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Maria Arnal: «Este disco habla de abrazar la vulnerabilidad para ser capaces de transformar»

El viernes pasado el dúo catalán Maria Arnal i Marcel Bagés llenaba el auditorio principal del Parque Enrique Tierno Galván para su concierto dentro de la programación de Tomavistas Extra. ‘Clamor’ es su segundo disco. Un paso adelante en un proyecto singular que combina tradición, programaciones, poética y reflexión. Su música trasciende. Su directo conecta hondo.

Maria Arnal: «Este disco habla de abrazar la vulnerabilidad para ser capaces de transformar»

Alex Rademakers

Cuesta entrar en Clamor (Fina Estampa, 2021), el segundo disco de Maria Arnal i Marcel Bagés, pero una vez que entras, quieres quedarte para aprender de esos recorridos, experimentar esa espiritualidad, conectar con las luces y sombras de nuestra existencia.

Su propuesta me sedujo desde sus inicios, por genuina, por su afán de búsqueda. Quería desvelar los misterios de este nuevo disco y me emplazo para charlar con Maria Arnal. Maria me desprende buena onda. Su discurso es reflexivo y en sus respuestas encontramos sustancia vital.

Le entrevisto en dos tiempos, una entrevista interrumpida pero que mantiene su continuidad. Momento uno, videollamada mediante mientras ella está esperando embarcar en el aeropuerto de Venecia su vuelo de regreso a España. Momento dos, en diferido, para completar mediante notas de voz esa entrevista accidentada e interrumpida pero consistente.

En la Bienal de Venecia ha presentado el jueves pasado una instalación sonora para el pabellón de Cataluña junto al músico de electrónica John Talabot. El proyecto Air/Aria/Aire se ha convertido también en Aria, disco de vinilo editado por Hivern Discs, disponible en las plataformas de streaming.

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Imagen de la presentación de Maria Arnal i Manuel Bagés la primera noche del Festival Tomavistas. | Foto: Adrián YR vía Festival TOmavistas.

Con Clamor, vuestro segundo disco habéis arriesgado más hacia nuevos sonidos, hacia la experimentación con sintes y voces, que hacia una vena más tradicional. Por eso no me ha extrañado el proyecto musical / instalación / disco de Air/Aria/Aire con John Talabot para el Pabellón de Cataluña en la Bienal de Venecia de este año. ¿Es Maria Arnal i Marcel Bagés un proyecto abierto?

Totalmente. Además, cuando empezamos a componer música juntos Marcel ya llevaba 15 años tocando la guitarra. En cambio yo llevaba cuatro o cinco conciertos. Por tanto para mí estos años han sido los primeros de mi carrera. Siempre he querido experimentar mucho y también encontrarme cómoda en un espacio libre en el que pudiera dar ‘volantazos’ si lo necesitaba. En este sentido Marcel es una persona muy curiosa, con muchos talentos musicales. Más allá de ser un buen guitarrista siempre está preparado para aprender. Decidimos tirar hacia aquí porque estas son las sonoridades que escuchamos, y porque no nos apetecía –a mí en particular– hacer de personajes de nosotros mismos: eso me producía mucho terror. Prefiero que mi tradición sea hacer un disco diferente cada vez, que no el mismo una y otra vez.

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Imagen de ‘Clamor’.

Hay un punto de conexión con 45 cerebros y un corazón (Fina Estampa, 2017) que puede ser El cant de la sibil.la que también tiene un punto de conexión histórica, clásica…

Creo que tienen muchas cosas en común. Hay una intención comunicativa compleja. Hay unas letras poéticas que quieren decir cosas que nos emocionen, pero que hablan de nuestro presente. Hay una experimentación, que en aquel momento fue con la guitarra, y aquí es con las cajas de ritmos y con la parte coral. Pero lo coral y lo rítmico son elementos muy tradicionales, porque la sonoridad está hecha de sintes, pero no hay nada más tradicional en la creación de sonidos que la electrónica en nuestro presente. Sé que es un disco muy diferente, y esa era la intención, pero si se escucha queriendo construir puentes con el disco anterior, se pueden encontrar muchos. Digamos que el otro disco tiraba entorno al concepto de exprimir el dueto tradicional de voz y guitarra, pero experimentando con eso. En este se trata de experimentar desde la rítmica y desde la polifonía, desde lo coral de las voces.

Me gustó el trabajo artístico, conceptual  y audiovisual del videoclip de Fiera de mí que fue el avance del disco, ¿quién hizo el videoclip? 

Joan Galo. Un artista queer. Al principio no teníamos dinero para invertir en eso, pero para mí es muy importante invertir en eso, porque al final la canción explica historias. Yo me ocupo un poco más de todo eso: de las letras, del concepto y esas historias, además de la música. También es importante para mí hacerlo al nivel visual y de puesta en escena. Cuando hemos podido ganar más dinero y recursos los hemos dedicado a ello, porque para mí es una pieza fundamental. La música es el valor por ella misma, pero después es la herramienta desde la que se emociona y se explican historias. Esas historias se pueden explicar con música, con palabras, pero también con una iluminación, con un vestuario, con un videoclip eligiendo un director que tiene un discurso hiperqueer en lugar de elegir otro. Estas decisiones están muy cuidadas, y esto también es algo de este proyecto. 

