Adicción a redes sociales: señales y síntomas para saber si Instagram o TikTok te atrapan
Da igual de la red social que se hable, todas tienen un potencial adictivo que conviene conocer para que no nos perjudique en nuestra vida ‘offline’
Es difícil encontrar una franja de edad en la actualidad que no esté presente en las redes sociales. Sintetizado como un fenómeno juvenil, lo cierto es que es posible desarrollar cierto grado de adicción que puede cambiar en función de la edad, los síntomas o el tipo de red social. Da igual que hablemos de Instagram, TikTok, Facebook, Twitter, Tinder, Whatsapp… Todas, en su mayor o menor medida, siguen siendo redes sociales y existen riesgos aparejados a un mal uso de ellas.
También es evidente remarcar que no todo su consumo puede considerarse adicción, aunque es cierto que hay espacios etarios que son más susceptibles a caer en estas ‘redes’, como pasa con niños o adolescentes, además de adultos jóvenes o de mediana edad. En resumidas cuentas, no deja de ser una adicción conductual que conviene ver cómo evoluciona entre conectar con amigos y ver vídeos hasta convertirse en un pasatiempo del que sea difícil desengancharse.
Si se cae en un uso compulsivo y excesivo de esta, como sucede con esas adicciones conductuales, puede influir a nivel cerebral de un modo perjudicial por sistemas de recompensas que pueden pasar desapercibidos ante nuestros ojos, pero no a nivel neurotransmisor. Lo cierto es que las redes sociales pueden ser relajantes o nos pueden invitar a no pensar, pero la realidad es que hay ciertas señales cerebrales, como la secreción de la dopamina, asociada al placer, cuando las utilizamos.
La recompensa de los ‘likes’
Sucede con un cierto nivel de recompensa cuando recibimos likes, comentarios o mensajes privados, invitándonos a seguir contabilizando estos particulares baremos de éxito, como prueba este estudio de la St. Georges University Hospitals NHS Foundation Trust, donde se analiza la relación entre la dopamina y las redes sociales. A través de estas recompensas reiterativas, nuestro cerebro se acostumbra a este estímulo al recibir refuerzos positivos y nos invita, aunque no seamos tan conscientes, a buscar más aprobación a través de estos ‘me gusta’ o de las visualizaciones.
A nivel psicológico además se vincula también con la afamada Pirámide de las necesidades de Maslow, donde la autoestima o la autorealización se situarían en los escalones superiores de esta teoría sociológica y cuyo sistema de jerarquías se puede aplicar a las redes sociales, como afirma este estudio.
Se establece además un sistema de refuerzos positivos que, además, este tipo de redes a través de sus algoritmos favorecen, dando más visibilidad a los usuarios más activos y que más contenido crean —aunque sus algoritmos pueden resultar anárquicos—, involucrando en una rueda de generación de contenidos de la que pudiera ser difícil salir.
El problema además no está en el uso de las redes sociales, sino en un abuso de éstas. Con moderación puede ser un tipo de ocio habitual en nuestros días, pero conviene separar el momento en que los comportamientos comienzan a convertirse en adictivos o su repercusión en la vida offline empieza a ser demasiado abusiva.
Cómo identificar la adicción a las redes sociales
Igual que sucede en otras adicciones conductuales como puede ser la ludopatía, la nomofobia o la adicción al porno, las características adictivas a las redes sociales comparte ciertos patrones que van determinados por esa euforia que genera la dopamina antes mencionada.
Por eso, es habitual que veamos entre su sintomatología ciertos lugares comunes que conviene comprobar con un especialista de la salud mental, aunque hay evidencias que son relativamente fáciles de percibir. Entre lo más común está el comprobar que su uso nos perjudica a nivel laboral o académico, invirtiendo demasiado tiempo en ellas, o que reducimos el tiempo que dedicamos a otras actividades (puede ser ocio, pero también necesidades fisiológicas como dormir o comer) para estar pendiente de las redes.
Convertirlas en escudo y esquiva de otros problemas también es recurrente, del mismo modo que se suceden episodios de ansiedad, inquietud o irritabilidad si dejamos de utilizarlas, llegando incluso al enfado. Todos estos patrones son similares con esos componentes adictivos y sirven para identificar hasta qué grado podemos hablar de un problema adictivo.
Por fortuna, si identificamos a tiempo que estamos ante un problema de adicción a las social media, como se conocen en inglés, podremos ponerle remedio, aunque insistimos en la necesidad de localizar a un terapeuta o especialista de la salud mental para que nos ayude a comprender lo que sucede, por qué sucede y comprobar si de fondo puede haber otros problemas que se solapen con ella.
Desconexión progresiva
En las recomendaciones más primarias se suele asociar a borrar las apps que tengan contenido de redes sociales de nuestro teléfono, pues es la primera fuente de contacto con ellas. Aunque se recomienda prescindir de ellas por completo, se puede dejar margen a una desconexión progresiva y dejarlas o utilizarlas puntualmente desde un ordenador personal. Otra alternativa es, si tenemos teléfonos separados para el trabajo o la vida privada, apartar o apagar el smartphone donde estén estas redes sociales y también desactivar las notificaciones.
Para comprobar nuestra mejoría también existen cronómetros que avisan del uso destinado a las redes sociales, lo cual nos puede venir bien para chequear esa mejora. En cualquier caso, también es importante que la parte offline gane relevancia en detrimento de la online en la medida que sea posible con amigos, familiares o compañeros de trabajo, además de buscar hobbies que nos separen de las pantallas o los teléfonos y permitan aparcarlos más tiempo.