Cuando acabe el día Donald Trump puede haber hecho historia. Una vez más. Porque cuando acabe el día el Donald puede estar enfrentando un impeachment (un juicio político, impulsado por el Congreso, para remover a un presidente del cargo). De darse el caso, sería el segundo de su mandato. Y, de darse el caso, sería el primer presidente en enfrentar dos impeachments.
El primero tuvo lugar hace un año. El Partido Demócrata quiso cantarle las cuarenta por, según el argumento de la acusación, chantajear al presidente de Ucrania: el Donald dio a entender en una llamada telefónica que o investigaba las andanzas de Joe Biden y su hijo Hunter en el país o cierta ayuda militar igual no llegaba nunca. Más o menos. Como suele suceder en cualquier juicio político, unos (Partido Demócrata) encontraron en aquella conversación muestras inequívocas de mala praxis presidencial mientras que los otros (Partido Republicano) dijeron que naranjas de la China. Así que la Cámara de Representantes (controlada por el Partido Demócrata) ‘imputó’ a Trump y el Senado (controlado por el Partido Republicano) dio carpetazo al asunto y aquí paz y después gloria.
¿Se repetirá la secuencia? Quién sabe. En esta ocasión el todavía presidente, que dejará de serlo en cualquier caso a partir de la semana que viene, está acusado de incitar a su gente a asaltar el Capitolio. Cosa que hicieron el miércoles pasado. Hay muchos miembros del Partido Republicano mosqueados con Trump por aquello, pero eso no es garantía de nada. En lo que al impeachment se refiere iremos saliendo de dudas en los próximos días.
Frente demócrata
Lo curioso es que tampoco hay unanimidad en el Partido Demócrata. Muchos están por la labor de sacar adelante el impeachment, claro. Pero según ha informado The Washington Post, hay unos cuantos senadores progresistas que temen que, de conseguirlo, Biden se encuentre durante las primeras semanas de su presidencia con mucha tensión en las calles. Porque no hay que olvidar que a Trump le han votado 74 millones de personas, la mayoría de las cuales sigue pensando que le han robado las elecciones.
«Pienso que es muy mala idea porque Biden llega a la presidencia con la promesa de curar el país intentando ser el presidente de todos y algo así nos puede dividir todavía más», ha declarado el senador progresista Joe Manchin III, de Virginia Occidental. Por lo visto, Biden también es de esta opinión. Además, Trump abandonará la Casa Blanca la semana que viene. Sí o sí. Así que qué necesidad, ¿verdad?
The work of the next four years must be the restoration of democracy and the recovery of respect for the rule of law, and the renewal of a politics that’s about solving problems — not stoking the flames of hate and chaos.
— Joe Biden (@JoeBiden) January 11, 2021
Sin embargo, muchos en el Partido Demócrata argumentan que después de lo que ha hecho no se puede ir de rositas. Que el impeachment debe llevarse a cabo por lo que simboliza y porque no vaya a ser que Trump quiera volver a presentarse a las elecciones dentro de cuatro años (si el impeachment sale adelante no podría aunque quisiera).
Frente republicano
El Partido Republicano, como digo, también se encuentra dividido. No obstante, la postura imperante consiste en ponerse de perfil. Ni defender a Trump (quien dice que él no incitó a nada el miércoles pasado) ni hablar del tema, en general. Lo de no tener que pronunciarse es algo que ha facilitado Twitter al suspender de forma indefinida la cuenta del presidente. Si el Donald se expresa menos, menos hay que comentar.
En cualquier caso se esperan curvas porque muchas empresas, y de las más potentes del país, ya han anunciado que no van a donar un céntimo más a aquellos congresistas conservadores que el miércoles, durante el asalto al Capitolio, votaron contra el recuento de votos certificado por el Colegio Electoral en un último intento de revertir el resultado de los comicios. En total fueron alrededor de 140 los congresistas conservadores que participaron en la maniobra. A todo ello hay que sumar las renuncias de altos cargos de la administración actual tras lo sucedido esa tarde.
En definitiva: muchos observadores perciben que tras la marcha del Donald habrá que atender al Partido Republicano que deja tras de sí. Se viene, dicen, guerra civil.
¿Y el vicepresidente qué? Pues Mike Pence no se habla con Trump desde que el miércoles pasado éste le atacara personalmente (por certificar la victoria electoral de Biden) y, en consecuencia, muchos de los que asaltaron el Capitolio le tuviesen en el punto de mira. Afortunadamente, fue evacuado a tiempo. Ahora lo único que quiere, dicen varias fuentes cercanas, es que todo termine. Que llegue el 20 de enero, y a otra cosa.
Hablando del 20 de enero: cuidado. Es la inauguración de Biden y ya se han convocado manifestaciones a lo largo y ancho del país para mostrar rechazo al recién llegado. Se supone que las fuerzas del orden estarán, esta vez sí, al quite. Pero saldrán a pasear unas cuantas armas de fuego y los ánimos están muy pero que muy caldeados.