Hablar dormido: qué es la somniloquia y qué trastornos puede haber tras ella
Apenas unos segundos de cháchara inconexa pueden servir para hablar en sueños, pero qué hay detrás de esta parasomnia
Hablar dormido o hablar en sueños, más allá de una puntualidad, forma parte de las parasomnias habituales en el ser humano. Se articula de esta manera un mensaje inconexo, a veces más o menos claro, del que el hablante no es consciente y que, sin revestir gravedad, podría ocultar otro tipo de problemas.
Frecuente durante la infancia y adolescencia, con una mayor prevalencia en hombres que en mujeres, la somniloquia no es una patología clínica. Otra cuestión es tener claro que, en ocasiones y sobre todo en menores, hablar en sueños puede tener que ver con otras parasomnias.
Es el caso de la enuresis (orinarse en la cama) y también, tanto en niños como adultos, sufrir terrores nocturnos, ansiedad o estrés. Además, en el caso de los menores de edad, la somniloquia tiene una prevalencia relativamente alta. De esta manera, se estima que alrededor del 15% de los menores suelen hablar dormidos.
Además de ello, hay que explicar también que durante estas charlas nocturnas, influye también el momento del sueño en que se estén produciendo. Presentes tanto en la fase REM como en la fase NREM, el discurso puede cambiar y ser más o menos inteligible.
Cuando se produce en la primera o segunda fase del sueño, en el período que va comienza en la vigilia, las conversaciones son más entendibles. De hecho, pueden tener incluso sentido narrativo. Ya en la tercera y cuarta fase del sueño, cuando el hablante cae en sueño profundo, la charla se convierte más en un balbuceo inconexo y es más difícil que tenga sentido.
¿Quién puede sufrir somniloquia?
Hombres, mujeres, niños y una menor prevalencia en ancianos son parte del ‘target’ de estar hablar en sueños o hablar dormido. Sin embargo, ciertos estudios avalan a una predisposición genética a la somniloquia: si alguno de nuestros padres lo hacía, nosotros también tendremos esas posibilidades.
Además de eso, hay ciertos patrones o comportamientos que pueden desencadenar esta perorata nocturna.
- Fiebre y otras enfermedades.
- Consumo de alcohol.
- Estrés.
- Patologías relacionadas con la salud mental.
- Insomnio.
- Privación del sueño.
En un mismo sentido, es también relativamente habitual que ciertos trastornos del sueño o parasomnias coexistan. No se podrían catalogar siempre como comorbilidades, pues no son necesariamente enfermedades, pero sí se pueden dar al mismo tiempo. Es el caso de la apnea del sueño, poco frecuente en niños pequeños, pero también el sonambulismo o los terrores nocturnos.
Hablar en sueños o hablar dormido no es una enfermedad
En este caso, conviene también puntualizar que terrores nocturnos y pesadillas no son sinónimos. Los primeros son interrupciones del sueño que, además de causar un miedo intenso, pueden ir asociados a gritos o movimientos. En el caso de las pesadillas no tienen por qué venir aparejadas a interrupciones del sueño. En ese caso, hablamos de sueños perturbadores que se asocian a ciertos sentimientos como la ansiedad o el miedo.
Por sí sola, la somniloquia no es una enfermedad y su aparición. Siempre que no implique complicaciones en la higiene del sueño, no supone un mayor problema para el hablante. Aún catalogada en grados, que pueden ir desde lo esporádico y suave hasta lo severo, la principal complicación asociada es la pérdida de la calidad del sueño al hablar dormido.
Esto sucedería si se produce demasiado a menudo o, como es habitual, cuando el hablante comparte habitación o cama con otra persona. A pesar de que los discursos suelen ser breves —no suelen superar el minuto y, en la mayoría de casos, son balbuceos de unos segundos— podrían condicionar el sueño de la otra persona.