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Los desafíos para Israel de una operación terrestre en Gaza: los rehenes y el día después

Los expertos previenen de que Israel debe tener claro quién controlará la Franja y cómo evitar extender el conflicto

Los desafíos para Israel de una operación terrestre en Gaza: los rehenes y el día después

Palestinos huyendo a zonas más seguras en la Franja de Gaza | Mohammed Talatene/dpa (Europa Press)

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha iniciado una guerra contra Hamás que ha augurado que será «larga y difícil». La ofensiva llega tras el ataque masivo del grupo terrorista, al que Israel compara con el Estado Islámico, en el que han muerto más de 1.300 israelíes. Dentro de la misma se da por hecho que habrá una ofensiva terrestre que no está exenta de grandes desafíos.

Por ahora, Israel ha centrado su respuesta en bombardeos masivos sobre la Franja de Gaza, desde donde Hamás lanzó su sorpresiva operación el pasado 7 de octubre, pero el aviso a la población del norte de este territorio para que lo evacue en las próximas 24 horas parece augurar que la respuesta israelí entrará en una nueva fase.

Sin embargo, todos los expertos coinciden en señalar la complicación que una ofensiva terrestre sobre la Franja de Gaza, un estrecho territorio de unos 40 por 11 kilómetros en el que residen más de 2,2 millones de personas y con una de las densidades de población más altas del mundo, tendrá para el Ejército israelí, por mucho que previamente se haya intentado debilitar las capacidades de Hamás con bombardeos aéreos.

«La única vía para que Israel consiga su objetivo de eliminar la capacidad militar de Hamás es una guerra urbana casa por casa, bloque por bloque», subraya Alex Plitsas, experto del Centro Rafik Hariri de Atlantic Council, lo que requeriría el uso tanto de fuerzas convencionales como de operaciones especiales que actuaran de forma metódica.

«Esto podría llevar varios meses dado el tamaño de Gaza, el número de terroristas dispuestos a luchar, el alcance de los arsenales de armamento de los terroristas y el tamaño de la población civil», previene. Insiste en que «no será fácil» pero dada su «capacidad militar superior» es algo factible para Israel.

Presencia de rehenes en Gaza

Pero sin duda el mayor obstáculo es la presencia en el territorio costero de los más de 150 rehenes que los milicianos de Hamás se llevaron consigo el 7 de octubre. Entre ellos habría, además, algunos extranjeros.

Plitsas reconoce que una operación de rescate «sería difícil» puesto que se da por hecho que los rehenes han sido desperdigados por la Franja y porque una misión al uso con helicópteros sería arriesgada ante la posibilidad de ataques con armas ligeras, lanzacohetes o sistemas antiaéreos portátiles.

En opinión de este experto, esto limita las opciones a «una operación naval o terrestre». Además, la falta de apoyo de evacuación médica o la imposibilidad de enviar refuerzos «dificultaría llevar a cabo misiones de rescate clandestinas de rehenes en varios puntos de Gaza».

Así las cosas, plantea que la opción más probable es que una vez se produzca la invasión terrestre puedan incluirse en la misma fuerzas especializadas en este tipo de operaciones, algo para lo que tanto Israel como Estados Unidos tienen equipos.

¿Qué pasaría el día después?

Por otra parte, antes de embarcarse en una ofensiva terrestre, Israel debería tener claro cuál es su objetivo final y cómo será el día después en la Franja de Gaza, de la que se retiró unilateralmente en 2005. «Las guerras no se ganan o se pierden solo por factores militares», subraya William F. Wechsler, director del Centro Rafik Hariri y los programas sobre Oriente Próximo de Atlantic Council.

«Estados Unidos ha aprendido esta lección atemporal de nuevo, y de forma especialmente dolorosa, tanto en Irak como en Afganistan», recuerda este experto. Hace referencia en un caso para derrocar al régimen de Sadam Husein en 2003 y en otro para derrocar a los talibán en 2001 tras los atentados del 11-S obra de Al Qaeda.

«Israel no debe cometer un error similar», subraya Wechsler en un artículo. «Mientras sus generales planean la guerra, sus líderes políticos deben planear la paz que seguirá y eso empieza por garantizar que se plantean las preguntas correctas desde el principio», añade, subrayando la necesidad de tener claro qué pasará en Gaza después.

Riesgo de extensión del conflicto

Este experto augura que el Gobierno israelí no querrá una vuelta al ‘statu quo’ anterior a esta contienda, con Hamás controlando la Franja. Por ello, habrá división entre quienes planteen una nueva ocupación y quienes apuesten por renovar el movimiento colono en este territorio.

Wenchler también plantea como opciones extender el poder de la Autoridad Palestina, que ahora gobierna Cisjordania, a Gaza, aunque esta está muy debilitada. Incluso apuesta por intentar imponer a algún «hombre fuerte» ajeno tanto a Hamás como a Al Fatá, el partido del presidente palestino, Mahmud Abbas.

Por otra parte, el Gobierno israelí ha manifestado su voluntad de acabar de una vez por todas con Hamás. Sin embargo, tal y como advierte Richard Haas, presidente emérito del Council on Foreign Relations (CFR), en un artículo, «Hamás no puede ser eliminado, porque representa tanto una ideología como una organización».

«Los esfuerzos por destruirlo corren el riesgo de aumentar el apoyo hacia ellos», previene, citando al antiguo secretario de Defensa estadounidense, Donald Rumsfeld. Este cuestionó que los ataques con drones contra terroristas pudieran estar creando «más» al provocar víctimas civiles colaterales.

Además, en opinión de Haas, Israel se enfrenta al «grave dilema» de cómo consigue debilitar a Hamás y disuadirle de nuevos ataques sin arrastrar al conflicto al partido-milicia chií libanés Hezbolá, que cuenta con 150.000 cohetes con los que atacar Israel, además de extender la violencia también a Cisjordania.

Según advierte a su vez Bruce Hoffman, experto en terrorismo del CFR si finalmente Israel opta por una ofensiva terrestre en Gaza a gran escala no solo podría arrastrar a Hezbolá e incluso a Irán, que apoya tanto al grupo libanés como a Hamás, al conflicto, sino también atraer «a combatientes extranjeros de Al Qaeda y los talibán».

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