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La dieta mediterránea desaparece de la vida de los niños españoles

La dieta mediterránea ya no es una de las virtudes de España. Hace años que los productos frescos, las verduras y las frutas dejaron de ser el eje central de nuestra dieta, y los más jóvenes de la sociedad están sufriendo los efectos de este gran cambio.

La dieta mediterránea desaparece de la vida de los niños españoles

La dieta mediterránea ya no es una de las características más atractivas de España. Hace años que los productos frescos, las verduras y las frutas dejaron de ser el eje central de nuestra dieta, y los más jóvenes de la sociedad están sufriendo los efectos de este gran cambio.

Actualmente, uno de cada tres niños en España padece algún tipo de sobrepeso, según explica la nutricionista Melisa Gómez, especializada en nutrición pediátrica. La culpa de esto es, principalmente, de la gran cantidad de ultraprocesados que consumen los niños a diario.

Ya no hay dieta mediterránea

“No me sorprende que las estadísticas nos pongan a la cola de Europa” en cuanto a obesidad infantil, asegura Gómez, haciendo referencia a los últimos datos publicados por la iniciativa Vigilancia de la Obesidad Infantil de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que muestran que las cifras más altas de obesidad infantil se encuentran en los países del sur de Europa, donde aproximadamente uno de cada cinco niños es obeso.

A pesar de que países como Italia, Grecia y España están considerados como los abanderados de la dieta mediterránea, la realidad es que hace años que dejaron de cumplir con los estándares de una de las dietas más sanas para pasar a sumarse a una alimentación basada en ultraprocesados.

“Es crucial aumentar el consumo de fruta y verduras en los niños y reducir la ingesta de dulces y, en especial, bebidas azucaradas”, explicó en un comunicado el jefe de la Oficina europea para la prevención y control de enfermedades no transmisibles, Joao Breda.

El adiós a la dieta mediterránea, culpable de las cifras de obesidad infantil en España 4
La fruta y la verdura son alimentos en los que se pone poco énfasis en la dieta infantil. | Foto: ja ma/Unsplash

“Muchas familias creen que comen una dieta mediterránea, y cuando miras lo que come una familia, no está haciendo dieta mediterránea, ya que su alimentación se basa en ultraprocesados en lugar de en productos frescos”, explica Gómez. La nutricionista recuerda que la dieta mediterránea se basa en productos frescos como el pescado, la verdura, la fruta y legumbres, entre otros, y lamenta que «no se están consumiendo con la frecuencia que deberían».

“Ahora la dieta de grandes y pequeños en general está llena de ultraprocesados y desde que empieza el día hasta que termina, los niños están tomando bebidas achocolatadas, yogures azucarados, bollería”, explica.

Los desayunos y meriendas

La dieta de los niños en España empieza siendo mala ya en el desayuno. “Empiezan el día con leche con chocolate y galletas, ese es el típico desayuno con el que nos solemos encontrar en la consulta”, explica Gómez. Solo con este desayuno, un niño ha superado el consumo diario de azúcar recomendado por la OMS, añade.

A este tipo de desayuno se suman las comidas a media mañana y las meriendas que los padres preparan para que sus hijos lleven al colegio. A menudo por comodidad o simplemente por contentar a los niños, los padres ofrecen productos como yogures bebibles, paquetes de galletas o incluso gominolas para las meriendas.

El adiós a la dieta mediterránea, culpable de las cifras de obesidad infantil en España 1
Las comidas que los niños hacen a media mañana no suelen ser sanas. | Foto: Nick Ut/AP

El problema, muchas veces, es que los padres están ofreciendo productos que consideran sanos, sin conocer la cantidad de azúcar real que contienen. «Al menos, al ofrecer gominolas, los padres están al tanto de que están ofreciendo azúcares pero existe un problema mayor cuando los padres creen estar ofreciendo un producto que se piensa sano, como los zumos, cuando realmente es un azucarado más», explica Gómez.

Sin embargo, en otras ocasiones, ofrecen este tipo de productos a sus hijos porque saben que no van a poner impedimentos para comérselos. “Una de las cosas que más nos dicen es que les va a gustar, más que las frutas o los vegetales”, dice Gómez, que critica que «tampoco se le da la suficiente importancia a que los aprendan a comer mediante el ejemplo y los incluyan en su dieta».

