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Qué es el 'jet lag' social: estos pueden ser los efectos de no descansar en fin de semana

Unas cervezas el viernes, el cocido del domingo, un cumpleaños el sábado… Todo apunta en una misma dirección

Qué es el ‘jet lag’ social: estos pueden ser los efectos de no descansar en fin de semana

Un hombre cansado sentado en la cocina | ©Freepik.

Todos sabemos qué es el jet lag, un nombre bien poético para algo que no es otra cosa que la descompensación horaria producida por, por ejemplo, un viaje. Sin embargo, el jet lag social es otra cosa que, con ciertas analogías, también acaba suponiendo una descompensación horaria.

Quizá tu nombre no te suene o no lo haga todavía, pero sí conozcas algunos de sus síntomas. O, si no son sus síntomas, sí conoces cómo se acaba generando. Antes de que tu semana laboral haya llegado a su fin, echas un vistazo al calendario de planes de fin de semana. Haya niños o no, lo cierto es que tu agenda generalmente no se puede considerar tuya.

Cena el viernes, tras salir de trabajar; cumpleaños de Fulanito o de Menganito —o de uno de sus hijos— el sábado, después de haber ido a hacer la compra por la mañana; con suerte, el cumpleaños termina pronto o, en el ‘peor’ de los casos, se alarga y se convierte en copas. Llega el domingo. Comida en casa de tus padres —o en casa de los suegros—, tras haber iniciado la mañana con una pequeña maratón de limpieza. Termináis los postres, rumbo a casa y repaso de agenda de la semana.

De un plumazo, 48 horas han desaparecido del mapa y casi no te has dado cuenta cómo. Ya el lunes, de nuevo en la faena, piensas en que no has resarcido tus horas de sueño y la semana comienza cuesta arriba. No le ponías nombre, pero ya sabes qué es: es el jet lag social y es el responsable de que estés derrengado el lunes y con ello, otra serie de percances.

Entendiendo el ‘jet lag’ social

Un hombre con jet lag social sujeta un café en la mano
Se entiende por jet lag social la desalineación entre el ritmo biológico y el ritmo social. ©Freepik

Oficialmente, el término jet lag social no obedece ni a una patología ni una enfermedad. No obstante, sí se puede relacionar con una serie de complicaciones que derivan de la privación del sueño. En términos médicos, podría definirse como jet lag social a la desalineación entre el ritmo biológico y el ritmo social. De hecho, es una realidad que lleva circulando más de una década en diversas conversaciones científicas. En la teoría, una persona adulta debería dormir entre siete y nueve horas al día. Algunas personas necesitan más, otras menos, pero es un estimado donde los españoles salimos perdiendo, como ya te explicamos en THE OBJECTIVE.

¿Qué significa esta derrota? Simplemente dormimos menos horas que nuestros vecinos europeos. Como es lógico, toda esa complicación se acaba retroalimentando. Peor sueño implica una menor calidad de vida, problemas alimenticios, sedentarismo y así acaba generándose un círculo vicioso que el jet lag social amplifica.

Una realidad que, por cierto, también se multiplicaría con distintos ejemplos como el hecho de trabajar por turnos. Sin embargo, el hecho de sufrir el jet lag social no entiende necesariamente de trabajos de esta índole, sino de no dormir las horas necesarias. Además, conviene recordar que pegarse atracones de sueño para recuperar el sueño perdido no es útil.

La realidad, sueños perdidos aparte, es que nuestro organismo agradecería que siempre nos acostásemos a la misma hora. El ser humano es un animal de costumbres y un estudio del King’s College londinense publicado en The European Journal of Nutrition ha demostrado que estas alteraciones de sueño pueden perjudicar en varios sentidos. Uno de ellos, a priori poco comprensible de entrada, es que las personas que alteran sus horas de sueño tienen más problemas digestivos.

Cómo te altera

Un grupo de personas de fiesta
El jet lag social podría estar vinculado a numerosas patologías a medio y largo plazo. ©Freepik.

Como en todo estudio científico, se debe recordar que correlación y causalidad no son lo mismo y que una cosa no tiene por qué justificar la otra. Lo que sí existen son ciertos indicios de que, por ejemplo, el jet lag social supone alteraciones alimentarias. Es lo que considera esta revisión, que establece una posible conexión entre la ingesta dietética y el jet lag social. Según sus datos, las personas que tienen un jet lag social más acusado tendrían una menor adherencia a una dieta saludable.

Una misma relación que avala este estudio epidemiológico que va más allá de la duración del sueño y que indica que el jet lag social estaría asociado a un mayor índice de masa corporal. Aunque este índice no debe ser tomado como infalible, sí permite entender que hay una correlación entre jet lag social y obesidad. En este sentido, la correspondencia entre horario biológico y horario social podría ayudar a gestionar la obesidad.

Situaciones que, en una publicación en la revista Nutrients, también apuntan en el mismo sentido, aunque amplía el campo de perjuicios. Llevado a cabo por diversas instituciones de Países Bajos, el jet lag social puede guardar relación también con menores rendimientos académicos y laborales. Además, no sólo eso. También inciden en problemas metabólicos, cambios en la regulación del cortisol y estudios que lo vincularían también con un aumento del riesgo cardiovascular. De esta manera, las evidencias del informe apuntan a que el jet lag social predispondría potencialmente a enfermedades en el futuro.

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