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Gatillazo en tres fases: prevenir, evitar y hablar de disfunción eréctil

La comunicación es el alfa y el omega en la cama, tanto cuando la cosas van bien como cuando las cosas van mal

Gatillazo en tres fases: prevenir, evitar y hablar de disfunción eréctil

Una pareja descontenta en la cama. | ©Freepik.

Se tiende a utilizar el término gatillazo como sinónimo de disfunción eréctil aunque realmente no son lo mismo, pues la segunda abarca otros problemas relacionados con la salud sexual del hombre. Lo que sí es evidente es que el temido gatillazo, ese temor a fallar y que la erección no responda como se presupone atormenta a hombres y, cada vez más, no tan maduros.

Tampoco, aunque mucho tiempo se haya definido así, el gatillazo no significa impotencia, sino que es un trastorno de la erección en el cual el hombre no consigue mantener la erección. Junto a él, otros problemas como la eyaculación precoz, la eyaculación retardada o la anorgasmia suponen complicaciones que hacen tambalear los cimientos de la pareja.

En un fuego cruzado de reproches de por qué sucede, mezclados con cuestiones puntuales, el gatillazo supone un ariete en el que las dudas salpican a ambos lados de la pareja con ‘¿ya no me deseas?’ o el clásico ‘te juro que es la primera vez’. Sea la primera o sea la decimocuarta, lo que sí es cierto es que hasta un 40% de los hombres sufrirán algún gatillazo en su vida. El problema de la estadística no está solo en la cifra, sino en los orígenes.

Punto 1: prevenir el gatillazo

Contrario a lo que se suele pensar, los factores psicológicos estarían solo detrás del 10% de los gatillazos, mientras que factores ambientales y fisiológicos serían responsables de más de un 80% de estas situaciones. Entre los peores enemigos del gatillazo, encontramos enfermedades como la diabetes, el sobrepeso u obesidad y ciertos hábitos negativos como podrían ser el tabaquismo o el consumo de alcohol, que también dinamitan nuestra salud sexual.

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Un buen descanso, la comunicación y una alimentación equilibrada benefician a la buena salud sexual. ©Freepik.

A ello hay que sumar otros factores en los que ya hemos incidido en más ocasiones como la hipertensión arterial, una vida demasiado sedentaria y carente de ejercicio físico, además de una mala alimentación o de la toma de ciertos medicamentos podrían también tener que ver en la aparición del temido gatillazo.

Punto 2: evitar el gatillazo

Intentar capear al gatillazo no es una ciencia exacta, igual que tampoco lo es el saber cuándo vamos a tener relaciones sexuales, razón por la que importa bastante saber qué hacer para estar preparados. Un punto fundamental si solemos tener gatillazos o nos cuesta, por las razones que sea, mantener la erección hasta el orgasmo es refrenar los posibles traspiés que encontremos.

Por ejemplo, una recomendación clásica es limitar la masturbación, o al menos no practicarla varias horas antes de que podamos tener un encuentro sexual. Esta pauta, curiosamente, pertenece al mito adolescente de masturbarse antes de tener sexo para alargar el posterior coito, pero a partir de una edad y si el gatillazo suele rondarnos, mejor no ponerla en práctica.

Como también es lógico, el consumo desmesurado de alcohol en las horas previas a mantener relaciones sexuales es una mala idea. El contrasentido está en que nos desinhibe y puede incluso excitarnos más, pero la realidad a la hora de tener sexo es que las erecciones son más débiles, la concentración disminuye y la fatiga también aparece antes.

No menos relevante a la hora de analizar gatillazos es comprender que es importante estar centrados en lo que estamos haciendo. Esto no significa que nos obsesionemos ni con alcanzar el orgasmo ni con el placer —mutuo y ajeno—, pero sí que disfrutemos del momento y gocemos de este carpe diem sexual. Por eso, si también solemos tener problemas de erección, situaciones a priori excitantes como el sexo en público puede provocar que estemos más pendientes de factores externos que del propio goce.

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No siempre se debe concebir el coito como el fin último del acto sexual. ©Freepik.

Por último, como en todas las actividades físicas de nuestra vida, es importante que estemos descansados. El sexo debe ser una actividad placentera y relajante y excusas como ‘no me apetece, estoy cansad@’ o ‘me duele la cabeza’ son bastante evidentes y no deben tenerse por reproches.

El ritmo de vida actual, incluyendo madrugones y estrés, no juega a favor de las artes amatorias, sobre todo si pretendemos tener sexo por la noche, cuando, como el mítico Cruz de navajas de Mecano, «pide cama pero otra variedad», razón por la que no deberíamos forzar la maquinaria si realmente no hay apetito sexual. En resumen, si hablamos de intentar mantener relaciones sexuales, mejor poco y bueno que mucho y malo.

Punto 3: hablar del gatillazo

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Es importante no caer en un juego de reproches e introversión cuando el gatillazo se produce. ©Freepik.

Comes bien, haces deporte, duermes de fábula y el alcohol no se cruza en tu vida pero, por hache o por be, al final el gatillazo ha aparecido. No estás solo, por suerte, pues somos muchos los hombres que hemos naufragado alguna vez en el torrente de una noche de pasión y ver cómo el mástil de nuestra virilidad acaba quebrándose y perdiendo la vela mayor.

Por ello es importante hablarlo, tanto si es un caso puntual como si empieza a ser recurrente. Por ello se debe dejar claro que, más allá de ser algo anecdótico, no tiene que ver con una falta de deseo hacia la otra persona y analizar si estamos sometidos a episodios de estrés, ansiedad o una falta de concentración al practicar el sexo. En estos casos, además, conviene comprender si hay problemas de comunicación en la pareja que tengan que ver con ese fracaso amatorio y disfunción.

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Los preliminares son parte fundamental para recuperar la buena salud sexual. ©Freepik.

Una vez que el gatillazo se ha producido también es conveniente no incidir y pretender volver a presentar armas, pues es el momento en que el período refractario del hombre surge, siendo difícil recuperar la erección, más aún si añadimos el factor psicológico agravado de no haber podido cumplir. Por tanto, lo más recurrente y recomendado es hablar con la pareja, buscando complicidad y comodidad, apostando por la comunicación para sentirse bien y siempre desde un perfil inclusivo: se trata de buscar un ‘vamos’, no de ordenar un ‘vete’, en la solución del problema.

Otra opción, como generalmente el gatillazo se produce durante el coito, es buscar otras alternativas sexuales como puede ser el sexo oral o la masturbación en compañía, además de ciertos preliminares que podrán excitar a ambos miembros y fortalecerá la erecciones, pues descartamos el concepto obligación que persigue la eyaculación.

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