tiene más de 3 millones de seguidores). Sí, ¡es 2018! ¡Hay de todo! ¡Qué bueno!
Nasty!, de Tiffany Scandal. La ex-Suicide Girl reúne en Nasty!, editado por King Shot Press, testimonios de mujeres de todo el mundo sobre la violencia sexual, la cultura de la violación, los prejuicios raciales o la belleza no normativa. Ellas no se callan.
Las hijas de Antonio López, de Rebeca Khamlichi. Un libro bello y duro en el que Rebeca repasa una infancia marcada por el fanatismo religioso y la violencia. Quien lo abre entra su vida.
La intrusa, de Monika Zgustova. Un relato biográfico sobre Gala Dalí, una mujer compleja que no siempre encajó en el mundo en el que le tocó vivir; una mujer que rompió esquemas para encontrar un lugar propio.
Buscando Mercy Street, de Linda Gray Sexton, un libro de memorias en los que Linda narra la vida salvaje con su madre, la turbulenta Anne Sexton. El libro arranca con este poema titulado ‘Nota de suicidio’: “Me iré ahora sin vejez ni enfermedad, salvaje pero certeramente, conociendo mi mejor camino”.
Nosotras. Historias de mujeres y algo más, de Rosa Montero, ilustrado por María Herreros. Un catálogo de las fascinantes vidas de una serie de mujeres desconocidas en su inmensa mayoría, pero “impresionantes, titánicas”, y entre las que hay de todo: “Titanas que son buenas y malas y de todos los colores, afortunadamente. No tenemos la obligación de ser santas, solo tenemos la obligación de ser libres y de ser enteras lo que nosotras queramos. Hay varias terroríficas, tremendas”.
Riquete, el del copete, de Amélie Nothomb. Una relectura del cuento clásico de Charles Perrault sobre el amor, la exclusión y la capacidad de ver belleza en todas partes, una historia de amor y marginalidad donde ni los príncipes son encantadores, tienen ‘pelazo’ y dentadura perfecta, ni a las princesas les gusta ser más guapas que listas.
Muerte a los normies. Las guerras culturales en Internet que han dado lugar al ascenso de Trump y la alt-right, de Angela Nagle. Libro vigente, urgente y sobre todo muy inteligente que intenta explicar el fenómeno de la alt-right estadounidense, estos jóvenes blancos, varones en su mayoría que utilizan el humor zafio, los memes y la estética millennial para verter toda clase de comentarios racistas y antifeministas, y ciberamenzar en pro de una supuesta libertad de expresión que afirman ya no es baluarte de la izquierda.
Scrolling After Sex, de Leticia Sala. Tras este revelador título -en el que no es difícil verse reflejado- hay un collage de textos de Sala, primero abogada y ahora escritora que cuenta con 19.000 seguidores en Instagram, su red social por excelencia. Un libro experimental, planteado por pantallas que muestra cómo las redes sociales calando en la literatura.
El asesino tímido, de Clara Usón. La barcelonesa narra la historia de Sandra Mozarowski, la joven actriz del destape, fallecida entre interrogantes con 19 años y de la que se dice mantuvo una relación con el rey Juan Carlos I. Y a través de la historia de Sandra, Usón narra también la suya: la de una joven que, como sus compañeros de generación, fue adolescente en la Transición y buscó la libertad, transgredir lo prohibido.
El entusiasmo. Precariedad y trabajo creativo en la era digital, de Remedios Zafra. Después de años de investigación sobre la era digital e Internet, Zafra ha profundizado en temas espinosos como la identidad digital o el ciberfeminismo a lo largo de la primera década del siglo XXI, lo que la ha convertido en una representante crítica del mundo tecnológico y sus implicaciones en el futuro inmediato de la humanidad.
La hermana menor, de Mariana Enríquez. Este libro se adentra en la figura de la poeta y narradora argentina construyendo una biografía coral, a través de múltiples testimonios que dibujan un retrato poliédrico. “El más común de los lugares comunes sobre Silvina Ocampo es considerar que quedó a la sombra, oscurecida, empequeñecida por su hermana Victoria, su marido el escritor Adolfo Bioy Casares y el mejor amigo de su marido, Jorge Luis Borges. Que la opacaron. Pero es posible que la posición de Silvina haya sido más compleja”.
Parentesco, de Octavia Butler. Butler, una de las mejores escritoras de ciencia ficción de todos los tiempos, escribe Parentesco inspirada en la rabia que le producía que otros jóvenes afroamericanos de los 60’ y 70’ minimizasen los horrores de la esclavitud que sufrieron sus ancestros en el viejo sur de Estados Unidos entre los siglos XVIII y XIX, alegando que ellos sí se hubieran rebelado contra los amos que cosificaban a los esclavos y los obligaban a trabajar en las plantaciones algodoneras bajo la amenaza del látigo e incluso castigos mucho peores.
