Por qué no es bueno trabajar por turnos: los riesgos para la salud de los horarios rotatorios
Independientemente de la remuneración o cualificación, el trabajo rotatorio hace mella en la salud de los profesionales
Mal llamado a veces turno partido, la realidad de los riesgos de los horarios rotatorios y de trabajar por turnos es una problemática laboral sobre la que hay abundante literatura médica. Los casos y profesiones que se enfrentan a este tipo de trabajo son abundantes. De hecho, contrariamente a lo que se piensa, no es patrimonio de trabajos de baja cualificación o baja remuneración.
En el saco de los horarios rotatorios podemos encontrar personal sanitario de cualquier índole, pero también perfiles de profesionales industriales y, como es evidente, también en el sector servicios. Puestos de trabajo que exigen que siempre haya alguien al pie del cañón y que, como vamos a ver, pasan factura.
Comprobar si hay solución no es tan sencillo, más allá de intentar disminuir los turnos rotatorios o consagrar a determinados profesionales a ese horario de manera reiterada. Una obviedad para la que nuestro organismo y nuestro cuerpo no están preparados. Aunque avancemos en la costumbre de los trabajos por turnos, nuestra ‘programación’ orgánica apunta a utilizar las noches para descansar y los días para producir.
Hasta que fue necesario trabajar también en las noches. Un hábito que conocen diversas profesiones de manera muy directa y que, como prueban numerosos estudios, no hace bien.
Riesgos de trabajar turnos: una cuestión de salud pública
Largamente estudiado, el fenómeno de trabajar por turnos o trabajo rotatorio produce consecuencias negativas en este tipo de profesionales. Y no son cuestiones baladíes ni de poco calado. La realidad del trabajo en turnos altera de manera radical dos mecanismos fundamentales para nuestro organismo.
Por un lado, produce un desfase de los ritmos biológicos —tanto de manera externa como interna—. Al mismo tiempo, se asocian a la privación de sueño, que puede degenerar en muy distintos trastornos. Insomnio, apnea del sueño o narcolepsia entran en esta serie de perjuicios que, además, no entienden de edad y de género al entender los riegos de trabajar por turnos. No obstante, sí se aprecian patrones que complican y hacen más severos estos trastornos a medida que envejecemos.
Las consecuencias de dormir poco o mal son frecuentes. Sin embargo, el trabajo en turnos rotativos, especialmente en los que implican la noche, implica consecuencias orgánicas que va más allá. La relación del trabajo en turnos con las enfermedades coronarias es una realidad. También de un aumento del riesgo cerebrovascular, amén de una mayor propensión a otras patologías muy diversas como obesidad, síndrome metabólico (del que ya te hablamos en THE OBJECTIVE), depresión y trastornos inmunológicos.
Distintas pautas, mismas conclusiones
A su vez, genera un segundo componente que va derivado de esa privación de sueño y de la alteración de ritmos biológicos: un mayor riesgo de accidentabilidad. Debido a esa somnolencia y a esa sensación aumentada de cansancio, las probabilidades de sufrir accidentes de diversas índoles —incluso más allá de lo laboral— aumentan. Por eso, independientemente de su estilo, devienen riesgos al trabajar por turnos.
Catalogados dentro de tres grandes grupos, podemos encontrar turnos discontinuos, semicontinuos y continuos. A su vez, pueden tener una disparidad horaria especialmente amplia, dependiendo de las diferentes legislaciones laborales su extensión.
Riesgos del trabajo en turnos y su afectación cotidiana
Es evidente que hay una alteración de ritmos vitales que afectan de manera directa a la salud. Sin embargo, cada vez más queda claro que no sólo se hace alusión a la salud física, sino también a la salud mental. El trabajo por turnos, como explican desde Quirón, «implica que el trabajador debe modificar las rutinas de su vida personal y social para ajustarse a la dinámica laboral».
Con ello aumento un riesgo psicosocial que deviene en distintas consecuencias. Se limita la interacción familiar y social, con la peligrosidad de que esto genere relaciones distantes. También es posible que los momentos de calma o pernocta no tengan las condiciones adecuadas, lo cual puede reducir la productividad y empeorar aún más las condiciones del trabajo.
Una realidad a cuya conclusión llegó un estudio publicado en la revista científica Occupational & Environmental Medicine tras hacer una revisión de 18 estudios que habían involucrado a cerca de 19.000 personas, comprobando los riegos de trabajar por turnos.
Comprobado a través de seis resultados diferentes ofrecidos por diversas pruebas formales, los resultados sí aportaron disparidad de conclusiones entre los distintos turnos. En este caso, analizándose determinados patrones como velocidad de procesamiento, memoria de trabajo, estado de alerta, control de impulsos y respuesta situacional, atención visual y cambio de tarea, las personas con turnos rotatorios ofrecieron peores resultados tanto en el control de impulsos como en control de impulsos y respuesta situacional, lo que los investigadores relacionaron con el control cognitivo.
Una pérdida para el empleador y para el trabajador
Aunque en el resto de los supuestos no se obtuvieron efectos de gran calado, sí fueron igualmente dispares. Todo ello se rige, según citaban los investigadores, en esta disparidad de turnos. De esta manera, consideraban que trabajar fuera del ciclo día-noche normal interfiere en el ritmo circadiano. A su vez, esta alteración supone una expresión hormonal distinta —principalmente del cortisol y la melatonina—, lo cual justificaría las alteraciones del ciclo de sueño.
Entre las conclusiones del estudio se desprende otra realidad de los riesgos de trabajar por turnos o el trabajo rotatorio. Además, salpica directamente a la rentabilidad del empleador. De hecho, mencionan que la reducción del rendimiento neuroconductual del trabajador podría afectar a, entre otras cosas, a un aumento de lesiones o errores en el trabajo.
Por este motivo, los riesgos de salud que se generan con esta situación acaban afectando directamente a la productividad de la empresa. Al mismo tiempo, también supone un incentivo menos para los trabajadores, creándose una situación poco deseable para ambas partes.