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Los 'cinco minutos más': por qué postergar el despertador puede ser mejor de lo que parece

Buenas noticias para aquellos que estiran el dormitar en la cama

Los ‘cinco minutos más’: por qué postergar el despertador puede ser mejor de lo que parece

Un hombre duerme en un sofá | ©Freepik.

La escena nos suena a todos. Amanece y el despertador, ese diabólico invento, amenaza con su soniquete durante interminables segundos. Una realidad que muchos paliamos con los clásicos ‘cinco minutos más’, estirando el chicle del sueño y regateando unos cuantos sueños a Morfeo.

Sin embargo, son muchos los estudios que avalan que ese gesto, aparentemente inocuo, no tiene ventajas y sí muchos inconvenientes. Entre lo que más se ha citado se suele recordar que aumenta la irritabilidad y que condiciona los patrones de sueño, pues en ese breve período no da tiempo a recuperar las fases de sueño. Especialmente si se hace de manera muy continuada con diferentes alarmas en el despertador.

Al menos, hasta ahora. Sin embargo, un reciente estudio de la Universidad de Estocolmo, en Suecia, ha comprobado que esos cinco minutos más pueden venirnos bien. Así lo consideran tras analizar los resultados en 1.732 pacientes comprobó que los que lo hacían están más cognitivamente alertos al despertarse. Todo ello, a pesar de lo que recuerda el estudio, de las alteraciones del sueño que se producían.

Valorando estos hábitos matutinos sobre los participantes, el estudio, publicado en la revista científica Journal of Sleep Research, se centraba en esa rutina de presionar el botón de repetición de alarma. También, comentan los investigadores, con la frecuencia en que se pulsaba o en la programación de la alarma.

El resultado fue que la mayor parte de los encuestados (1.195) pulsaban el botón o programaban diferentes alarmas. Además, otra cuarta parte de todos los integrantes consideraban culpable al botón de repetición de sentirse demasiado cansados. No es una novedad, pues hay estudios que avalan esta realidad. Además, el estudio constató que la mayor parte de los investigados dormían siesta. Sobre todo, en personas jóvenes o con cronotipos tardíos.

La relación entre el despertador y los ‘cinco minutos más’: pros y contras

Una mujer se despierta en una cama
Contrariamente a lo que se pensaba, puede que pulsar el despertador varias veces no tenga malos efectos cognitivos. ©Freepik,

La mayor parte de la literatura científica que ha estudiado el vínculo entre el despertador y postergar ese despertar, presionando el botón de repetición o colocando diferentes alarmas, apunta a los efectos nocivos. Entre los que más se suelen citar estaría el de la generación de un sueño fragmentado nocturno es peor que un sueño corto, aunque ininterrumpido.

Sin embargo, diversos estudios, como el antes citado, estarían detrás de una nueva realidad: pausar la alarma podría tener beneficios cognitivos, aunque veremos que hay letra pequeña. No sorprende comprender que, en circunstancias idóneas, el dormir bien (de lo que ya te hablamos en THE OBJECTIVE) sería más que conveniente.

Sin embargo, la realidad laboral y social en la que vivimos invita o facilita que cada vez haya más personas búho o nocturnas que alondras o matutinas. De hecho, algo que ha comprobado el estudio es que los sujetos más jóvenes examinados tenían más tendencias nocturnas.

Por contra, parecería que no hubiera diferencias en ciertos desempeños entre personas que se despiertan a la primera frente a los que usan varias alarmas. Es precisamente lo que apunta ese estudio sueco de dos fases, donde la segunda fase se aplicaba a personas que dormitaban media hora.

Tras comprobar los resultados —de una muestra muy pequeña de apenas 31 personas— se dieron cuenta de que esos 30 minutos de remoloneo con la alarma mejoraban las pruebas cognitivas. O, en cierto modo, no afectaban al rendimiento si se comparaban con las personas que se despertaban de manera rápida.

El papel de la siesta

Un hombre duerme sin despertador en un sofá
El estudio además también matiza la funcionalidad de determinados tipos de siesta. ©Freepik

No obstante, los resultados de esa treintena de participantes obtuvieron una valiosa conclusión para los amantes de los cinco minutos más. Con los datos en la mano, las personas que habían dormido media hora más, aún pulsando el botón de alarma varias veces, realizaban mejor las ecuaciones y los ejercicios de memoria propuestos.

Algo que los investigadores achacan a una menor inercia del sueño. Además, se comprobó que no había diferencias en cognición o estado de ánimo. Pero, como insistimos, hay de nuevo una letra pequeña: la siesta.

En este sentido, el estudio considera que siestas breves pueden mejorar esa inercia del sueño sin alterarlo en las personas que tienen somnolencia matutina. También para los cronotipos tardíos —esos ‘búhos’—. No obstante, explicaban también que no había efectos claros de la siesta en las reacciones del cortisol al despertar, el estado de ánimo o el sueño noctuno.

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