Este hábito de sueño es más importante que dormir ocho horas, según la ciencia
Son muchos los motivos por los que dormir bien interesa, pero hay patrones en el descanso que no dejar escapar
En los últimos años, los casos de insomnio han aumentado de manera alarmante tanto en España como en el mundo desarrollado. Las estadísticas revelan que los trastornos del sueño siguen incrementándose, y muchos expertos ya hablan de un riesgo considerable de que estos problemas se conviertan en una cuestión de salud pública. La falta de sueño no solo afecta el rendimiento diario, sino que también tiene repercusiones significativas en la salud física y mental, aumentando el riesgo de enfermedades crónicas como la hipertensión, la diabetes y la depresión.
Determinados hábitos cotidianos están directamente vinculados a esta peor calidad del sueño. Cenar tarde, tener horarios cambiantes, el uso de pantallas durante las horas finales del día, y mantener agendas agotadoras son algunos de los factores que más afectan nuestro descanso. La luz azul emitida por teléfonos móviles, tabletas y televisores puede interferir en la producción de melatonina, la hormona que regula el sueño, dificultando así conciliar y mantener el sueño.
Este fenómeno no se limita solo a los adultos. Adolescentes y jóvenes también están experimentando un incremento notable en los problemas de sueño. Las exigencias académicas, las actividades extracurriculares y el uso intensivo de dispositivos electrónicos contribuyen a este panorama, afectando tanto su rendimiento escolar como su desarrollo general. Por ello, es crucial abordar el tema del sueño con una perspectiva que incluya a todas las edades y enfatice la importancia de establecer buenos hábitos de descanso desde temprano. Algo que hemos tratado en varias ocasiones en THE OBJECTIVE.
Cómo hacer que dormir bien no se convierta en un mal sueño
Para mejorar la calidad del sueño, es fundamental adoptar una serie de pautas que faciliten un descanso reparador. En primer lugar, establecer un horario regular para acostarse y levantarse ayuda a regular el reloj biológico. Es recomendable que tanto adultos como jóvenes mantengan estos horarios incluso los fines de semana para evitar desajustes que afecten el sueño.
El ambiente del dormitorio juega un papel crucial en la calidad del sueño. La habitación debe estar bien ventilada, con una temperatura adecuada, generalmente entre 18 y 21 grados centígrados, y ser lo más oscura y silenciosa posible. Utilizar cortinas opacas y reducir los ruidos con tapones para los oídos si es necesario puede ser de gran ayuda. Además, es importante elegir un colchón y una almohada que sean cómodos y adecuados a las necesidades individuales.
Evitar ciertos elementos disruptores antes de dormir es esencial para un buen descanso. El consumo de alcohol y comidas muy grasas o pesadas debe ser limitado. Especialmente en las horas previas a acostarse, ya que pueden interferir en el sueño. También es recomendable evitar la presencia de estímulos visuales y lumínicos en el dormitorio. Esto incluye apagar televisores y pantallas de teléfonos móviles al menos una hora antes de dormir. Principalmente porque la luz azul que emiten puede afectar negativamente el ciclo del sueño.
El hábito que es más importante que las horas dormidas para tener un buen sueño
Aunque tradicionalmente se ha recomendado que una persona promedio debe dormir entre seis y ocho horas al día, estudios recientes indican que el hábito de acostarse y levantarse siempre a la misma hora es más importante para la calidad del sueño que la cantidad de horas dormidas. Mantener una rutina constante ayuda a regular el reloj biológico, lo que facilita conciliar el sueño y tener un descanso más profundo y reparador.
Algo que avala este estudio, enfocado en las personas mayores. No obstante, no es el único. Una investigación de la revista Sleep vinculaba la regularidad en el sueño con minimizar riesgos de muerte. En él, además, insisten en que duraciones anormales –por largas o por cortas– del sueño, se vinculan a mayores riesgos de mortalidad prematura.
La consistencia en los horarios de sueño fortalece el ritmo circadiano, el ciclo natural de vigilia y sueño del cuerpo. Este ritmo afecta no solo cómo dormimos, sino también cómo funcionamos durante el día. Un horario irregular puede desincronizar este ciclo, resultando en dificultades para conciliar el sueño, despertares frecuentes durante la noche y una menor calidad de descanso. En contraste, acostarse y levantarse a la misma hora todos los días, incluso los fines de semana, puede mejorar significativamente la calidad del sueño y la salud general.
No obstante, la cantidad de sueño es importante. Sin embargo, se vincula también un descanso de calidad a la consistencia de los horarios de sueño. Adoptar una rutina regular para acostarse y levantarse, junto con la creación de un ambiente propicio para el descanso y la eliminación de hábitos disruptivos, puede marcar la diferencia entre un sueño fragmentado y un descanso verdaderamente reparador.