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Esto es lo que le hace a tu organismo una hora de pantallas mientras estás en la cama

Un macroestudio realizado a 45.000 personas ha comprobado cómo aumentan los niveles de insomnio con este gesto

Esto es lo que le hace a tu organismo una hora de pantallas mientras estás en la cama

Un hombre usa el smartphone en la cama. | ©Freepik.

Te metes en la cama con la esperanza de descansar. Ha sido un día largo y necesitas desconectar. Sin embargo, el sueño no llega, y empiezas a dar vueltas. Estás cansado, pero no consigues dormirte. Entonces, casi sin pensarlo, alargas la mano hacia el móvil. Te dices que solo será un momento, que quizás distraerte un poco te ayude a relajarte, pero el uso del móvil en la cama no es una buena idea.

Abres WhatsApp, lees un par de mensajes, revisas si tienes algo pendiente para mañana. Te pasas a Instagram, ves un par de stories, luego una publicación te lleva a otra. Cuando por fin dejas el móvil en la mesilla, vuelves a cerrar los ojos. Pero sigue sin funcionar. La mente sigue despierta, dando vueltas a lo que acabas de ver.

Minutos después, lo coges otra vez. Es como un círculo del que no consigues salir. Cada vez que lo haces, el cuerpo se activa un poco más. Y sin darte cuenta, ha pasado una hora. Una hora de luz de pantalla, de estímulos constantes, justo en el momento en que tu cuerpo necesita lo contrario. La consecuencia es clara: duermes peor, descansas menos y te levantas más cansado de lo que te acostaste.

Los efectos de las pantallas a última hora de la noche

La ciencia lleva años alertando sobre el impacto de las pantallas antes de dormir. La luz azul que emiten los dispositivos electrónicos altera la producción de melatonina, la hormona que regula el sueño. Por eso, la literatura científica se empeña en comprobar la relación entre el uso del móvil en la cama y el descanso. El cerebro, al recibir esa señal lumínica, interpreta que aún es de día y retrasa su preparación para el descanso. Eso no solo dificulta conciliar el sueño, también reduce su calidad y duración.

Un nuevo estudio realizado en Noruega, con más de 45.000 universitarios de entre 18 y 28 años, ha confirmado este efecto de forma contundente. Observaron lo que ocurría cuando los participantes pasaban una hora con el móvil mientras estaban ya en la cama. Los resultados mostraron que quienes usaban el teléfono durante ese tiempo sufrían más dificultades para dormirse, tenían un sueño más fragmentado y se despertaban sintiéndose menos descansados. En este sentido, aquellos que pasaban una hora con el teléfono en la cama tenían un 59% más de riesgo de sufrir insomnio que los que no. Además, de ver reducido el tiempo de descanso en 24 minutos.

Más allá de la luz azul, también influyen los contenidos. Revisar redes sociales, mensajes o correos activa la mente y nos expone a estímulos emocionales. Sin embargo, el estudio advirtió que había ciertas diferencias en función del uso que se daba al smartphone. Aquellas personas que solo lo utilizaban para comprobar sus redes sociales tenían menos riesgo de insomnio que los que lo utilizaban en otras aplicaciones.

Cómo mejorar nuestra higiene del sueño

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El teléfono no es un aliado a la hora de conciliar el sueño. ©Freepik.

Dormir bien empieza mucho antes de apagar la luz. Una buena higiene del sueño implica establecer rutinas y cuidar ciertos hábitos. Uno de los más efectivos es evitar el uso de pantallas al menos una hora antes de dormir. Si puedes, deja el móvil fuera del dormitorio. Sustitúyelo por actividades más relajantes, como leer un libro en papel o escuchar música tranquila. El cerebro necesita tiempo para desconectar. Por eso, volver a caer en el uso del móvil en la cama, aunque sea buscando elementos relajantes, no es la mejor opción.

La alimentación también juega un papel importante. Cenar pronto, ligero y evitando alimentos pesados o muy grasos ayuda a preparar el cuerpo para el descanso. Lo mismo ocurre con el alcohol o los estimulantes como el café, que pueden alterar los ritmos naturales del sueño. Tampoco conviene hacer ejercicio intenso a última hora, ya que activa el organismo cuando lo que necesita es lo contrario. Algo de lo que ya hemos advertido en THE OBJECTIVE.

Otro aspecto clave es gestionar el estrés. Evita conversaciones tensas justo antes de dormir o revisar correos del trabajo en la cama. Intenta convertir el dormitorio en un espacio solo para descansar, sin pantallas ni estímulos. Crear un ambiente tranquilo, con luz tenue y temperatura agradable, ayuda mucho. Al final, dormir bien es un hábito que se entrena. Y como todos los hábitos, empieza con pequeños cambios diarios.

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