El vanguardista dispositivo que lucha contra la depresión conectándose con nuestro cerebro
La depresión arrastra a demasiadas personas en todo el mundo. Los datos abruman: en el mundo hay más de 322 millones de personas que la sufren, según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). De ellos, 2,5 millones los encontramos en España, lo que representa a cinco de cada 100 personas. Además, a nivel internacional hay 788.000 suicidios registrados. Está claro que con las soluciones médicas al alcance, si bien ayudan a reducir el impacto de la depresión, no la eliminan por completo. Es por esta razón que los investigadores buscan nuevas fórmulas para erradicarla. La última de ellas se ha basado en la estimulación del nervio vago.
La depresión afecta a demasiadas personas en todo el mundo. Los datos abruman: en el mundo hay más de 322 millones de personas que la sufren, según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). De ellos, 2,5 millones los encontramos en España, lo que representa a cinco de cada 100 personas. Además, a nivel internacional hay 788.000 suicidios registrados. Está claro que con las soluciones médicas al alcance, si bien ayudan a reducir el impacto de la depresión, no la eliminan por completo. Es por esta razón que los investigadores buscan nuevas fórmulas para erradicarla. La última de ellas se ha basado en la estimulación del nervio vago.
La iniciativa partió de la Universidad de Washington con una muestra de casi 600 pacientes, quienes habían tomado incluso cuatro fármacos antidepresivos distintos sin un resultado evidente. Sin embargo, al aplicarles estímulos mediante un pequeño dispositivo–que proporciona corrientes eléctricas muy leves– advirtieron que los pacientes veían el sufrimiento aliviado.
“Muchos pacientes están tomando tres, cuatro o cinco medicamento antidepresivos y apenas salen adelante”, explica Charles R. Conway, profesor de Psiquiatría en la Universidad de Washington, en unas declaraciones recogidas por la revista Futurity. “Pero agregando un estimulador del nervio vago se puede marcar una gran diferencia en la vida de las personas”.
Lo que realizaron los autores de este estudio es comparar la reacción de los pacientes que recibieron un tratamiento habitual –antidepresivos, psicoterapia, etcétera– con los que se sometieron a la aplicación de corrientes. Los que siguieron la segunda opción fueron 328 pacientes, y analizaron la calidad de vida que obtuvieron después en comparación con quienes recibieron únicamente el primer tratamiento. Para medir esa calidad de vida, tuvieron en cuenta hasta 14 categorías, en las que se incluía la salud física, las relaciones personales o el estado de ánimo.
“En aproximadamente 10 de las 14 medidas, a las personas con estimuladores del nervio vago les fue mejor”, reveló Conway. “Hay que decir que para que se considere que una persona ha respondido a una terapia contra la depresión, debe disminuir en un 50% su porcentaje de depresión. Notamos fortuitamente que algunos pacientes con estimuladores se sentían mucho mejor a pesar de solo rebajar ese porcentaje en un 34% o un 40%”.
Esta técnica, que puede parecer disruptiva e innovadora, en realidad puede encontrar su origen en décadas atrás. La estimulación, que se aplica a partir de unos implantes debajo de la piel del cuello o del pecho, se probó primero en enfermos de epilepsia que no respondían positivamente a otras alternativas y en 1997 se permitió su uso en Estados Unidos. Lo que descubrieron los especialistas es que aquellas personas que sufrían epilepsia y depresión, mejoraban su situación en el segundo de los casos tras recibir las corrientes.
Una de las claves del éxito de este tratamiento lo cuenta uno de los participantes en la investigación, Charles Donovan, que relata que su estado de ánimo mejoró, que pasó de no querer hacer nada a sentir más energía. Su experiencia cuenta que la mejora de la capacidad de atención es fundamental en este progreso: “Mejora el estado de alerta, lo que reduce del mismo modo la ansiedad. Y cuando una persona se siente más despierta y enérgica y tiene una mayor capacidad para seguir una rutina diaria, los niveles de ansiedad y depresión se reducen”.