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Morir por la tierra, o cómo se silencia el activismo medioambiental

Nunca antes ha sido tan importante defender el medio ambiente, la tierra, y nunca antes esta actividad ha sido tan peligrosa. Sólo en 2017, hubo 197 asesinatos de personas cuyo ‘pecado’ fue defender sus tierras de una especulación desmedida, defender el medio ambiente de proyectos faraónicos con importantes intereses económicos detrás

Morir por la tierra, o cómo se silencia el activismo medioambiental

Nunca antes ha sido tan importante defender el medio ambiente, la tierra, y nunca antes esta actividad ha sido tan peligrosa. Sólo en 2017, hubo 197 asesinatos de personas cuyo ‘pecado’ fue defender sus tierras de una especulación desmedida, defender el medio ambiente de proyectos faraónicos con importantes intereses económicos detrás, y enfrentarse a empresas, pero también a gobiernos que les arrebataron los recursos naturales. Son los activistas medioambientales, cuya acción es silenciada de muy distintas maneras, desde las amenazas hasta el asesinato pasando por detenciones o violaciones.

Olivia Arévalo Lomas es una de las últimas de la larga lista de personas comprometidas con la defensa de la tierra, del medio ambiente, convertidas en enemigos de intereses económicos, cuya vida le fue arrebatada por defender lo que era suyo, la tierra donde ella y su tribu nacieron. Conocida como la sabia Arévalo, fue asesinada en abril de este años de cinco balazos en la comunidad intercultural Victoria Gracia, en la provincia de Coronel Portillo, región de Ucayali en Perú.

Arévalo, de 81 años, enseñaba los conocimientos tradicionales de su raza indígena y era una destacada defensora de los derechos ambientales y culturales de su pueblo Shipibo-Konibo.

Antes que ella hubo otros muchos casos, como Santiago Maldonado, asesinado por la policía argentina cuando participaba en una protesta mapuche para reclamar las tierras vendidas al magnate italiano Luciano Benetton, dueño de 900.000 hectáreas en la Patagonia.

El crimen de Maldonado fue uno de los 197 cometidos en 2017, según han contabilizado Global Witness y The Guardian, unidos en la denuncia de los incesantes crímenes. José Napoleón Tarrillo Astonitas, Datu Victor Danyan, Elisa Badayos, Aulio Isarama Forastero, son algunas de estas personas muertas por defender su tierra.

Unos crímenes que se han seguido cometiendo en 2018. Como el de la citada Arévalo, o el de Luis Alberto Torres Montoya, de 35 años, conocido integrante de la organización Movimiento Ríos Vivos asesinado junto a su hermano en mayo, por oponerse a la construcción del proyecto hidroeléctrico Ituango -o Hidroituango- por los posibles daños ambientales que la obra puede generar en el entorno.

Global Witness lleva desde hace 20 años haciendo campañas contra los conflictos y la corrupción relacionados con los recursos naturales, contra las violaciones de los derechos ambientales y los derechos humanos asociados a estos. «Desde Camboya hasta el Congo, pasando por Sierra Leona y Angola, sacamos a la luz la brutalidad y la injusticia causadas por la lucha para obtener el acceso a los recursos naturales y su control e intentamos que los responsables de esta corrupción y los autores de estos conflictos rindan cuentas», explican sus responsables.

Un trabajo arduo que ha mostrado la cara más cruel de los intereses económicos, que ha puesto de manifiesto que la abundancia de recursos naturales como diamantes, petróleo, madera, minerales y otros, en vez de beneficiar a los ciudadanos «puede fomentar la corrupción, desestabilizar gobiernos y provocar guerras» y crímenes, muchos de ellos impunes.

Con su labor de investigación, Global Witness busca «soluciones a la ‘maldición de los recursos’ para que los ciudadanos puedan beneficiarse equitativamente de la riqueza de su país» y evitar que los defensores de la tierra y el medio ambiente que arriesgan su vida para proteger bosques y ríos, así como a las comunidades locales, sean masacrados.

Muchos de los países más afectados por estos asesinatos se encuentran en Latinoamérica, donde murieron casi tres cuartas partes de los activistas asesinados en todo el mundo sólo en 2014. Además, la tala ilegal desenfrenada pone en peligro los bosques de esta región, donde Global Witness colabora con las organizaciones locales para combatir la consabida corrupción de la industria maderera, explica la organización.

