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Estos son los efectos de discutir online: cuanto más larga la bronca, peor para tu salud mental

En función de la duración y del contenido, las discusiones en entornos digitales pueden ser especialmente violentas

Estos son los efectos de discutir online: cuanto más larga la bronca, peor para tu salud mental

Una mujer enfadada mirando su teléfono. | ©Freepik.

Cuánto más, peor. Es una máxima que, si la trasladamos al entorno de las redes sociales, puede ser evidente. Tanto como para que un estudio científico publicado en la revista Nature haya comprobado cómo nos afecta discutir online. Incluso a niveles en los que, tras comprobarlo, hayan dado pie a que un exceso de vehemencia y duración nos va a afectar mucho más.

Lo cierto, como prueba el estudio, es que además no es una práctica tan moderna como cabría pensar. Tras analizar las dinámicas sociales y el impacto de las redes sociales en un período de más de 30 años, el estudio ha comprobado cómo también ha evolucionado el lenguaje tóxico.

Para ello se han valido de un estudio de ocho plataformas, que van desde la primigenia Usenet hasta las actuales como Facebook o Instagram. Lo curioso, como también avala el estudio, es que hay una evidente relación que vincula la toxicidad de la conversación con su duración.

Algo que, en cierto modo, podría ser evidente. Cuanto más se alarga una polémica, más se enconan y enrocan las posturas, volviéndose aún más beligerantes. No obstante, entre las conclusiones de la investigación también se encuentran varias puntualizaciones que conviene aclarar. Una de ellas es que, curiosamente, la toxicidad no aumenta necesariamente a medida que evoluciona el debate.

También, como concluyen, los participantes pueden mostrar cierto nivel de tolerancia a esa toxicidad dialéctica. Algo que también puede llamar la atención, pues comprobaron que el lenguaje tóxico no desanima a los participantes en su concurso. Un concepto que, de manera muy española, podríamos calificar como ese ‘entrar al trapo’

Discutir online: entre la frustración y el inconformismo

Si bien es cierto que no existen abundantes estudios que hayan hecho hincapié en estas consideraciones, sí hay estudios previos que apuntan a la relación entre el enfado y el uso de redes sociales o la discusión en ellas. Pueden ser redes tal y como las concebimos, bien sea Facebook, Instagram o Twitter (ahora llamado X), pero también otros formatos.

Una mujer mira su teléfono tras una discusión online
Una mujer mira su teléfono tras una discusión online

Es lo que sucede con foros de debate como el estadounidense Reddit, uno de los más conocidos del mundo, o, a nivel más local, como Forocoches. Lo que sí es cierto es que hay estudios que han categorizado como, por ejemplo, los ataques políticos en redes sociales favorecen el enfado y el aumento del cinismo del usuario hacia la política.

También, como menciona este estudio de la Universidad de Yale, en Estados Unidos, de cómo la indignación moral aumenta en función de determinados comentarios online. Lo más relevante, analizando los resultados de la revista Nature, es que incluso en conversaciones más cortas, hay un cierto patrón de discusión que se reitera.

En este sentido, explican que las discutir online, cuando ya empiezan de manera tóxica, generalmente perviven en ese mismo entorno. No importa que sean más largas o más cortas, sino que invariablemente mantienen al tono. Sin embargo, puntualizan que algunas de esas conversaciones que ya vienen viciadas en los primeros mensajes acaban muriendo rápidamente, pues no se obtienen respuestas.

La retroalimentación de los algoritmos

Lo que sí sucede, como se explicaba en el estudio de la Universidad de Yale, es que determinados algoritmos favorecen que esa polemización digital aumente. No tanto por la red en sí, sino por lo que buscamos o participamos. Si nuestra actitud va en esa línea, veremos cómo se expande esa red de fobias y filias al discutir online.

Dos hombres enfadados por discutir online
Dos hombres enfadados por discutir online

«La amplificación de la indignación moral es una consecuencia clara del modelo de negocio de las redes sociales, que optimiza la participación de los usuarios», aseguraba Molly Crockett, una de las autoras del estudio. Publicado en la revista científica Science Advances, Crockett apuntaba a que «debemos ser conscientes de que las empresas tecnológicas, a través del diseño de sus plataformas, tienen la capacidad de influir en el éxito o el fracaso de los movimientos colectivos».

Un discurso del odio que está bastante en boga en los últimos años. En este sentido, cabe destacar que se genera, como menciona este estudio, una proliferación de la búsqueda de aprobación social. De esta manera, parece que lo que se busca es «obtener recompensa por el antagonismo hacia objetivos mutuamente odiados». Es decir, algo similar a concebir que los enemigos de mis enemigos son mis amigos, trasladado a esa discusión online.

Conclusiones que, por ejemplo, recoge este otro estudio en el que también se comprueba que ciertos discursos en redes sociales repercuten en aumentos de la depresión, el estrés o la ansiedad. Conceptos de los que ya hemos hablado anteriormente en THE OBJECTIVE y que, lejos de ser algo totalmente novedoso, sí permite comprobar que las redes sociales actúan como altavoces.

El problema, como también menciona este trabajo, es que ejercen un efecto multiplicador de lenguajes o mensajes de odio. De ello deviene que, más allá del propio concepto, hay personas invisibles a las que ofenden –o que ofenden– y que parte de la problemática aparece por la invisiblización del contrario. Como consecuencia, los actos de ofensa digital parecen diluirse y, por tanto, no acabar afectando.

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