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Una nueva universidad en EEUU se propone luchar contra la censura 'woke'

Una nueva universidad en EEUU se propone luchar contra la censura ‘woke’

La ciudad de Austin (Texas, Estados Unidos) se ha convertido en el epicentro de la disidencia académica y cultural al autoritarismo de la izquierda posmoderna, también llamada izquierda woke, que invade la mayoría de centros universitarios de Estados Unidos con un discurso fundamentalista a favor del identitarismo racial y de género, y que ha favorecido que se censuren los discursos de quienes no comulgan con esta ideología. Ahora, el ex presidente de la Universidad de St John’s en Annapolis, Pano Kanelos, ha anunciado la creación de la Universidad de Austin, dedicada a «la búsqueda intrépida de la verdad». Científicos de la talla de Steven Pinker o Jonathan Haidt, historiadores como Niall Ferguson, el dramaturgo David Mamet o la escritora Ayaan Hirsi Ali, entre muchos otros, dan su apoyo a este nuevo proyecto que presidirá Kanelos.

En la web de la nueva universidad explican que ya se han «cansado de esperar» que los centros de donde proceden «arreglen» este problema que afecta directamente a la libertad de expresión y al pensamiento crítico. Su plan de estudios, además, será el primero que contará también «con los grandes emprendedores de la sociedad: fundadores de empresas audaces, disidentes que se han enfrentado al autoritarismo, pioneros de la tecnología y las principales figuras de la ingeniería y las ciencias naturales».

Y es que empresas del sector tecnológico como Tesla, de Elon Musk, también abandonaron Silicon Valley, California, con destino a Austin, para salir del clima irrespirable que se vive en algunas de estas urbes dominadas por este autoritarismo progre que considera ofensivo y susceptible de ser vetado cualquier discurso sobre identidad o género que no se ajuste a sus parámetros constructivistas.

La ciudad tejana se ha convertido en un símbolo norteamericano contra el autoritarismo. Se ha creado una comunidad no solo de emprendedores sino también de podcasters como Michael Mallace o Joe Rogan, que fichó por Spotify por 100 millones de dólares. Otro ejemplo que ilustra este espacio de libertad y efervescencia cultural en el que se ha convertido Austin lo demuestra que el cineasta Quentin Tarantino organizara ahí durante una década su propio festival para que se pudieran emitir todas las películas sin sufrir los intentos de censura o campañas de boicot que se suceden en otras partes del país.

En un contexto en el que universidades, plataformas streaming o redes sociales han llegado a prohibir la difusión de algunas obras de arte, como Lo que el viento se llevó, la Universidad de Austin aboga por combatir no solo el revisionismo histórico sino también esta moda que ve el subjetivismo como única fuente de conocimiento y que niega la abstracción y la objetividad: «los alumnos aprenderán a conocer las obras no como tradiciones muertas sino como feroces concursos de importancia intemporal que ayudan a los seres humanos a distinguir entre lo verdadero y lo falso, lo bueno y lo malo, lo bello y lo feo. Los estudiantes llegarán a ver esta investigación abierta como una actividad que dura toda la vida y que les exige una búsqueda valiente, a veces incómoda, de verdades que perduran», explican.

«Búsqueda de la verdad»

En este sentido, el mayor propósito de este nuevo centro es «recuperar la misión de la búsqueda de la verdad». Kanelos, que ha dejado su cargo como presidente del St. John’s College de Annapolis para fundar la Universidad de Austin, alerta de que «la educación superior podría ser la institución más fracturada de todas» en Estados Unidos.

Aquí en España, uno de los autores que ha retratado este fenómeno procedente del otro lado del Atlántico pero que representa, cada vez más, un riesgo para Europa es el periodista Ricardo Dudda. En su libro, La verdad de la tribu: la corrección política y sus enemigos (Editorial Deusto), explica cómo las Universidades en Estados Unidos han vivido un proceso de infantilización creando «safe spaces» (espacios seguros) para que los estudiantes se puedan poner a resguardo si no les gusta lo que oyen. O cómo las disciplinas constructivistas (como la ideología de género o racial) dominan el debate académico sin apenas espacio para la neurociencia o la psicología evolucionista.  

El presidente de la nueva Universidad de Austin también sostiene que se habían creído «que semejante censura sólo era posible en regímenes opresivos de países lejanos. Pero resulta que el miedo puede llegar a ser endémico en una sociedad libre. Puede agudizarse en el único lugar -la universidad- que supuestamente defiende ‘el derecho a pensar lo impensable, a debatir sobre lo innombrable y a cuestionar lo incuestionable'».

Alumnos partidarios de ‘cancelar’

A este respecto, aportan datos de distintos centros, como la Encuesta de Expresión en el Campus 2020 de la Academia Heterodoxa, que refleja cómo el 62% de los estudiantes universitarios afirmaban que «el ambiente de su campus les impedía decir las cosas en las que creían». O cómo, según una encuesta del Instituto Challey para la Innovación Global, «casi el 70% de los estudiantes está a favor de denunciar a los profesores si éstos afirman algo que los estudiantes consideran ofensivo».

La Fundación para los Derechos Individuales en la Educación informa de ««al menos 491 campañas de cancelación de invitaciones desde el año 2000». Y aproximadamente la mitad de éstas tuvieron éxito. En Francia, algunos directores, como Yvan Attal, también se han hecho eco de este fenómeno que empieza a reproducirse en las aulas de su país. En Una razón brillante relata los escollos que tiene que superar un profesor sarcástico y políticamente incorrecto ante la indignación de sus alumnos, que registran con su móviles sus lecciones e intentan que lo echen de la universidad. El filme acaba siendo un alegato a favor de los valores de la Ilustración, como la racionalidad y la responsabilidad individual frente al victimismo colectivista.

Finalmente, los académicos del proyecto de Austin piden «a los que comparten nuestra sensación de que algo fundamental se ha roto» que se unan a su esfuerzo por renovar la educación superior. «Damos la bienvenida a todos los que comparten nuestra misión de perseguir una educación verdaderamente liberadora, y esperamos que otros donantes sigan nuestro ejemplo. Es hora de devolver el significado a esos viejos lemas académicos. Luz. Verdad. Viento de la libertad. Encontrará a los tres en nuestra nueva universidad de Austin», concluyen.

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