Por eso, la nutricionista hace especial hincapié en que se ofrezcan frutas y verduras a diario y se aprovechen las meriendas para lograr este objetivo. “El mejor momento que yo tengo en el día para ofrecerle la fruta es en las meriendas, o en la media mañana”, explica, y añade que esto se puede complementar con otros alimentos como los frutos secos, pero remarca que “les tengo que ofrecer siempre fruta”.

Los menús escolares

Otro de los grandes problemas en la dieta de los niños españoles es lo que comen en los colegios. “Los menús escolares son bastante mejorables, a veces dentro de los mismos centros educativos los postres que llevan las comidas son natillas, flanes y demás productos que llevan una cantidad importante de azúcares añadidos”, critica Gómez.

En otros países de Europa, la alimentación de los niños es una prioridad en el colegio, y las verduras, frutas y el resto de productos frescos son el centro de su dieta.

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Las frutas y verduras, en general los productos frescos, deben incluirse más a menudo en los menús escolares. | Foto: Susan Walsh/AP

En España, no solo es necesario mejorar los menús, sino que además a menudo los propios centros escolares ofrecen productos a los alumnos, fuera de la comida, que no son sanos, incluso en aquellos que han implementado cambios en los menús.

Las máquinas de vending, llenas de productos procesados como dulces y bollería, son un claro ejemplo de cómo los colegios tienen todavía mucho trabajo que hacer para mejorar la dieta de sus alumnos. “Nosotros siempre los animamos a que por favor las retiren o, si las van a dejar, intenten ofrecer algo saludable allí, como frutos secos o alguna fruta deshidratada”, dice la nutricionista.

La necesidad de prevenir el problema

Uno de los puntos en los que más se debe incidir si se quiere acabar con la obesidad infantil es la prevención. “Hay muy pocas medidas que se implementen para evitar llegar al problema”, denuncia Gómez, que asegura que el tratamiento posterior es mucho más costoso para la Sanidad pública que la prevención del problema.

“Hay familias que, a pesar de que los hijos tienen sobrepreso, no lo consideran un problema, no son conscientes de que no va a pasar el problema cuando crezcan, va a ir a peor”, explica. Por esta razón, es necesario “cambiar esa concepción de que, aunque el niño tenga tres años, si tiene un problema de sobrepeso u obesidad, hay que empezar a trabajarlo y no esperar a que sea adulto”.

Para esto, es importante alimentar al niño desde los primeros meses con «comida real», para no acostumbrar su paladar al sabor de los productos procesados y que, por tanto, no sea difícil después que coma verduras y frutas.

También es realmente importante la educación que se imparta al niño respecto a su alimentación. “Cuáles son los alimentos de buena calidad, qué alimentos no deberías tener en tu dieta diaria, cómo preparar los alimentos y cómo cocinarlos” son cosas que deberían enseñar en el colegio, opina Gómez. Por ejemplo, es bueno utilizar un huerto escolar como se hace en algunos colegios, para que los niños conozcan la procedencia de los alimentos que comen a diario.

La falta de regulación

A la falta de prevención de la obesidad y el sobrepeso infantil se suma la falta de medidas para regular la industria de la alimentación, lo que afecta a la nutrición infantil, pero también a la de los adultos.

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Los supermercados están llenos de productos procesados, que incluimos en nuestra dieta. | Foto: Igor Ovsyannykov/Unsplash

«Cómo puede ser que haya estrategias de marketing de productos insanos dirigidos a niños que se pongan en marcha en centros de salud, centros educativos u otros lugares de la comunidad sin ningún tipo de control, y que tengamos niños que vuelvan del colegio con chocolate en polvo o madres que salgan de la consulta con cereales azucarados o recomendaciones de comprar una marca específica de productos con azúcares añadidos», denuncia la nutricionista, que considera que “hay intereses económicos de por medio y es muy complicado” regular la alimentación.

“Mientras haya asociaciones científicas que se sigan prestando a avalar este tipo de productos que contribuyen a tener más niños con sobrepeso y obesidad, mal lo tenemos”, añade, haciendo referencia a cómo organismos como la Sociedad Española de Pediatría avalan con su sello productos como galletas o yogures azucarados.

Por tanto, considera que es necesaria una regulación más estricta que no beneficie a las industrias, sino a los ciudadanos e, indirectamente, al sistema sanitario.

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