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Cómo ser una persona más matutina: cuatro caminos para aprovechar mejor el día

Hay atajos para intentar no solo que los días cundan más, sino también de que nuestra salud lo agradezca

Cómo ser una persona más matutina: cuatro caminos para aprovechar mejor el día

Un hombre usa el teléfono en la cama. º | ©Freepik.

Cada persona tiene su propio ritmo biológico, conocido como cronotipo, que regula cuándo estamos más activos o cuándo sentimos más cansancio a lo largo del día. Existen personas que tienden a rendir mejor durante las primeras horas de la mañana, a estas se las denomina «alondras». En contraposición, están los «búhos», aquellos que se sienten más productivos durante la tarde y la noche. Este comportamiento tiene una base biológica, aunque también puede ser influenciado por el entorno y los hábitos de vida.

Las «alondras» suelen despertarse temprano, realizar sus actividades principales durante la mañana y empezar a sentir el cansancio conforme llega la tarde. Para ellas, el amanecer es el momento ideal para organizar el día, realizar tareas complejas y cuidar su bienestar físico y mental. En cambio, los «búhos» encuentran en la noche su momento de máxima productividad. Prefieren retrasar sus obligaciones matutinas, en parte porque su cuerpo y mente no están completamente despiertos hasta más tarde en el día.

Es importante destacar que ninguno de estos cronotipos es mejor que el otro en términos absolutos. Sin embargo, en una sociedad que premia el madrugar –especialmente en el ámbito laboral y educativo– ser una persona más matutina puede ofrecer ciertas ventajas. La buena noticia es que, si bien el cronotipo tiene una raíz genética, hay maneras de modificarlo ligeramente para adaptarlo mejor a la rutina diaria, haciendo que una persona pueda convertirse en más matutina. También, como explica este estudio, en la afectación que ambas condiciones tienen en la gente joven.

Ser una persona más matutina: una cuestión de salud

Adoptar un estilo de vida más matutino no solo se alinea con las expectativas sociales y laborales. También conlleva beneficios importantes para la salud. Diversos estudios han demostrado que las personas que mantienen hábitos de «alondra» suelen tener un menor riesgo de desarrollar enfermedades crónicas en comparación con los «búhos». Por ejemplo, una investigación de la Universidad de Baylor, en Estados Unidos, señala que los madrugadores tienden a tener un mejor control del peso y una menor incidencia de enfermedades metabólicas. Esto se debe, en parte, a que los ritmos circadianos más adaptados a la luz solar ayudan a regular procesos hormonales clave. Siendo el caso, por ejemplo, del apetito y del metabolismo.

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Controlar el uso de la luz artificial puede ser clave para conseguir ser una persona más matutina. ©Freepik.

Por otro lado, son numerosos los estudios que advierten de los riesgos de ser nocturno. Especialmente en aquellos casos que dependen de turnos de trabajo rotatorios o puramente nocturnos. En ese sentido, se vinculan más a menudo con trastornos de la salud mental como ansiedad y depresión. La falta de exposición a la luz natural durante el día y los hábitos que se extienden hasta altas horas de la noche pueden alterar el sueño y desajustar el ciclo circadiano. Algo que con el tiempo contribuye a estos problemas. Algunos de ellos, por cierto, ya citados en THE OBJECTIVE.

Además, más investigaciones han mostrado que las personas que madrugan tienden a tomar decisiones más saludables respecto a su dieta y ejercicio físico. Al levantarse temprano, tienen más tiempo para realizar actividades como el ejercicio matutino, que se asocia con una mayor energía y bienestar durante el día. Asimismo, tienden a evitar comidas pesadas por la noche, lo que también contribuye a una mejor calidad de sueño.

Cómo ser una persona más matutina: cuatro caminos para intentarlo

Cambiar nuestro cronotipo no es una tarea fácil, pero sí es posible hacer ajustes para adoptar hábitos más matutinos. El primer paso esencial es trabajar con la luz. La luz natural es uno de los factores más influyentes en la regulación de nuestros ritmos circadianos. Estos ritmos no son otra cosa que los ciclos biológicos de 24 horas que controlan el sueño, el hambre y otros procesos vitales. Por este motivo, exponerse a la luz solar temprano por la mañana puede ayudar a sincronizar nuestro cuerpo con un horario más matutino.

De otra manera, reducir la exposición a luces artificiales en las horas previas a dormir, especialmente las provenientes de dispositivos electrónicos como móviles o televisores, puede mejorar la calidad del sueño. Algo que avala este estudio que, además, insta a utilizar bombillas de luz cálida o programas de ajuste de brillo en los dispositivos puede ser muy útil para lograrlo.

Otro aspecto crucial es la gestión de las rutinas de sueño. Intentar mantener un horario constante para dormir y despertarse, incluso los fines de semana, puede ayudar a reentrenar el cuerpo para que se adapte mejor a un ciclo más matutino. Ir a la cama antes y mantener una rutina relajante que no incluya pantallas electrónicas ni actividades estimulantes al menos una hora antes de acostarse también es recomendable.

La importancia de la dieta y de los objetivos asumibles

Además, la clave para una mañana productiva también radica en preparar rutinas diarias que sean factibles y motivadoras. Por ejemplo, comenzar el día con ejercicio suave o meditación puede ayudar a activar el cuerpo y la mente. Establecer una lista de tareas claras para la mañana, que sean fáciles de ejecutar, también contribuye a que el inicio del día se sienta más organizado y productivo.

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Hacer deporte repercute no solo a nivel físico, sino también a nivel mental. ©Freepik.

Por último, la dieta también juega un papel fundamental. Limitar el consumo de productos estimulantes como el café, el té, el chocolate o el azúcar es importante. Especialmente en las horas finales del día, ya que puede mejorar considerablemente la calidad del sueño. Estos productos pueden interferir con la capacidad de relajarse y caer en un sueño profundo. Algo que complica el proceso de adaptación a un horario más matutino. En cambio, optar por cenas ligeras y evitar comer justo antes de acostarse puede contribuir a mejorar tanto la calidad del sueño como el estado de ánimo al despertar.

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