Cuáles son las enfermedades más frecuentes del invierno y cómo se distinguen entre sí
En todas ellas el frío es un denominado común
Hay determinados elementos que son prácticamente indisolubles de lo que significa el invierno. El frío, las bajas temperaturas, la cuesta de enero, la Navidad, los regalos, el roscón de Reyes… pero también, si de salud hablamos, hemos de hablar de las enfermedades más frecuentes del invierno. Una realidad que cada año llega puntual y a la que no siempre podemos ponerle ni cara ni remedio.
Las razones por las que hay determinadas enfermedades más frecuentes en invierno son relativamente obvias. El frío, un aumento de la concentración de personas en espacios cerrados, mayores niveles de convivencia, peores niveles de ventilación en casa y oficinas… Los motivos por los que el invierno dispara determinadas patologías son abundantes.
No obstante, antes de criminalizar al frío como tal, conviene saber que éste no nos pone malos por sí solo. Lo que sí ocurre es que facilita que determinados patógenos como bacterias o virus se encuentren más cómodos de la cuenta. Por tanto, desecha ese mantra de que te has puesto malo porque hace frío, ya que la realidad de muchos resfriados o infecciones respiratorias están vinculados a los patógenos y no solamente a la bajada de las temperaturas.
De hecho, también es posible que a las enfermedades más frecuentes del invierno se asumen cada año en ciertas ocasiones otro tipo de patologías imprevistas, como podría haber sucedido en 2023 con el brote de gripe A. Sin embargo, lo más habitual en cuanto a enfermedades más frecuentes del invierno, tiene que ver con clásicos como el resfriado común o la gripe. No obstante, como vamos a ver a continuación, no son las únicas patologías que nos suelen amargar estos meses de frío.
Por qué hay determinadas enfermedades más frecuentes en invierno
La mayor parte de las causas para justificar por qué hay enfermedades más frecuentes en invierno tienen que ver con la propia climatología. Como es evidente, el frío juega un papel fundamental en esta proliferación. Por ejemplo, el aire frío que respiramos en estos meses permite que ciertos virus se repliquen mucho más fácilmente en la nariz.
Del mismo modo, debido al frío que puede haber en la calle, la población está más tiempo reunida en transportes públicos, lugares de trabajo o espacios mucho más reducidos. Todo esto se traduce en que estemos en lugares interiores poco o mal ventilados y donde hay un mayor contacto directo con otras personas. Como es evidente, esto facilita la difusión de cualquier tipo de virus que afecte a las vías respiratorias.
Además, también hay que entender que las enfermedades más frecuentes del invierno tienen un cierto vínculo con el sol. Durante el invierno, la radiación ultravioleta (los rayos que llegan del sol a La Tierra) son de menos intensidad, lo cual permite que los virus sobrevivan con más facilidad.
Además, no menos evidente es el hecho de que tenemos grandes posibilidades de movilidad, por lo cual desplazar virus es también más sencillo. Si eso lo añadimos a una misma rutina, en la cual la mayor parte de la población vive en grandes ciudades, se refugian espacios cerrados y además se mueve con frecuencia, tenemos el caldo de cultivo perfecto para entender por qué determinadas enfermedades son más frecuentes en invierno.
Cuáles son las enfermedades más frecuentes en invierno
Dos son, con diferencia, las reinas del baile si queremos entender las enfermedades más frecuentes del invierno. La primera, aun así, con diferencia, es el resfriado común. La segunda, por contra, es la gripe. Además, en su día en THE OBJECTIVE ya te explicamos qué diferencia hay entre el resfriado y la gripe. Además, se estima que un adulto promedio sufre ente dos y cinco resfriados anuales. Los menores, por contra, entre cuatro y ocho.
Para que no nos perdamos, tengamos claro que el resfriado común o catarro tiene un origen vírico, que produce determinada inflamación, tanto en la garganta como en la nariz, apareciendo congestión nasal. También cierto tipo de molestias en la faringe, además de los consabidos estornudos y mocos. Además, puede venir acompañada de irritación ocular y, en ocasiones, de fiebre, pero no siempre en esta enfermedad frecuente en invierno.
La gripe, por su parte, está siempre motivada por otro virus (la influenza) y los síntomas son bastante parecidos a los de resfriado, pero suele venir acompañada de fiebre alta y de molestias musculares, algo que no es nada habitual en los resfriados. A partir de aquí, lo que vamos a encontrar son otro tipo de infecciones respiratorias, en las cuales también los virus son los culpables, casi por lo general, en enfermedades vinculadas al invierno. Eso no quiere decir que no haya infecciones de origen bacteriano, pero sí que la mayor parte de ellas son víricas.
Una colección de ‘itis’ y otras infecciones respiratorias
En este sentido, lo que hay es un carrusel de itis. En función de la parte del cuerpo (más concretamente del sistema respiratorio) que se va a ver afectada. Por ejemplo, es muy habitual que determinadas infecciones como la laringitis y la faringitis hagan estado de aparición. En ambos casos, su sintomatología se suele reducir a tos, seca, problemas respiratorias y ruidos al respirar.
Otro clásico es la bronquiolitis, una infección vírica que se produce por una inflamación de las vías respiratorias inferiores y que es especialmente grave los niños pequeños, sobre todos los menores de un año. Genera una tos muy ruidosa, bastante molesta y problemas respiratorios, que se aumentan por la secreción del moco. Un elemento que suele estar presente en las enfermedades más frecuentes del invierno.
De hecho, una forma relativamente sencilla de identificar las diferencias de esta infección viral es fijarse en los burbujeos o pitidos que se generan cuando se respira. Por eso, también es conveniente que, al hablar de niños pequeños, los padres tengan clara la diferencia entre bronquiolitis y catarro. En el caso de este segundo, suele haber una menor dificultad respiratoria, muy al contrario que en la bronquiolitis, donde la dificultad respiratoria es manifiesta.
Enfermedades que no entienden de edades
Por último, también conviene hablar de otras dos enemigas habituales del invierno: la bronquitis y la amigdalitis. En el caso de la primera hablamos de una infección respiratoria que solo obedecer a un origen vírico. Luego genera problemas respiratorios, fiebre y broncoespasmos, producto del estrechamiento de los bronquios. Además, también es muy habitual y fácil de diferenciar respecto a otros tipos de toses (como la del catarro) porque la tos es bronquial, es decir, viene de más abajo y produce ruidos mucho más graves, algo que en la tos del catarro (faríngea) no es tan notable.
En el caso de la amigdalitis, aunque si podemos hablar de orígenes, bacterianos o víricos, no dejamos de hablar de una infección de garganta. También suele ser recidivante y genera pus en las amígdalas y fiebre. Va acompañada además de una inflamación en esta zona del cuerpo que dificulta la deglución, tragar o hablar.