Esta es la letra pequeña de los batidos de chocolate: ¿son una buena merienda?
Frecuente en muchas de las tardes de los niños, su presencia debería ser menos abundante de lo que es
Difícil es imaginar una infancia en la que no se ansíe la merienda. Antes de la adolescencia, entre carreras y juegos, es habitual ver a familias peleando por conseguir que sus hijos se terminen la merienda de rigor. Un momento de cierta calma tensa que puede tener protagonistas de lo más variados. Frutas, bocadillos, galletas, batidos de chocolate, zumos…
La realidad de este drama, generalmente edulcorado, es que buena parte de lo que interpretamos como positivo a la hora de merendar no lo es. O, como poco, no lo es tanto si se convierte en una rutina. En una España –y unas sociedades occidentales– amenazadas por el sedentarismo y con picos de obesidad infantil altísimos, determinados pequeños gestos cuentan mucho.
Se estima que el 40% de los menores españoles padecen sobrepeso u obesidad, una auténtica lacra si se tienen en cuenta las consecuencias actuales, pero también futuras. En ellas, evidentemente, juega un papel trascendental la alimentación, así como la falta de actividad física. Las causas pueden ser más o menos estructurales. No obstante, se suele citar habitualmente el acceso a toda clase de alimentos procesados y también a los cambios de hábitos.
Abandonar los deportes y los juegos al aire libre por el mundo de la tecnología y las pantallas es otra evidencia. De ella llevan alertando los pedagogos llevan alertando años. Por eso, en determinados momentos del día, comprobar cómo la alimentación puede jugar un factor diferencial es importante. Y, entre ellos, aunque no se trate de criminalizar a solo un producto, sí conviene comprobar los problemas de algo tan sencillo como los batidos de chocolate.
La realidad del cacao y del chocolate
Son varias las veces que hemos alertado en THE OBJECTIVE sobre lo que de verdad hay detrás de los productos o subproductos del cacao que se consumen en los hogares españoles. Un ejemplo son la gran cantidad de calorías que tiene el chocolate negro, más abundantes cuanto más puro es. Lo cual es paradójico, pues puede ser un alimento más calórico que un chocolate con leche con una gran cantidad de azúcar. Esto, como explicamos, se debe a que el chocolate es esencialmente una grasa y las grasas albergan por gramo más calorías que las proteínas o los hidratos de carbono.
No obstante, no es la única tesitura que os hemos planteado sobre la conveniencia de ciertos productos vinculados al chocolate. Antes de hablar de los clásicos batidos de chocolate, conviene que pongamos también sobre el tapete a otro de los clásicos: el cacao soluble. Si nos avenimos a leer la información nutricional del cacao soluble, prácticamente del tipo que sea, salvo que sea cacao puro, vamos a comprobar que su ingrediente fundamental es el azúcar.
Los cacaos solubles más populares de nuestro país sitúan la horquilla de azúcares añadidos entre los 70 y los 75 gramos por cada 100 gramos de producto. Evidentemente, teniendo en cuenta que nos referimos a un 70% o 75% del producto como azúcar y que la OMS recomienda que la ingesta de azúcar diaria no supere los 25 gramos, las cuentas se hacen fácilmente. Una cucharada sopera colmada puede suponer unos 15 gramos de producto. Si sacamos la calculadora, hablamos de unos 11 gramos de azúcar. Es decir, nos ‘ventilamos’ casi la mitad del azúcar diario recomendado en una sola toma.
La letra pequeña de los batidos de chocolate
Algo que sucede también con el cacao en polvo y que se reitera aquí. Especialmente al llega a través de la impresión de productos lácteos. Por eso, da la sensación de ser un producto más recomendable, pero lo cierto es que los batidos de chocolate tradicionales vibran al mismo son. Aunque hay diferencias entre los distintos batidos de chocolate que podemos encontrar en las grandes superficies, no son demasiado notables.
Valiéndonos de la información nutricional que vemos en su etiquetado, vamos a comprobar que lo habitual es que presenten entre nueve y diez gramos de azúcares por cada 100 gramos de producto. Teniendo en cuenta que las medidas más habituales de estos batidos son en briks de 200 ml, las matemáticas no fallan. Por cada uno de ellos estamos dando unos 18 o 20 gramos de azúcar a nuestros hijos.
Camuflados como bebida a base de leche, la realidad de los batidos de chocolate es la de un alimento poco recomendable para su uso diario. Exactamente lo mismo que sucede con los ejemplos de fresa, vainilla y otros sabores. Una trampa nutricional en la que solemos caer como progenitores, creyendo que partimos de un producto sano. El problema añadido, como también reiteran desde la Academia Española de Nutrición y Dietética, está en que «se presta menos atención en cuanto a calidad nutricional al desayuno y a la merienda».
Convertida, bien por costumbre o falta de tiempo, en un recurso más fácil que una comida o una cena donde solemos recurrir a este tipo de procesados. Productos que, como insistimos, si se consumen de manera muy esporádica dentro de una dieta equilibrada no tienen por qué ser perjudiciales. No obstante, lo fundamental es que no se erijan en costumbre.