El superalimento gallego cargado de vitaminas, fibra y calcio que apenas suma calorías
Tan sabroso como desconocido, en invierno vive su mejor momento
Llega el invierno y con él llega uno de los grandes protagonistas de la huerta gallega. Hablamos de los grelos, una verdura de hoja verde que es un alimento tan completo como desconocido para muchos no gallegos. Típica de invierno e ingrediente fundamental de platos como el pote gallego o el propio lacón con grelos, no hablamos de una hortaliza muy común más allá del Atlántico.
Sin embargo, tiene mucho más sabor que otras alternativas de hoja verde como suelen ser las espinacas o las acelgas. Además, la forma de cocción de los grelos —muy similar— también permite que luego sean rehogados y permiten ser guarnición sencilla de carnes y pescados de todo tipo.
Fáciles de encontrar —incluso en conserva—, los grelos son una hortaliza bastante sabrosa que puede venir de perlas en Navidad, pero también a lo largo del invierno. Como es evidente en cualquier tipo de hortaliza, su contenido en grasa es apenas residual, como también sucede con otros macronutrientes. Pocos carbohidratos y pocas proteínas, pero en su punto positivo encontramos cantidades altísimas de ciertas vitaminas.
Por este motivo, los grelos (y las nabizas, que se parecen, pero no son lo mismo) son una herramienta muy válida en dietas hipocalóricas. Una virtud nada desdeñable en los meses de invierno, pero también en diciembre, que permite buscar un elemento bajo en calorías para platos principales y guarniciones, que además tiene una versatilidad gastronómica brutal. De hecho, además, cuentan hasta con su propia Indicación Geográfica Protegida.
Los beneficios nutricionales de los grelos
Resulta curioso comprobar cómo los grelos también pueden ser perfectos en dietas de adelgazamiento. A pesar de su poca cantidad de macronutrientes, su contenido en fibra es bastante elevado, motivo por el que nuestras digestiones pueden aplaudir su ingesta. Hablamos de 4 gramos de fibra por cada 100 gramos de producto. Por ponerlo en contexto sería la misma cantidad, aproximadamente, que tiene el brócoli.
No obstante, no hemos venido sólo a hablar de fibra si ponemos a los grelos en la mesa. En cuanto a minerales hay dos elementos que destacan sobre manera: el calcio y el hierro. Otra sorpresa, sobre todo en el caso del primero, que supone que 100 gramos de grelos contengan 98 miligramos de calcio.
Una cantidad más que apreciable si se tiene en cuenta que la dosis diaria recomendada de este mineral son de 1.000 miligramos diarios. Es decir, los grelos son una fuente vegetariana y verde de calcio para todos los que no puedan o quieran consumir productos animales o para intolerantes a la lactosa.
Además, los grelos también son ricos en hierro. Si bien es cierto que, como ya te explicamos en THE OBJECTIVE, se trata de hierro no hemo, su cantidad no es nada desdeñable. 100 gramos de grelos contienen 3,1 miligramos de hierro, cuando la dosis que se necesita al día en una dieta equilibrada es de 10 miligramos en el caso de los hombres. Cantidad que, en el caso de las mujeres, se eleva hasta 18 miligramos.
Un tesoro verde cargado de vitamina A y vitamina C
Aunque su absorción sea peor que la que tiene el hierro procedente de las carnes, no deja de ser una buena fuente de hierro. Del mismo modo e igualmente relevante, hablamos de un carrusel de vitaminas. Vitaminas, además, que podrían pasar desapercibidas en un elemento como los grelos. Hablamos de la vitamina C, por ejemplo, donde 100 gramos de grelos supondrían 60 miligramos de vitamina C. Puesto en contexto, el dato habla por sí solo: la necesidad diaria de esta vitamina es de 80 miligramos, lo que se podría alcanzar con mucha facilidad a costa de los grelos.
Algo que también supone la vitamina A, fundamental para la salud ocular (algo más que necesario en invierno). Esos mismos 100 gramos de grelos suponen la ingesta de 1.000 mg de retinol, que es la cantidad diaria recomendada. Un auténtico bombazo de vitaminas invernales con un ingrediente fácil de comer, barato y versátil.
Cómo preparar los grelos para aumentar su valor nutricional
La gracia de los grelos dentro de una dieta hipocalórica está en que no nos pasemos con sus compañías. En este caso, un plato tan icónico como lacón con grelos puede ser contraproducente. Lo que no es contraproducente es que sirvamos por ejemplo los grelos junto a las patatas cocidas. Una preparación muy gallega que igualmente nos permite recurrir a los hidratos de carbono que aporta la patata y, al mismo tiempo, a las vitaminas que ponen los grelos.
No obstante, como siempre que se cuece en hortalizas o verduras, debemos tener cuidado en la propia cocción. Si los cocemos en demasía buena parte de los nutrientes van a acabar en el caldo, que generalmente vamos a desechar. Por este motivo, una de las mejores formas de comer grelos es simplemente salteándolos un poco en una sartén. Otra opción es cocerlos en un agua muy caliente durante un breve periodo de tiempo. A partir de ahí, ya podríamos consumirlos sin problemas.
Como es evidente, siempre que se cuecen en este tipo de hortalizas, ese mismo caldo lo podríamos consumir. Por eso parte del encanto de que nos tomamos el clásico pote gallego, aunque es cierto que tiene bastantes calorías. Una buena forma es simplemente que reduzcamos a las partes más calóricas de este tipo de preparaciones y mantengamos el contenido verde del caldo.