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Tres de cada cuatro piezas de los misiles de Corea del Norte están fabricadas en Occidente

La conclusión sencilla: el llamado Eje del Mal está propulsado por la tecnología del Eje del Bien

Tres de cada cuatro piezas de los misiles de Corea del Norte están fabricadas en Occidente

Piezas de misiles de Corea del Norte. | Conflict Armament Research

Es un coladero. Las fronteras comerciales, militares o tecnológicas que impiden que piezas y elementos clave lleguen a donde no deben, no valen para nada, no sirven. El tamiz es tan malo, que las naciones que tienen vetada tecnología occidental la acaban alcanzando sin gran problema.

A tenor de las últimas noticias, sobre todo procedentes de Ucrania, se puede llegar a una conclusión sencilla: el Eje del Mal está propulsado por la tecnología del Eje del Bien. Esa es la resolución a la que ha llegado una entidad sin ánimo de lucro británica denominada Conflict Armament Research (CAR). Perteneciente al programa iTraces y con personal en plantilla destacado en Ucrania, han detectado que la mayor parte de los misiles coreanos que usa Rusia está hecha en Estados Unidos.

Autopsia a un misil

Entre los días 27 de enero y 1 de febrero de 2024, un equipo de investigación sobre el terreno de CAR examinó con detenimiento los restos de un misil balístico procedente de Rusia. Recuperado en Kharkiv, la segunda ciudad más grande de Ucrania, el 2 de enero de 2024, CAR ya había documentado anteriormente restos de otros misiles similares, y determinó que este sería probablemente uno de los modelos KN-23 o KN-24.

Cuando consultaron al James Martin Center for Nonproliferation Studies del Middlebury Institute de Monterrey, se disiparon todas las dudas. El misil era de indudable origen norcoreano.

A partir de ahí, los técnicos de esta agencia independiente fundada en 2011 y financiada por la Unión Europea y el Gobierno alemán documentaron la existencia de componentes electrónicos, sobre todo, relacionados con el sistema de navegación. La sorpresa de estos CSI del material bélico fue que la gran mayoría de ellos estaban fabricados por compañías estadounidenses, que tienen vetado desde hace casi dos décadas vender sus productos a este país. Pero hay más.

Tras un despiece pormenorizado del proyectil, el personal enviado a suelo ucraniano por iTraces realizó una suerte de autopsia y descubrió que albergaba al menos 290 componentes electrónicos de fabricación extranjera. El 75% estaban vinculados a compañías estadounidenses, un 16 % procedía de firmas europeas y un 9 % a empresas afincadas en Asia.

CAR documentó que de esos 290 componentes analizados, 50 eran modelos muy específicos. En el mercado internacional, abierto o cerrado, no hay otras piezas que realicen esas mismas funciones. A partir de las marcas observadas, ocultas de acuerdo con los procedimientos habituales en esta consultoría, fueron identificadas 26 empresas. Todas ellas, vinculadas a la producción de estos componentes, proceden de China, Alemania, Japón, Países Bajos, Singapur, Suiza, Taiwán y Estados Unidos.

Los investigadores no solo descubrieron el origen de estas piezas, sino que dieron con otro dato interesante: la mayoría de ellas se habían fabricado en los últimos tres años. La mitad de los componentes documentados llevaban códigos de fecha identificables, y tres de cada cuatro de esos códigos indicaban una producción entre 2021 y 2023. Basándose en esas fechas de producción, CAR concluye que el misil recuperado en Kharkiv no pudo haber sido ensamblado antes de marzo de 2023.

Fabricación muy reciente

Esto ilustra la reciente producción del misil y la brevedad de su transferencia a Rusia antes de ser utilizado en el ataque de Kharkiv en enero de 2024. La capacidad de Corea del Norte para producir y transferir armas avanzadas, al tiempo que adquiere material a escala internacional para alimentar su programa de misiles, queda fuera de toda duda. Las sanciones impuestas desde hace tiempo por las Naciones Unidas no parecen hacer mella en sus ambiciones, y la existencia de estos restos prueban que algunos países están saltándose los acuerdos mundiales de no proliferación.

El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas somete a Pyongyang a sanciones internacionales desde 2006, limitaciones que les prohíbe, entre otras cosas, la producción de misiles balísticos. Obviamente, el gobierno presidido por Kim Jong-un se salta a la torera estos inconvenientes de tipo menor.

La presencia de una gran proporción de componentes electrónicos extranjeros y de nada fácil acceso en mercados comerciales, dejan claro algo: han desarrollado una sólida red de adquisiciones capaz de eludir, sin ser detectada, los regímenes de sanciones vigentes desde hace casi dos décadas.

Cómo los norcoreanos consiguieron elementos tan sensibles es un misterio, pero todo apunta a que lo hicieron gracias a sus servicios secretos, y a través de compañías interpuestas. Pero cabe otra posibilidad mucho más siniestra, de la que se sospecha, aunque no ha sido probada: podría haber compañías que se estén saltando las limitaciones legales y embargos.

No son autosuficientes

Hay otra conclusión: Corea del Norte, al igual que Irán y Rusia, dependen de la industria mundial de semiconductores para adquirir componentes fundamentales para su producción militar. Los hallazgos de CAR muestran lo difícil que es controlar con eficacia este tipo de producto, pero también lo dependientes que son estos países de la tecnología no nacional.

La historia se repite, al igual que en los drones iraníes; otro país adscrito por George W. Bush al llamado Eje del Mal que acaba teniendo acceso a lo que tiene prohibido. Curiosamente, las tres naciones que iniciaron esa denominación, The Axis of Evil, están implicadas de forma directa o indirecta en el conflicto ucraniano. Más tarde se añadieron a esta lista a Libia, Siria, Cuba, Bielorrusia, Myanmar y Zimbabue. No sería de extrañar que en estos destinos acabasen emergiendo situaciones afines.

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