Hiperhidratación: estos son los riesgos para la salud de beber demasiados líquidos
Beber agua es fundamental, pero como casi todo en esta vida, un exceso puede tener peligrosas consecuencias para nuestro organismo
Sabemos que alrededor del 80% de nuestro organismo está formado por agua. También sabemos que es fundamental beber o ingerir alrededor de dos litros de líquido al día sin caer en la hiperhidratación. Evidentemente, no se trata solo de beber agua. Cafés, infusiones, lácteos, caldos o incluso frutas entrarían dentro de esta ingesta hidratante que, además y como ya te explicamos en THE OBJECTIVE, está vinculada con un mejor envejecimiento.
Sin embargo, pasarnos de frenada por beber demasiados líquidos puede llegar a ser contraproducente. El problema, como suele ser habitual, es que no nos percatamos de que esto está sucediendo. Sobre todo cuando vivimos en climas especialmente calurosos o estamos haciendo un ejercicio particularmente intenso que también ayuda a deshidratarnos.
Damos por hecho de que los lectores comprenden que no debemos hidratarnos con bebidas con alcohol. También intuimos que son conscientes de que el alcohol es un diurético de primer orden, razón por la que nos suele deshidratar, en vez de hidratarnos.
No obstante, hay un riesgo acrecentado cuando nuestro cuerpo retiene más agua de la que necesitamos o ingerimos más agua de la que el organismo demanda. Lo que sí es cierto es que tener los depósitos de agua bien provistos nos ayudan de varias maneras, incluyendo ciertas funciones vitales, el control de la temperatura o del sistema excretor y urinario.
La cuestión es que nuestro cuerpo depende de dos filtros naturales para expulsar el exceso de líquido. Los riñones tienen esta tarea que, si los sobrecargamos, puede llegar a suponer un riesgo cuando hay más agua en nuestro organismo de la que debería.
Qué es la hiperhidratación
Hay dos caminos por los que la hiperhidratación llega a nuestras vidas. La más evidente, incluso en adultos sanos, sería una ingesta desmesurada de agua —o de otros líquidos—. Beber demasiados líquidos imposibilita su total excreción por parte de nuestros riñones. Aun así, son dos máquinas depuradoras de primer orden, pues son capaces de eliminar hasta un litro de líquido por hora, lo cual no está nada mal.
El otro camino tiene más que ver con una retención de líquidos y suele estar más presente en personas que sufren determinadas patologías. Es habitual que esto pase con las personas que padecen problemas hepáticos o nefrológicos. También en aquellos que usen AINE (como el ibuprofeno o el dexketoprofeno) con abundancia.
Curiosamente, uno de los colectivos que más riesgos corre acerca de la hiperhidratación es el de los deportistas y atletas. Sobre todo aquellos que se enfrentan a tareas de resistencia, como los corredores de fondo o los ciclistas, pues suele ser un error habitual el consumir demasiada agua cuando se hace deporte. Aunque este fallo no es solo por la ingesta de agua, sino por una complicación que veremos aparejada más adelante.
¿Qué síntomas tiene la hiperhidratación?
Como puede resultar evidente, la hiperhidratación no es fácil de detectar. Beber demasiados líquidos no tiene una manifestación tan sencilla, al menos no en sus primeros estadios. Eso no significa que no haya pistas que podamos encontrar, siendo el color de la orina, si hablamos de una persona sana. Esta gama cromática debe estar en tonos amarillos claros, siendo un mal indicado que no tenga color —hiperhidratación— o que sea excepcionalmente oscura —deshidratación—.
Sin embargo, hay patologías más complejas y que merecen que prestemos atención a ciertos síntomas. Esto es lo que sucede con la hiponatremia y es especialmente habitual en deportistas. Podemos sintetizarla como una excesiva dilución de sodio —presente en nuestro cuerpo— por la ingesta de agua, lo cual hace que los niveles de sodio (una sal mineral fundamental para el equilibrio celular) disminuya de manera alarmante.
Náuseas, vómitos, dolor de cabeza, sensación de cansancio, agujetas o un sentimiento de confusión pueden ser señales de la hiponatremia. Si esto sucede, lo que se debe hacer es consumir productos diuréticos que nos ayuden a expulsar este exceso, además de limitar la ingesta de agua. En casos severos también es posible necesitar suplementos de sodio para la recuperación.
El fallo que sucede con los deportistas es que no son conscientes de estar reemplazando esos electrolitos que se pierden con la actividad, limitándose a consumir agua. Esta es la razón por la que se recomienda que se consuma también bebidas isotónicas. Su ingesta permite recuperar electrolitos como el sodio o el potasio, que excretamos a través de la sudoración.