¿Sabes qué almohada te conviene para dormir bien? Los expertos tienen las claves
No todo vale en lo que a almohada se refiere y lo que le viene bien a nuestro compañero de cama puede no ser lo más adecuado para nosotros
Son muchas las teorías que persiguen a la higiene del sueño, un concepto muy de moda en los últimos años para intentar que los españoles durmamos mejor. Hablamos de mantas, de temperatura, de oscuridad, del tipo del colchón, pero muchas veces olvidamos que la almohada también importa (y mucho) en cómo durmamos. Damos gran importancia a la edad que tenga nuestro colchón, al tamaño de la cama, e incluso si dormimos solos o acompañados, pero generalmente no nos importa tanto, cómo ponemos la cabeza en la cama.
Sin embargo, este mundo es tan amplio como complejo, y elegir mal el tipo de reposo que queremos dar a nuestra cabeza y nuestro cuello es una de las claves para que nuestro descanso nocturno sea una auténtica pesadilla. Si lo que queremos es que, y nunca mejor dicho, dormir sea un sueño, buena parte de las claves van a pasar por la almohada que elijamos.
No extraña así que sea abundante que en los hoteles presuman de algo que se ha terminado de bautizar como carta de almohadas (un hombre un pelín rimbombante), pero que viene a significar la importancia de elegir una buena almohada para garantizar nuestro descanso. Más duras o más blandas, más altas o más bajas, de fibra, de plumón o viscoelásticas… Las opciones son amplísimas y, por desgracia, no todas son iguales para todos los públicos en función de nuestro peso, nuestra edad, la forma en que durmamos o incluso nuestra altura.
Qué tipo de almohada pide tu descanso
aunque en varias ocasiones en THE OBJECTIVE hemos hablado de cuál es la mejor forma de dormir, si es cierto que al final cada persona es un mundo y dormir bien puede variar mucho de una persona a otra. En cualquier caso, si duermes de lado (la opción más habitual) sueles necesitar una más alta, según informa la OCU. Esto significa que debe medir alrededor de unos 15 centímetros de altura, al contrario que si duermes boca arriba o boca abajo.
La clave para elegir una más alta es que el hombro levanta el cuerpo, Y por tanto necesitamos que estén alineados el hombro el cuello y la cabeza para que la almohada genere ese descanso y no sintamos la sensación de tener la cabeza en vilo. Cualquier caso, ten en cuenta que la medida más correcta para elegirla es aquella en la que la altura de la almohada queda tras ser comprimida por el cuello; no la altura inicial de la almohada.
Por el contrario si duermes boca arriba, necesitas una almohada que no levante tanto la cabeza ya que, por contra, lo que preocupa son malestares cervicales debido a una excesiva inclinación. Esto significa que no debería estar superando los 12 cm de altura. Por último, si dormimos boca abajo, necesitamos una almohada lo más baja posible (alrededor de los 10 cm de alto) y que se comprima bien, porque de lo contrario lo que va a estar generando son tensiones innecesarias en los músculos del cuello y en la cara al apoyarse.
Tres pistas para elegir
Las almohadas se pueden comprar en grandes almacenes, en colchonerías, en tiendas especializadas o incluso a través de Internet. Pero nuestra recomendación siempre va a estar en que las probemos en la medida de lo posible o al menos podamos comprobar de primera mano su firmeza, textura y capacidad de compresión por nosotros mismos. Comprar a ciegas un producto que, además tiene muy difícil devolución por cuestiones de higiene, es una mala idea.
Además, hay ciertas características físicas que indican qué tipo deberíamos estar comprando. Podrías pensar que nuestro peso va a influir de manera muy directa en el tipo de almohada que necesitamos, pero no es así. Lo que sí afecta bastante es nuestro tamaño, por tanto, si somos una persona pequeña necesitaríamos una más baja. Como es evidente, si somos más altos, necesitaremos almohadas más altas. El peso, sin embargo, afecta más al tipo del colchón que al tipo de almohada.
Como también puede resultar lógico, el tipo de colchón que utilicemos va a ser clave para saber qué tipo podemos utilizar. La firmeza un colchón, sea más blando sea más duro, va a condicionar enormemente nuestro descanso y la almohada que vayamos a elegir. Si tenemos un colchón duro, necesitamos almohadas un poco más altas, porque nos vamos a hundir poco en él y entonces no tienen que responder de la misma manera. Si, por el contrario, tenemos un colchón blando, necesitamos opciones igualmente blandas y bajas que permitan absorber esa misma fuerza.
