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Estar sana a los 20 no es lo mismo que a los 50: así hay que cambiar los hábitos

En cada etapa de la vida, desde la juventud hasta la madurez, el enfoque en la salud debe centrarse en la adaptación

Estar sana a los 20 no es lo mismo que a los 50: así hay que cambiar los hábitos

Una mujer sana. | Canva

El envejecimiento saludable está influenciado por varios factores, algunos de los cuales no podemos cambiar, como la genética.

Sin embargo, hay aspectos que sí están bajo nuestro control, como realizar actividad física, mantener una dieta equilibrada, visitar al médico con regularidad y cuidar nuestra salud mental.

Según investigaciones del Instituto Nacional sobre el Envejecimiento de EEUU (NIA) y otras organizaciones, existen medidas que podemos adoptar para mejorar nuestra salud, vivir de manera más independiente y preservar una buena calidad de vida mientras envejecemos.

¿Qué es lo que cambia cuando envejecemos?

La salud es un concepto dinámico que evoluciona con el tiempo, y lo que significa estar sana a los 20 años puede cambiar de manera significativa significativamente a los 50.

En la juventud, el cuerpo parece tener una capacidad casi inagotable para recuperarse y mantenerse en forma, lo que a menudo lleva a priorizar el rendimiento físico y la apariencia.

Sin embargo, a medida que avanzamos en edad, los desafíos y prioridades de salud cambian drásticamente. El metabolismo se ralentiza, la capacidad de recuperación disminuye y emergen nuevas necesidades para mantener un bienestar óptimo.

A los 50 años, la salud ya no solo se mide por la ausencia de enfermedad, sino también por la calidad de vida y el bienestar general.

Aquí, la prevención de enfermedades crónicas, el mantenimiento de la movilidad y el equilibrio emocional toman protagonismo.

Por lo que adaptar y cambiar los hábitos de vida y estrategias para mantenernos saludables a medida que pasan los años es esencial para una vida prolongada y saludable.

¿Qué hábitos hay que tener en cuenta en cada etapa?

A medida que envejecemos, nuestros cuerpos y mentes experimentan transformaciones significativas que requieren cambios específicos en nuestros hábitos y rutinas.

Una persona disfrutando de la vida

Hábitos que debes de cuidar a los 20

En cada etapa de la vida, desde la juventud hasta la madurez, el enfoque en la salud debe centrarse en la adaptación y la prevención para asegurar un bienestar óptimo.

  1. Nutrición equilibrada: aunque el metabolismo es rápido, es crucial establecer hábitos alimenticios saludables. Evitar dietas desequilibradas y carencias de nutrientes (como calcio, hierro y vitaminas) puede prevenir problemas futuros.
  2. Ejercicio regular: a esta edad, el enfoque puede ser en el rendimiento físico y la construcción muscular, pero es importante combinar ejercicios cardiovasculares, de fuerza y de flexibilidad.
  3. Moderación en el alcohol y sustancias: controlar el consumo de alcohol y evitar el uso de sustancias adictivas ayuda a prevenir problemas de salud a largo plazo.
  4. Manejo del estrés: aprender a manejar el estrés académico, social y laboral es esencial para la salud mental y física.
  5. Sueño adecuado: priorizar un buen descanso y establecer rutinas de sueño regulares es importante para la recuperación y el bienestar general.

Hábitos que debes de cuidar a partir de los 50

Es fundamental ajustar nuestros hábitos para adaptarnos a las necesidades cambiantes del cuerpo y la mente.

  1. Prevención de enfermedades crónicas: focalizarse en la prevención de condiciones como hipertensión, diabetes y artritis es clave. Mantener un régimen de ejercicio regular y controlar la dieta son prácticas importantes.
  2. Dieta nutritiva: seguir una dieta rica en frutas, verduras, granos enteros, pescado y grasas saludables. Limitar el consumo de sodio y grasas saturadas para apoyar la salud cardíaca y ósea.
  3. Ejercicio de bajo impacto: incorporar actividades como caminar, nadar o hacer yoga para mantener la movilidad, flexibilidad y salud general.
  4. Salud ósea y vitaminas: prestar atención a la ingesta adecuada de calcio y vitamina D para prevenir la pérdida de densidad ósea y fracturas.
  5. Salud emocional y social: mantener una vida social activa y participar en actividades comunitarias para prevenir la soledad y el deterioro cognitivo.
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