En 2016 se produjeron casi cuatro asesinatos a la semana de activistas medioambientales

En un informe hecho público, Global Witness denuncia que en 2016 se produjeron casi cuatro asesinatos a la semana de activistas medioambientales. «El asesinato es sólo una de las tácticas utilizadas para silenciar a las personas defensoras de la tierra y del medio ambiente, también se incluyen amenazas de muerte, arrestos, agresiones sexuales y ataques legales agresivos», denuncia la organización.

 

El caso de Berta Cáceres

A primeros de marzo de este años, agentes de la Policía de Honduras arrestaron a un destacado ejecutivo de una compañía hidroeléctrica por su presunta relación con el asesinato en 2016 de Berta Cáceres, la activista medioambiental y defensora de la tierra que durante más de una década luchó contra un proyecto de una presa. Acusado de haber ayudado a planificar el asesinato de Cáceres, Roberto David Castillo Mejia, era presidente ejecutivo de la compañía hondureña Desarrollos Energéticos, S. A. que estaba construyendo la presa en el momento en el que Berta Cáceres fue abatida por disparos.

 

Morir por la tierra, o cómo silenciar el activismo medioambiental
Dos años después de su asesinato, familiares y amigos de Berta Cáceres siguen pidiendo justicia | Foto: Fernando Antonio / AP

Cáceres, activista indígena en Honduras, obtuvo el prestigioso Premio Medioambiental Goldman, el máximo reconocimiento mundial para activistas de medio ambiente, y fue cofundadora de COPINH, el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras dedicado a la defensa del medio ambiente en Intibucá y la cultura Lenca. Fue asesinada en su ciudad natal en marzo de 2016 por varios hombres armados que irrumpieron en su casa de La Esperanza, en el oeste de Honduras.

Los países más peligrosos

En sus muchos años de investigación, Global Witness ha elaborado una lista de los países donde la defensa del medio ambiente y de la tierra se han convertido en un riesgo diario para los activistas.

Brasil es el lugar del mundo más mortífero debido a «la despiadada lucha por la riqueza natural del Amazonas», donde es mayor el número de personas asesinadas. Sin embargo, «Honduras es el país más peligroso, considerando el número de asesinatos per cápita durante la última década». Les sigue Nicaragua donde el polémico proyecto de un canal interoceánico amenaza con dividir en al país.

En Colombia, informa Global Witness, «los asesinatos alcanzaron un máximo histórico, pese (o tal vez, debido) al acuerdo de paz firmado entre el gobierno y las FARC. Las áreas que previamente estaban bajo control guerrillero ahora son observadas con codicia por compañías extractivas y paramilitares, mientras que las comunidades desplazadas que regresan son atacadas por recuperar tierras que les fueron robadas durante medio siglo de conflicto».

Fuera de Latinoamérica, Filipinas destaca por los asesinatos en Asia, debido a «una industria minera voraz».

En India también se ha producido un incremento de los asesinatos «en un contexto de políticas de mano dura y represión de las protestas pacíficas y de la acción ciudadana».

Morir por la tierra, o cómo se silencia el activismo medioambiental
Indígenas Munduruku protestan en Brasilia. | Foto: Eraldo Peres / AP

En el caso de África, el riesgo para lo activistas se centra en la defensa de los parques nacionales. «Un gran número de guardas forestales están siendo asesinados, especialmente en la República Democrática del Congo«.

La organización subraya que estos son los casos más llamativos, pero el problema se extiende por todo el planeta. «Los países desarrollados están impulsando otros métodos para reprimir a las y los activistas, especialmente en Estados Unidos, donde la Administración Trump provoca a las personas defensoras del medio ambiente de tal manera que tienen todas las razones para manifestarse».

Y todo esto, en medio de la impunidad, alentada en parte por la falta de decisiones de gobiernos y empresas. Ambos, critica Global Witness, «están tolerando un nivel de impunidad que permite a la gran mayoría de los perpetradores caminar libremente, alentando a potenciales asesinos».

Derechos de los activistas

La organización de Derechos-Ambiente.com es una plataforma que pone a disposición de los defensores del medio ambiente las herramientas necesarias para buscar ayuda y apoyo de organizaciones internacionales, organismos y ONG. Unas «trabajan sobre aspectos específicos de la defensa ambiental, mientras otras se dedican a apoyar a quienes defienden derechos humanos de manera general».

Además, recuerda que para proteger el medio ambiente y los derechos humanos que dependen de él, todas las personas tienen, entre otros, los siguientes derechos:
-Buscar, recibir y compartir información ambiental.
-Participar en la toma de decisiones públicas y ser consultado previamente sobre asuntos ambientales.
-Acceder a recursos legales eficaces por las violaciones a estos derechos.

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