Melatonina y próstata: qué tiene que ver la hormona del sueño con la salud sexual
Más allá de nuestro descanso, esta hormona tiene mucho que decir para alargar no sólo nuestra vida, sino también la calidad de las relaciones sexuales
Son muchas las ocasiones en las que la melatonina se ha convertido en una suerte de remedio para todo desde que se popularizó hace unos años. Sin embargo, esta hormona que naturalmente secretamos y que, entre otras cosas, tiene que ver con cómo dormimos, puede aportar mucho más allá.
No nos vamos de la cama, como se verá a continuación, aunque no será la única tarea en la que pueda ayudarnos. De hecho, la urología se beneficia más de lo que parece. Aparece así un círculo virtuoso que pone en danza a la próstata y a la melatonina. Aunque a menudo mal resumida como ‘hormona del sueño’, pues su función va mucho más allá, la melatonina y su afectación en los trastornos del sueño es clave para la salud general de nuestro organismo.
Tanto para hombres como para mujeres, aunque en esta excepción (la de la próstata), al hablar de melatonina y sueño siempre también hay que hablar de lo que sucede cuando dormimos mal en el caso de los hombres. De hecho, se vincula a menudo la aparición de ciertas enfermedades con un mal descanso. Hipertensión, diabetes, obesidad, riesgos cardiovasculares y, lo que hoy nos ocupa, como el cáncer de próstata.
Un estudio de la Universidad de Granada ha comprobado que los hombres que padecen cáncer de próstata tienen niveles menores de melatonina que los que lo lo padecen. Por eso, parece que distintos tratamientos con melatonina podrían vincularse a una inhibición del cáncer. Lo consigue, según se explica en el estudio, al impedir la división celular, además de que también bloquea la aparición de nuevos vasos sanguíneos que provean al cáncer. El drama, como suele suceder, es que puede ser un círculo vicioso si no se ataja a tiempo, pues es un cáncer más frecuente en edades avanzadas. Precisamente el momento en que la producción de melatonina es sustancialmente más baja, como explica esta investigación.
Melatonina, sueño y próstata: una relación a tres bandas
De forma muy resumida, podríamos decir que la melatonina es como un metrónomo que regular nuestro reloj biológico. Esta hormona, secretada en la glándula pineal —principalmente—, aparece desde que somos bebés, secretándola a diario a partir de entonces.
Sin embargo, cuando llegamos a la madurez, empezamos a reducir su producción y, como se comprueba a través del estudio, se ve alterada su producción. Si esto sucede, se debilita el sistema inmune y reparamos menos nuestro ADN, lo cual desemboca en riesgos mayores de sufrir cánceres.
No es que nuestro cuerpo se vuelva perezoso, sino que envejece. Esto sucede a medida que las células orgánicas se crean a un menor ritmo y, por tanto, también ralentizamos la producción de serotonina. Es relevante mencionarla, pues es la fuente principal a través de la cual empezamos a producir melatonina y sin ambas vemos cómo el sueño se afecta, pero también cómo se puede reducir el deseo sexual o la excitación.
Una realidad que también se ha estudiado y que demuestra que los hombres con disfunción eréctil (de la que ya te hablamos en THE OBJECTIVE) tenían también menores ratios de melatonina. Es decir, todo lo que sucede entre el aparato genitourinario y la secreción de melatonina está vinculado. Por eso, aparece una estrecha relación que se retroalimenta en dormir mejor, tener mejor sexo y, a la larga, minimizar el riesgo de sufrir cáncer de próstata.
Cómo aumentar nuestros niveles de melatonina
El problema de la melatonina no es sólo cómo aumentar los niveles, sino cómo mantenerlos. Se trata de una carrera contrarreloj donde el envejecimiento hace mella. Es además habitual que recurramos a suplementos nutricionales que, en España, no pueden superar los d0s miligramos, ya que pasarían a considerarse medicamentos. Esto, por suerte o por desgracia, no evita que podamos adquirir suplementos en otros países que excedan esa dosis.
Aun así, cualquier consumo de estas suplementaciones debe estar pautado y monitorizado por un médico y no dejarse a nuestro libre albedrío. Por suerte, también podemos estimular de forma natural la secreción de melatonina. Se puede conseguir con elementos tan triviales como la dieta, pero también con pequeños gestos cotidianos vinculados a la higiene del sueño.
Recordemos que secretamos melatonina a través de una ‘orden’ que el cerebro recibe, para convertir el triptófano en serotonina y de ahí a melatonina. Por eso se la considera un reloj biológico y, principalmente, es la monitora de nuestros ritmos circadianos. Por eso, ciertos patrones relacionados con rutinas de sueño y descanso beneficiarán a su producción.
Prescindir de estímulos luminosos a última hora del día como las pantallas o las luces es conveniente. También mantener hábitos de irnos a la cama a la misma hora. Amén de prescindir de cenas copiosas, de estimulantes como el café o el tabaco, o de neurodepresores como el alcohol facilitarán la secreción de la melatonina.
Además, es importante también que tengamos una dieta equilibrada que permita la formación de esa serotonina. Para ello, no deben faltar en la dieta elementos que incorporen triptófano, magnesio, zinc, y vitaminas del grupo B. Como última pauta, el ejercicio físico moderado —nunca a última hora del día— también contribuirá a que seamos una fábrica andante de melatonina.