Estreñimiento en verano: las cuatro razones por las que sucede (y cómo evitarlo)
Lo que comemos, bebemos o cómo dormimos puede martirizar nuestro intestino, así que presta atención
Las vacaciones son uno de los momentos más deseados del año. Sin embargo, también son uno de los períodos donde más patologías al mismo tiempo se acaban sucediendo. Además, con cierto desorden, pues tan pronto nos puede atacar el estreñimiento como una gastroenteritis.
No sólo nuestro sistema digestivo sufre las penurias de los nuevos hábitos, del calor o incluso del simple hecho de viajar, como es evidente. También la cistitis o la conjuntivitis suelen estar a la orden del día. Por no hablar tampoco de los riesgos asociados al sol y al calor, como el golpe de calor, la insolación o las quemaduras solares.
Amamos el verano y lo que las vacaciones conllevan. Sin embargo, a veces no parece que a él le caigamos tan bien, torpedeando nuestra salud con pequeños requiebros donde, si no es una cosa, será otra. Más aún si además viajamos en grupos grandes o familias, donde raro va a ser que alguien no caiga víctima de alguna enfermedad veraniega.
No es que el estreñimiento, al menos no en su caso agudo, pueda considerarse una enfermedad, ya que es sólo una condición del intestino. En este caso y como bien solemos saber, no es más que una falta de movimiento intestinal, que ocasiona que la defecación sea infrecuente o con esfuerzo, acompañada de deposiciones que son duras, escasas y costosos.
Un suplicio al que, como es lógico, podemos ponerle freno de antemano y paliar sus incómodas consecuencias. De hecho, aún es el caso de muchas personas que durante el año tienen una regularidad intestinal admirable y que, una vez en su lugar de vacaciones, son traicionados por su intestino. Ante esta situación del estreñimiento, buena parte de las soluciones convencionales acaban apostando por farmacoterapia, pero también por remedios clásicos que, en su mayor parte, funcionan. Sin embargo, vamos a ver quién está detrás de que el estreñimiento nos acompañe indeseadamente durante el verano.
Las razones del estreñimiento en verano
Lo primero que debemos recordar es que el estreñimiento es un malestar para tener en cierta consideración. Si se produce de forma puntual, quizá no nos parezca tan terrible. No obstante, recordemos que también puede estar detrás de otros problemas como las hemorroides o de las fisuras, en su parte más visible, o que pueden estar escondiendo otras patologías colorrectales más complejas.
Con ello claro, conviene además poner cara a los síntomas del estreñimiento, aunque para casi todo el público son de sobra conocidos. Sensación de pesadez y llenado intestinal; ir al baño menos de tres veces por semana; dificultad para una defecación completa y deposiciones duras y poco uniformes son pistas que nos avisan de la situación.
Ahora toca buscar culpables y, como es habitual, la hidratación es uno de ellos. O, mejor dicho, la deshidratación. Nuestro cuerpo pierde líquidos por todas partes durante el verano, especialmente a través de la sudoración. Si no reponemos estos líquidos, hemos de tener en cuenta que se están echando en falta en otras partes del cuerpo. Por eso, todo ese sudor de más que no se está reintegrando a través de la hidratación, también se pierde en el estómago y aparece el estreñimiento.
Básicamente, el intestino necesita que estemos bien hidratados para que las heces sean más blandas y circulen mejor. También para que la fibra soluble que ingerimos alcance esa consistencia ligera que la convierte en fácil de expulsar. Por contra, si no se hidrata, lo único que hará será acumularse.
Ahora además piensa en la forma incorrecta que tenemos de hidratarnos en verano. Alcohol o bebidas carbonatadas deben ponerse en el foco. Todos estos productos son enemigos de la hidratación por diferentes motivos. Unos porque ejercen una actividad diurética —como el alcohol. Otros, como pasa con los refrescos y las bebidas carbonatadas y edulcoradas, porque también suponen elevar la deshidratación, tal y como explica este estudio de la American Physiological Society.
Una mala dieta y poco movimiento
El verano es la época predilecta para los atracones y para no pensar en el mañana. Un día es un día y el carpe diem como leit motiv nos invita a que no pensemos qué, cómo y cuándo comemos. Por eso, también es habitual que volvamos de vacaciones con unos kilitos de más o, al menos, habiendo engordado un poco. Buena parte de culpa suele tenerla el alcohol, pero también malas rutinas alimentarias.
Comer a deshora, picotear frecuentemente o cometer excesos están a la orden del día. Como es lógico, cuando caemos en las redes de esta cocina culpable, los ingredientes predilectos distan mucho de ser los más sanos del mercado. Fritos, procesados o alimentos especialmente pesados, aunque el verano no invite a ello, están detrás de muchos casos de estreñimiento. Junto a ellos, cierto aumento del estrés prevacacional e incluso del propio hecho de viajar o de llegar a nuestro destino. Más aún cuando realizamos un viaje largo y nuestro cuerpo necesita ajustarse, por ejemplo, al jet lag.
La ironía del poco movimiento viene cuando, además, cambiamos nuestras rutinas deportivas. Quizá pudiera no tener relación el estreñimiento con el ejercicio físico, pero lo tiene. Debido a esa reducción de la actividad deportiva, nuestro cuerpo también consume menos calorías y se vuelve más perezoso, lo cual puede tener sentido con las temperaturas elevadas del verano. Aun así, busquemos huecos en las horas de menos calor del día para realizar algo de deporte que estimule a nuestro intestino grueso a moverse y así evitar el estreñimiento. En este caso, una gran idea es practicar este deporte que te recomendamos en THE OBJECTIVE, que es el senderismo.
Cómo evitar el estreñimiento en verano
Por extensión, los caminos para evitar estar estreñido durante las vacaciones pasan por evitar todos los supuestos anteriores. Mantente hidratado, come fibra, haz deporte y, sobre todo, haz caso a tu cuerpo. No esperes a última hora, cuando ya los síntomas del estreñimiento empiecen a aparecer, a tomar medidas como beber más agua o tomar más fruta. Tampoco a recurrir a laxantes, si la cosa se complica, pues como ayuda puntual pueden ser una gran idea.
La clave está en buscar el win-win donde la fibra y la hidratación vengan de la mano. Bingo, si estabas pensando en comer más fruta, has dado en el clavo. Kiwi, ciruelas, melocotones, sandía, melón… Junto a alimentos como el gazpacho o el salmorejo pueden echarte una mano para mejorar tu hidratación y la ingesta de fibra.
Además, recurre al equilibrio para que el estreñimiento no te atenace. Si tienes claro que en determinados momentos te vas a dar ciertos atracones, busca complementar esos momentos con una dieta blanda que sea nutritiva, fácil de digerir y aporte fibra y nutrientes como para no arrepentirte después.
Por último, como casi todo lo que sucede en nuestra vida, procura hacer deporte para sentirte mejor, prescinde del alcohol y duerme bien. Como es evidente, el buen descanso —a veces una quimera en verano— también está vinculado a una buena regularidad intestinal, así que haz lo posible por dormir bien, que tu estómago lo agradecerá. Por ello, nada mejor que conocer qué es el estrés térmico nocturno.