¿Qué reivindicamos las mujeres el 8 de marzo y por qué lo seguimos haciendo?
Todavía resulta necesario explicar qué es lo que reivindicamos las mujeres cuando salimos a la calle cada 8 de marzo, qué es lo que queremos cambiar
Cada año, cuando se acerca el 8 de marzo, las mujeres tenemos que escuchar frases como “pero si ya hay igualdad”, “yo no soy machista ni feminista, yo solo quiero la igualdad” o “¿qué más queréis?”.
Cada año, se cuestiona que exista la violencia de género, la brecha salarial y el techo de cristal, entre otras muchas cosas, y se pone en duda la necesidad de que exista el feminismo y las protestas y manifestaciones contra la desigualdad entre hombres y mujeres.
Por estas y muchas otras afirmaciones, todavía resulta necesario explicar qué es lo que reivindicamos las mujeres cada 8 de marzo, qué es lo que queremos cambiar y, sobre todo, por qué.
La violencia machista
Uno de los principales motivos por los que las mujeres nos movilizamos es la violencia machista.
En los dos primeros meses de 2019, nueve mujeres fueron asesinadas por sus parejas o exparejas. En 2018, fueron 47 mujeres. Desde el año 2003 y hasta febrero de 2019 hay 984 víctimas mortales de violencia de género oficialmente reconocidas, ya que sólo incluye a las asesinadas por varones que, o bien eran sus parejas sentimentales en el momento de la agresión o lo habían sido.
En 2017, el último año del que hay datos recopilados, hubo 29.008 víctimas de violencia de género y 6.909 de violencia doméstica, según los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Esto supone que más de 29.000 mujeres fueron víctimas de violencia por parte de sus parejas o exparejas, es decir, de violencia de género, y más de 6.000 personas sufrieron violencia por parte de alguien con quien vivían, es decir, violencia doméstica. Por todos estos casos, fueron condenadas 32.814 personas. De las víctimas de violencia doméstica, 4.313 fueron mujeres y 2.596 fueron hombres, entre los que se incluyen los menores maltratados por sus padres.
Si se suman ambos tipos de violencia, en 2017 hubo 33.321 mujeres víctimas de violencia machista y doméstica, mientras que solo hubo 2.596 hombres.
Así, estos datos desmontan el discurso de algunos grupos políticos y asociaciones que afirman que la violencia ocurre igual hacia hombres y mujeres. Por eso, las mujeres se movilizan el 8 de marzo, para pedir que se mejoren las leyes y las protejan frente a estas agresiones y para que se eduque a la sociedad en una cultura igualitaria que acabe con la violencia machista.
La violencia sexual
Las agresiones y abusos sexuales son otro de los principales motivos por los que existen movilizaciones como la del 8 de marzo.
En España hay una violación cada cinco horas. En el año 2018 se cometieron 1.702 agresiones sexuales con penetración, casi cinco violaciones por día, según los datos del Ministerio del Interior. En total, se cometieron 13.811 delitos contra la libertad sexual.
En 2017, se reportaron 1.061 casos de agresión sexual, lo que supone que en 2018 hubo un aumento del 22%. Además, los delitos contra la libertad y la indemnidad sexual crecieron también significativamente, pues en 2017 fueron 8.972.
En los últimos años han generado una gran polémica varios casos de agresiones sexuales en grupo, especialmente el de La Manada, por lo que muchas mujeres consideran que son condenas insuficientes para los agresores.
Por eso, las mujeres salimos a la calle para pedir unas condenas más acordes con estos delitos, una mayor atención, y en ocasiones incluso credibilidad, de las víctimas y un sistema que proteja a las mujeres de este tipo de agresiones.
La brecha salarial
En el año 2016, las mujeres en España cobraban alrededor de 6.000 euros menos al año que los hombres, según los datos del sindicato Comisiones Obreras (CCOO). De media, las mujeres cobraron 20.131 euros al año, mientras que la media del salario anual de los hombres asciende a 25.924 euros.
El estudio también refleja que las mujeres sufren una doble discriminación porque, además de cobrar un salario inferior, tienen una mayor presencia en los contratos a tiempo parcial. El 74,6% de las personas contratadas en esta modalidad son mujeres, una situación que CCOO denuncia que en muchas ocasiones es “involuntaria”.
Una semana antes del 8 de marzo de 2019, el Gobierno aprobó un decreto ley que incluía, entre otros aspectos, la obligación para las empresas de más de 50 empleados de crear registros salariales de sus empleados, que podrán consultarlos libremente.
Sin embargo, no existe una regulación concreta destinada a acabar con la brecha salarial, algo que reclamamos las mujeres cada año en las movilizaciones por la igualdad.
La conciliación laboral
Otro de los objetivos de los movimientos feministas es lograr que la conciliación laboral sea posible tanto para los hombres como para las mujeres, y que las tareas del hogar y el cuidado de familiares no recaigan principalmente en las mujeres, algo que todavía sigue ocurriendo.
Las mujeres dedican un total de 63,6 horas semanales al trabajo remunerado, no remunerado y al desplazamiento, 6,9 horas más que los hombres, que dedican a este conjunto de actividades 56,7 horas semanales.
Además, la cantidad de horas que los hombres dedican al trabajo no remunerado no varía dependiendo del tipo de contrato que tengan, es la misma si trabajan a jornada completa o parcial, mientras que las mujeres duplican las horas semanales que dedican al trabajo no remunerado cuando trabajan a jornada parcial, y pasan de 14 horas de media a 30 semanales.
A las horas de más que trabajan las mujeres en el hogar o dedicadas al cuidado de familiares, se suman los sacrificios que a menudo hacen para lograr la conciliación familiar. El 22,3% de las mujeres que tiene un contrato a tiempo parcial lo hace por un motivo de conciliación, mientras que solo el 3% de los hombres alegan esta razón para trabajar en esta modalidad, según un informe de CCOO.
El 25% de las mujeres que ha tenido menos hijos de los que quería lo ha hecho por la dificultad de compaginar el trabajo y el cuidado de los hijos.
Estos datos demuestran que las cargas familiares y del hogar siguen cayendo con mayor peso sobre la mujer, que tiene grandes dificultades para conciliar el trabajo remunerado con estas tareas, lo que a menudo afecta a su carrera laboral.
El techo de cristal
En 2018, solo el 27% de los directivos en las corporaciones españolas eran mujeres y apenas un 22,5% de mujeres eran consejeras de empresas del Ibex-35. Además, el 20% de las compañías del país no había incorporado a ninguna mujer en un cargo de responsabilidad , según el informe Women in Business: ¿cumplir o liderar?, elaborado por Grant Thornton.
Además, es algo muy común que, en industrias en las que la mayoría de profesionales son mujeres, los puestos directivos estén ocupados por hombres. Esto ocurre, por ejemplo, en el periodismo, donde las mujeres representan al 64% del sector, pero solo cuentan con el 27% de los cargos directivos.
Este techo de cristal está estrechamente relacionado con los problemas de conciliación laboral. Debido a la imposibilidad de que esta exista, muchas mujeres se ven obligadas a frenar su carrera laboral para poder atender otras labores que, en muchas ocasiones, los hombres no realizan.
Por estas razones, España ocupa el puesto 112 entre 115 países analizados en cuanto a las oportunidades directivas para mujeres, según el Índice de competitividad por el talento global hecho por Adecco.
Esto demuestra que el techo de cristal sigue siendo un problema de discriminación por el que las mujeres tenemos que luchar cada día y, especialmente, cada 8 de marzo.