Por último, recordad que además es conveniente que elijamos aquellas que se adapten a nuestro tipo de cama, y a nuestro tipo de descanso, y tengamos en cuenta que no necesariamente la almohada que va a venir bien a nuestra pareja cuando durmamos en una cama de matrimonio va a ser la que a nosotros nos beneficia. Del mismo modo, comprendamos que las almohadas también tienen vida útil, que se estima entre uno y dos años (un tiempo muy inferior al que dura un colchón), pues se deforman con mucha más facilidad y absorben mucha más humedad.
¿Son todas iguales?
Más duras, más blandas, más calurosas, más resistentes, más altas, más transpirable es… Las opciones que se pueden abrir ante nuestros ojos para elegir son amplísimas, y, además, por mucho que nos pese, una buena almohada va a ser un complemento de cama relativamente caro. Sin embargo, es muy habitual que no nos escueza pagar un buen dinero por un colchón o por un edredón, pero sin embargo apostemos por la primera que se nos cruza por delante.
Almohadas viscoelásticas y de espuma
Hace algunos años se pusieron ya de moda los colchones viscoelásticos, y con el tiempo hará evidente que también esa revolución llegaría a nuestras cabezas. En este caso hablamos de alternativas que se amoldan a la forma de la cabeza y del cuello, relativamente blandas y cuya forma permanece durante poco tiempo cuando retiramos la cabeza. A este efecto, llamado efecto memoria avala la presencia de aquellos que buscan opciones blandas y que permiten jugar muy fácilmente con la altura de esta.
Tiene una tara, y es que absorben bastante la humedad, por lo que hay personas que sufren mucho o sean especialmente calurosas lo pasarán peor sobre todo en los meses de verano. Siempre conviene que tengan funda, para evitar que esa sudoración se adhiera ellas y pueda llegar incluso a podrir los tejidos internos.
Almohadas de fibra
Son seguramente las opciones más asequibles y versátiles que podemos encontrar en el mercado. Acostumbran a ser de poliéster, son muy transpirable y soy muy baratas y aunque no suelen incorporar fundas extraíbles, siempre es recomendable poner una funda porque también generan bastante calor. En cualquier caso, son relativamente blandas, que se adaptan muy bien a cualquier tipo de cabeza, por lo que sean de las opciones más básicas y fáciles de utilizar.
Almohadas de látex
El tipo de almohadas de látex que generalmente está de moda puede tener un origen sintético, un origen natural o es una mezcla de ambos. La gran ventaja que ofrecen es que da una gran sujeción de cabeza, por lo cual es muy interesante para las personas que duermen de lado o las personas que son muy voluminosas. Además, tiene una ventaja añadida respecto a los alérgicos, ya que elimina mejor y dificulta la proliferación de los ácaros, así que las personas que sufran alergia a este tipo de animales pueden apostar con ellas con más seguridad.
Almohadas de plumas o de plumón
Uno de los clásicos, que no necesariamente por su origen animal y composición (también hay opciones de plumón que garantizan el bienestar animal) van a ser mejor que las alternativas sintéticas. En cualquier caso, siempre vamos hablar de respaldos blandos, fácilmente deformables y que vuelven con facilidad al punto de partida inicial.
Sin embargo, las de plumón no son aptas para todos los públicos, sobre todo para aquellas personas que sean o muy grandes o se mueven en exceso durante la noche. La mejor opción para elegir este tipo de soportes es para aquellas personas que duermen bocabajo y necesitan una opción blanda y que sin embargo no coja demasiada forma.
Almohadas cervícales
Se caracterizan por tener una forma ondulada que se amolda perfectamente al hueco del cuello del usuario, lo que favorece que se alinea de forma correcta tanto la columna como el cuello como la cabeza. Permiten un mayor soporte cervical y de esta manera alivian también los hipotéticos dolores de los músculos del cuello, sobre todo en personas que tienen cierta edad o tienen especial tendencia a sufrir malestares cervicales.
Son asimétricas, no son para todos los públicos y tampoco deberíamos compartir nuestra almohada cervical porque cada cuello demanda un tipo diferente. Tampoco son especialmente válidas para las personas que se mueven mucho en la cama y además obliga a dormir de una forma muy concreta, así que es una almohada con guía de uso.