Los casos de los que sí logró escurrirse Zaplana
La detención de Eduardo Zaplana no ha debido sorprender en Valencia. De él se decía en los mentideros y en círculos políticos valencianos que andaba detrás de temas irregulares, con maletines de dinero incluidos. Ahora ha sido detenido por presunto blanqueo de dinero irregular obtenido al parece durante su etapa como presidente de la Generalitat Valenciana, entre otros posibles delitos. Algunos ya habrían prescrito.
La detención de Eduardo Zaplana el 22 de mayo de 2018 no debió de sorprender en Valencia. De él se decía en los mentideros y en círculos políticos valencianos que andaba detrás de temas irregulares, con maletines de dinero incluidos. Zaplana lo fue casi todo en política: ministro, portavoz del Grupo Popular en el Congreso, presidente de la Generalitat y senador. Ejemplo de las famosas puertas giratorias, Zaplana entró en prisión estando ya enfermo de leucemia.
Detenido por un presunto pago de comisiones por adjudicaciones del Gobierno de la Comunidad Valenciana en la época en la que él lo presidía (1995-2002) y pillado cuando pretendía repatriar el dinero desviado para su blanqueo, su entrada en prisión incondicional se produjo el 24 de mayo de 2018 por el llamado caso Erial.
Casado con Rosa Barceló, el matrimonio tuvo tres hijo, uno de los cuales falleció en 2011.
Hombre fuerte del PP en la Comunidad Valenciana, donde fue presidente del partido además de presidente de la Generalitat, siempre había logrado escurrirse de los escándalos de corrupción, hasta su vinculación con el caso Lezo.
Su detención supuso el primer zarpazo real de la Justicia a una persona a la que el instinto político permitió desarrollar una imparable carrera a lo largo de 17 años. Comenzó como alcalde de Benidorm en 1991 gracias al voto de una tránsfuga del PSOE. Y además de presidente de la Generalitat valenciana, fue ministro de Trabajo entre 2002 y 2004 y portavoz del PP en el Congreso de los Diputados. Su retirada a la empresa privada se produjo bajo la sombra de la sospecha sobre su gestión pública.
«Tengo la sensación del deber cumplido, de haber dado todo lo que estaba en mi mano, de haber realizado todos los esfuerzos que he podido, de tener la satisfacción de no cosechar ningún fracaso, al menos ningún fracaso relevante», dijo el día que renunció al escaño en el Congreso de los Diputados a finales de abril de 2008.
En materia sanitaria impulsó el «modelo Alzira» para la gestión privada de hospitales públicos, y dentro de sus políticas neoliberales intentó llevar a cabo la privatización de la televisión autonómica, proyecto que finalmente no logró. De su gestión en el Consell siempre presumió de haber conseguido «los mejores indicadores de prosperidad», y de no haber tenido «ningún problema jamás de índole judicial», si bien algunas causas investigadas judicialmente ocurrieron durante sus años como presidente autonómico.
«Me tengo que hacer rico»
Nacido en abril de 1956, a él se le achaca una frase que nunca pronunció pero que le pegaba, la famosa afirmación que se conoció a raíz del caso Naseiro sobre la presunta financiación ilegal del PP: «Estoy en política para forrarme». La suya, su frase real, también conocida en una conversación telefónica pinchada por la Justicia en ese mismo caso de corrupción era esta: «Me tengo que hacer rico porque estoy arruinado, me hace falta mucho para vivir y quiero comprarme un coche».
Otro caso del que se libró, el de Terra Mítica, dejó por el camino a personas muy cercanas al expresidente. O el caso del Instituto Valenciano de la Exportación (IVEX) y el multimillonario pago a Julio Iglesias. El cantante admitió ante un juez dominicano que había cobrado casi 1.000 millones de pesetas por dos contratos firmados con la Generalitat a través del instituto valenciano de exportación. Zaplana aseguró entonces que le había pagado menos de la mitad… Todo quedó en nada, como siempre que la sombra de la sospecha relacionaba al dirigente popular y amigo de Aznar con asuntos turbios.
Tras abandonar la política en 2008, Zaplana entró en Telefónica donde estuvo hasta 2018 cuando la Justicia cayó sobre él. En diciembre de ese año, testificó en la Audiencia Nacional por el caso Bárcenas que él se había limitado a escuchar al expresidente madrileño Ignacio González cuando, en una conversación pinchada en el marco del caso Lezo en el despacho de este último, le contó sus teorías sobre sus problemas judiciales, pero no le dio credibilidad.
Dos meses antes, su nombre apareció también en un informe de la UCO de la Guardia Civil sobre el caso Púnica; los investigadores indicaron que Zaplana pudo cometer un delito de tráfico de influencias en una gestión que hizo para la exacaldesa de Madrid Ana Botella con empresas investigadas en esa causa.
En los últimos años en libertad Zaplana nunca dejó de visitar la Comunidad Valenciana, donde conserva amigos y familia, e incluso acudió a la toma de posesión del socialista Ximo Puig como president de la Generalitat y a varias celebraciones recientes del Día de la Comunitat del 9 de octubre.