Además de servirse de las imágenes y de las historias que crean las músicas, ¿es Clamor también un sentimiento social?

Clamor es un disco que habla de finales pero también habla de inicios. En ese instante, entre medias, en que todo está acabando y está comenzando al mismo tiempo. Entonces hay muchas voces alrededor. Muchas cosas que no has aprendido y un estado de lucidez muy fuerte, pero también de mucha emoción. Este disco habla sobre la vulnerabilidad, sobre la necesidad de transformarnos, sobre la necesidad de escuchar voces que no hemos sido capaces de escuchar hasta ahora. Es un disco que habla de mutar, de atreverse a ser otra persona, siendo a la vez o al lado de la que ya eres. Por eso es un disco tan plural. Es un disco en que cada canción es casi como una voz, y estas voces juntas hacen este clamor. Pero además un clamor en España, también es una composición de campanas que tocan, repican por un duelo colectivo. Por lo que este clamor que vibra y que resuena, y que está a nuestro alrededor, nos conecta también con la manera que tenemos de pensar los finales desde muchas escalas.

Seguramente El cant de la Sibil.la es la canción tradicional que más claramente habla del final más mainstream que tenemos en nuestra imaginación que es el apocalipsis. Pero quería que este apocalipsis no fuera un Apocalypse Now, sino una revelación, porque apocalipsis en griego significa revelación, significa quitarse el velo. Por tanto, significa esta capacidad de transformarte con lo que te está pasando y aprender. Y cada canción, que son estas voces, te pide un poco que entres dentro de ella, y aprendas a ver el mundo y a sentirlo desde esta mirada diferente a la tuya. Y en esta imaginación de ser otro, de cantar desde otra voz, también imaginar la empatía, y muchas emociones que hoy en día creo que son absolutamente necesarias para encarar los renacimientos que tienen que venir después de estas muertes y de estos finales. En lugar de agarrarnos a certezas que parecen mensajes publicitarios, creo que es más interesante mirar hacia adentro y trabajar estas emociones que nos conectan más profundamente con los otros seres humanos, animales, vegetales o extraterrestres.

Mucha luz frente a las tinieblas en Tras de ti. Es espiritual y también aporta algo que necesitamos. En Jaque hay unas voces que dicen «alza la voz» que no es un mensaje tipo Mr. Wonderful o de coaching

Para mí era muy importante que no se transformase en eso. Las letras por eso no son panfletarias, son más bien poéticas, son letras que quieren emocionar. 

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Foto: Alex Rademakers | Cedida por Maria Arnal.

En la canción Hiperutopia dices en la letra «totes les coses que no… que no sé com explicar… totes les coses que no…» ¿Qué es lo que no sabes explicar? ¿Es lo que sí explica la música?

Es de las últimas canciones del disco. Y por tanto todo lo que propone el disco, aquella necesidad, aquella idea de que podemos escuchar estas voces que hasta ahora no éramos capaces de escuchar. Y nos pide que escuchemos con una escucha muy diferente. No como una canción de pop, ni como una canción en la que la letra vertebra toda la canción. Sino que de golpe comenzamos a sentir esas voces de ballenas, o esas texturas, cada una de las aristas que se generan ahí. Es un tema, una canción que es como un río, superenvolvente. Va antes de Alborada la canción que cierra con una campana, porque Clamor también es una composición de campanas tradicional. Hiperutopía tiene esta tensión de un título muy ambicioso, y a la vez la imposibilidad de explicar. Creo que de todas las voces del disco es la menos racional y la que se funde en este clamor.

En Jaque ese «alza la voz» me recuerda un espíritu muy del 15M, de nostalgia de esos cambios deseados, esperados, que no han llegado, ¿en qué punto conectáis con este sentimiento?

Soy muy positiva de naturaleza. Creo que todo suma. Pensamos que los movimientos sociales y de necesidad de cambio, una vez delegamos estas insatisfacciones en un partido político, ya está todo resuelto. Evidentemente viene una decepción frente a eso. Pero claro, es que la política no es la de los partidos políticos. La política es cómo aprendemos a vivir juntos. Uno de los retos de la política, del futuro más cercano, es cómo cuidamos, y no necesariamente todo aquello que es humano. Cómo cuidamos el aire que respiramos, porque también es necesario para que vivan los árboles y todo lo que no es humano. Y hacer un replanteamiento a escala de especie. 

Esta canción parte de un poema de una poeta norteamericana que se llama Starhawk, un personaje bastante interesante y alternativo. Aquí habla como si fueran nuestras células, o los átomos, o de cualquier forma de vida, en esta escala pequeña.

Los seres humanos son memoria. Hablas del final, de perderse, de huir, ¿hay un cierto homenaje a la memoria?

