El plan desesperado de Mediaset para evitar filtraciones por parte de sus trabajadores
El grupo de comunicación continúa dibujando la nueva televisión que quiere instaurar y lo hace en forma de vetos y vigilancia a sus trabajadores
Mediaset sigue dando pasos firmes en el profundo lavado de cara que le está dando a su filial española. Desde la nueva cúpula, liderada por Borja Prado y Alessandro Salem, se busca implantar una nueva forma de hacer televisión que está en las antípodas de la esencia que el grupo había tenido hasta la marcha de Paolo Vasile.
A la directiva actual no le va a temblar la mano para reformar todo aquello que consideren penalizador. Vetos y vigilancia extrema son la nota dominante desde esta misma semana, haciendo bueno aquello de que el fin justifica los medios.
La consigna es clara, «salvaguardar la imagen y reputación de la compañía presentarse como una organización seria», esgrimen desde Mediaset. Para garantizársela han recurrido a un estricto código ético que todos los trabajadores deberán respetar.
No hay que olvidar tampoco la prohibición de hablar de unos 13 personajes públicos que durante años han sido líderes de audiencia. En esa lista figuran nombres como: Rocío Carrasco, Fidel Albiac, Antonio David, Rocío Flores, Kiko Rivera, Olga Moreno, Marta Riesco, Gloria Camila, José Fernando, José Ortega Cano, Rosa Benito, Rosario Mohedano y Bárbara Rey.
Control absoluto
Todas estas duras medidas, que parecen tener a Sálvame como destinatario principal, fueron firmadas en un documento, el pasado 30 de enero, que se envió a todos los trabajadores. Posteriormente, el diario El Mundo sacó a la luz algunos de los puntos que contenía la circular. Entre ellas, destacan:
- La prohibición de hablar de asuntos políticos (todo un jaque a Jorge Javier Vázquez), salvo que el programa tenga mesa de debate, como puede ser el caso de El programa de Ana Rosa.
- No se debe atacar o criticar a ningún otro programa de la compañía o a sus presentadores y colaboradores. Una manera de evitar la guerra entre productoras que solo tiene un perdedor: Mediaset.
- Están prohibidos los «abandonos de programa sin causa justificada». De nuevo, un dardo a Sálvame.
- Revelar datos de carácter personal de terceros «que no sean notoriamente públicos». Léase, la Operación Luna.
- Detener «de inmediato cualquier iniciativa de cualquier colaborador o participante del programa que pueda dar lugar a una evidente responsabilidad penal o civil».
A todas estas anteriores se le suman dos nuevos movimientos. Mediaset ha dado orden a presentadores, colaboradores y técnicos de que no pueden filtrar opiniones, documentos o información interna de la empresa, salvo por los departamentos autorizado para ello.
Aún hay más. Se va a vigilar el acceso a Internet, la Intranet, el correo electrónico y otros medios técnicos que ofrece la empresa a los trabajadores ya que son propiedad de la compañía. Por ello, «no está permitido el uso inapropiado de estas herramientas, que estarán sometidas a control».
Aire fresco
Desde Mediaset están convencidos de que estas sorprendentes medidas ayudarán a remontar el vuelo y evitarse juicios y problemas de cualquier índole. Quieren crear nuevos personajes, alejados de los clásicos. En ese sentido, el programa de sobremesa de Telecinco estrenó la semana destapando un supuesto romance entre Diego Armando Maradona y Ana Obregón.
También, el estreno de Supervivientes 2023 se ha entendido desde dentro como el último cartucho de salvación para volver a ser líderes de audiencia. De hecho, Telecinco ha sido superado en espectadores por su ‘hermano pequeño’, Cuatro.
Las cifras que reflejan el bajón de Mediaset
Cabe destacar que, este jueves, se ha conocido que Mediaset España obtuvo un beneficio neto de 178,3 millones de euros en 2022, cifra un 1,5% inferior a la de 2021, tal y como puedes leer en THE OBJECTIVE.
Estas cifras representan un margen sobre ingresos netos del 20,6%, según ha informado este jueves el grupo a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Como atenuantes de este descenso, exponen que estamos «en un contexto aún afectado por las consecuencias macroeconómicas de la guerra de Rusia con Ucrania, la persistencia de una inflación elevada y una subida de tipos de interés muy pronunciada».