'Retrowalking': qué es este ejercicio para caminar de espaldas y qué beneficios tiene
Algunos ejercicios son simplemente una cuestión de cambiar la perspectiva
Tendencias fitness hay a decenas. Algunas, incluso, no parecen ser útiles. Otras, sin embargo, tienen avales de determinados estudios que prueban sus beneficios. Es el caso del retrowalking, el último grito en ejercicio físico que, aunque parezca un deporte contranatura, parece tener más ventajas de las que parece.
Cierto es que las cosas, especialmente si hablamos de ejercicio físico, siempre suenan mejor en inglés. Como sucede con el retrowalking, un sencillo ejercicio que básicamente es caminar de espaldas. Puede entrañar ciertos riesgos físicos, como es lógico. Solo hay que imaginar la escena recorriendo una gran arteria de una ciudad española o atreviéndose en terrenos con desnivel para comprobar que puede haber fisuras en el plan.
Sin embargo, parece que también hay bondades. Más allá de las que el simple hecho de caminar promueve. Clave en el ejercicio físico a partir de determinadas edades, el simple hecho de caminar ya entra dentro de lo que la OMS considera un ejercicio de intensidad moderada. Sus ventajas, de sobra conocidas, oscilan desde mejorar la forma física a la pérdida de peso, pasando por una mayor coordinación o una mejora de la capacidad cardiovascular.
Progresos que, como es lógico, también irán implicados al retrowalking. Sin embargo, no se quedan sólo hay sus beneficios, tal y como avalan diferentes estudios. En este caso, parte de las recomendaciones del retrowalking irían encaminadas también al reto que supone este ejercicio, pero también al tipo de paso que hemos de dar.
Los beneficios del retrowalking
Es evidente que mantener siempre el mismo tipo de paso puede repercutir a nivel articular en nuestro tren inferior. Curiosamente, un estudio ha constatado que el retrowalking podría servir de alivio en personas que tengan osteoartritis de la rodilla. Este malestar, caracterizado por la dificultad de movimiento de la articulación de la rodilla, podría verse mitigado —en parte— con el retrowalking.
Al cambiar el tipo de paso que estaríamos dando, se varía también el tipo de trabajo que le estaríamos dando a la rodilla y aumentaríamos su recorrido. De hecho, este tipo de ejercicio es una práctica relativamente común en fisioterapia y rehabilitación para tratar la osteoartritis.
También hay investigaciones que lo vinculan a una mejora de la flexibilidad del tendón de la corva, por lo que el retrowalking podría ser un buen remedio para las personas que mantengan cierta tirantez en los tejidos tendinosos de la corva. Además, también hay estudios que avalarían que, en personas obesas sin entrenamiento, el retrowalking podría servir para perder peso.
Con este ejercicio, aparte de mejorar el tono físico, también se consigue poner en marcha musculaturas que podían estar algo más oxidadas por el paso normal. Además, es un ejercicio relativamente exigente en cuanto a la forma de realizarlo, pues nos obliga a una coordinación poco habitual del paso y de la atención a lo que nos rodea.
Cómo empezar a hacer retrowalking
Caminar parece un ejercicio siempre seguro, pero el retrowalking no tiene por qué serlo. O no de entrada, evidentemente. La primera recomendación es que busquemos un lugar seguro para practicarlo. ¿Qué entendemos por seguro? Pues debería ser una zona plana, con poca pendiente y libre de obstáculos. Además, especialmente, sin terrenos irregulares o que puedan estar abiertos a un tráfico intenso. Ya sea rodado o peatonal, la evidencia de que caminar de espaldas no es muy recomendable en mitad de una calle muy concurrida parece clara.
Como también es lógico debemos tener claro el apellido ‘walking’. Se trata de caminar, no de correr. Por este motivo, lo que se recomienda es comenzar con pasos cortos y lentos, que nos permitan superar etapas, y que luego nos permitan ir aumentando la velocidad si así lo consideramos para adaptarnos al retrowalking.
Cómo ponerlo en práctica
También es fundamental que mantengamos la cabeza erguida, haciendo que el caminar marcha atrás sea fluido y donde sólo necesitemos girar la cabeza de manera puntual. Cuando hagamos estos gestos, además, deben ser de la manera más natural y suave posible. Para ayudarnos en el paso también se aconseja que los brazos se balanceen de forma sencilla, suavemente, o incluso ligeramente apoyados en las caderas. Con este apoyo se mejora el equilibrio.
De hecho, una de las recomendaciones más habituales es ir alternando caminata de espaldas con caminar convencional. Por eso, un buen lugar donde practicar y familiarizarse con esta práctica es con la cinta de correr de los gimnasios. Sin obstáculos, con velocidad modulada y con una pendiente también controlable, es una buena manera de empezar a poner el retrowalking al día.