La memoria era el tema central de 45 cerebros y un corazón. En este creo que lo que se trabaja más es la idea de vulnerabilidad frente a la idea de futuro y de presente. Hay memoria en la parte en la que canto la Sibila, y en la parte que toca esta tradición oral, pero en realidad la memoria no es un tema central en el disco. Lo central es este espacio, este limbo entre muerte y nacimiento. Un momento en el que aparecen todas estas voces. Un momento de oscuridad pero también de lucidez. Y de abrazar la vulnerabilidad para ser capaces de transformar.

Para vosotros, además de la tradición, también es muy importante el presente, lo cotidiano, la electrónica, las herramientas que tenemos hoy en día… ¿la conexión que hay entre tradición y experimentación está más cerca de lo que pensamos?  

Totalmente. Es absurdo pensar que podemos conservar la tradición porque siempre está traicionada por el presente y por nuestra cultura actual. A mí me interesa la tradición que conserva, pero que no sea en un conservadurismo a nivel más social y político. Hace poco estuvimos en Santiago de Compostela y me gustó el órgano de la catedral. Cuando salimos vimos un grupo tradicional de baile y canto que nos gustó mucho. Pero como artista, mi tradición es mutante, es experimentación. El siguiente disco será distinto a estos dos.

Maria Arnal: «Este disco habla de abrazar la vulnerabilidad para ser capaces de transformar»
Foto: Alex Rademakers | Cedida por Maria Arnal.

¿Cómo ha sido la colaboración con John Talabot?

Ha sido un encargo. Nunca había hecho un encargo, y menos para una instalación multicanal con 75 altavoces, con un tono que desborda la idea de canción. Por tanto era más crear ambientes y con una escala más de experiencia sensorial. Ha sido un reto muy grande. Tuve momentos críticos en el proyecto, en los que no sabía por dónde tirar. La ayuda de Talabot fue fundamental para explorar texturas y sonoridades, que en un proyecto pop es más complicado de bordar. Y con Olga Subirós, que ha sido la comisaria, me he sentido cuidada y respetada.

Como nos ha gustado tanto el resultado hemos hecho una edición en vinilo muy limitada, a modo de catálogo de la instalación. Es un proyecto muy interesante en el que trabajan dos investigaciones. Una más desde el mundo de la arquitectura a través de crear mapas que expliquen cuál es el estado de nuestro aire, que es tóxico. Después la investigación más sonora a través de esta instalación multicanal. Creo que es importante que se desborde el espacio expositivo, porque es importante que trascienda esta investigación porque hay días que se ha comprobado que es mejor que vayas con mascarilla que sin, ya que el aire que respiramos es tóxico. Así las políticas que se están haciendo sobre nuestras ciudades se entenderán de una manera diferente. Se tendría que pedir más transporte público y eliminar el coche privado. Llegar a tener conciencia de todo eso. El agua por ejemplo hemos integrado totalmente que nos la vendan y que vayamos a comprarla. En un futuro quizás no muy lejano quizás tengamos que comprar aire respirable porque el aire de las ciudades sea tan tóxico, que no podamos respirarlo. 

Es un proyecto interesante que a mí me ha transformado, en la manera que tengo de entender la ciudad. Además ha sido cantando. Mi instrumento es mi cuerpo, que lo que hace es hacer vibrar el aire. Así que es un tema que me toca.

¿Cómo surgieron las colaboraciones de Kronos Quartet, Morphosis Ensemble y Holly Herndon? Imagino que son piezas que forman una parte importante de Clamor.

Todas parten de ideas locas que tuvimos. Kronos Quartet nos invitaron cuando tocaron en el Festival Grec de 2019. Y cuando nos conocimos nos enamoramos y querían que cantase dos canciones de Pete Seeger que iban a grabar para su próximo disco. Como yo estaba grabando el disco con Marcel Bagés y David Soler, les propuse que tocaran en Clamor y me dijeron que sí. Iban a ser en principio dos canciones pero con la pandemia se quedó en una.

Con Morphosis Ensemble, pues necesitábamos unas cuerdas contemporáneas y potentes en Tras de ti, y Joan Bagés escribió esos arreglos.

Y con Holly Herndon surgió porqué quería hacer un Canto de la Sibila que tuviera tres aires: uno el del drama litúrgico medieval, esta cosa tan contundente; después quería que tuviera el poso más tradicional que añadió María del Mar Bonet con su versión y con los melismas que me recuerdan los cantos tradicionales de Mallorca, que me encantan y me conozco muchos y han formado parte de mi aprendizaje; y por otro lado, que tuviera una producción muy avanzada y pensé en Holly Herndon, y me interesaba mucho el tratamiento de las voces de la inteligencia artificial aplicada al mundo artístico y a la música actual. También nos aportó la idea de sacar a la Sibila de la iglesia y llevarla desde un campo que tuviera cabras, con un río. Estuve grabando un día en medio de un campo cabras en Badalona y en la montaña en Ripoll.

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