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Algo más que fatiga: por qué el estrés metabólico neuronal aumenta tu somnolencia

Un estudio de la Universidad de Oxford ha comprobado cómo la falta de sueño puede afectar al daño neuronal

Algo más que fatiga: por qué el estrés metabólico neuronal aumenta tu somnolencia

Una mujer cansada en la cama. | ©Freepik.

Si frecuentas el universo del fitness, seguro que has escuchado hablar del estrés metabólico. En resumidas cuentas, nos referimos a un mecanismo que, al acumular metabolitos durante un entrenamiento intenso, puede favorecer la hipertrofia muscular. Se suele pensar en ese concepto como algo exclusivo del ámbito físico: más estrés metabólico, más adaptación muscular. Sin embargo, esa imagen es parcial: el estrés metabólico no se limita al músculo esquelético. Un reciente hallazgo de la Universidad de Oxford sugiere que un proceso similar, aplicado a las neuronas, podría ser la clave para explicar por qué sentimos sueño o fatiga.

Según el estudio, publicado en la revista científica Nature, las neuronas encargadas de regular el sueño acumulan una sobrecarga metabólica intracelular que les obliga a detenerse. Cuando esto sucede, sus mitocondrias comienzan a filtrar electrones de más, esas células envían una señal para inducir el sueño y restablecer el equilibrio interno. Es decir, una forma de estrés metabólico neuronal podría ser un motor fisiológico del impulso de dormir. Este descubrimiento conecta dos ámbitos que parecían distantes: el metabolismo energético celular y la somnolencia.

Más allá de los efectos físicos en músculos y tejidos periféricos, el estrés metabólico cerebral abre una nueva ventana para entender el cansancio diario. Si aceptamos que nuestras neuronas también sufren sobrecargas, entonces el sueño deja de ser solo un descanso reparador: sería un mecanismo esencial de protección frente a ese desequilibrio interno.

Qué es el estrés metabólico

El término estrés metabólico se usó originalmente en el contexto del ejercicio. De manera muy sencilla, se puede definir como el efecto de la acumulación de metabolitos (como lactato, iones H⁺, fosfato inorgánico) y la hipoxia local durante contracciones repetidas. Esa acumulación estimula rutas de señalización que favorecen la hipertrofia, de la que ya te hemos hablado en THE OBJECTIVE. No obstante, en esencia, el estrés metabólico es un desequilibrio entre la demanda energética y la capacidad de suministro o eliminación de subproductos.

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Ese desequilibrio puede originarse con ejercicio intenso, pero también aparece en otros contextos. Por ejemplo, en quienes enfrentan estrés crónico, adoptan hábitos alimentarios deficientes o llevan una vida sedentaria. Por eso, no se puede limitar el estrés metabólico solo al ejercicio.

Motivo que nos lleva a que muchas personas puedan experimentar disfunciones metabólicas celulares, aunque su vida poco o nada tenga que ver con el deporte. De hecho, la literatura científica también ha tratado cómo la nutrición se vincula a este estrés metabólico neuronal.

En esos casos, la demanda de energía se puede mantener o aumentar. Las razones por las que esto sucede, como procesos inflamatorios o activación del eje del estrés, puede propiciar que la capacidad mitocondrial o la capacidad antioxidante estén comprometida. El resultado: acumulación de radicales libres, estrés oxidativo y alteraciones en el funcionamiento celular.

En el ámbito del sistema nervioso, las neuronas son células de alta demanda energética. Cuando operan al límite, la sobrecarga puede manifestarse dentro de sus mitocondrias: las células encargadas de producir ATP pueden saturarse o volverse menos eficientes. En el estudio de Oxford que citamos, se observó que neuronas concretas destinadas a regular el sueño (en moscas de la fruta, no en humanos) reaccionan ante esa sobrecarga filtrando electrones, generando especies reactivas de oxígeno y desencadenando una señal que induce el sueño.

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Nuestro cerebro busca, a través de diversos mecanismos, desconectar a través del sueño para que no se produzcan determinados daños metabólico. ©Canva.

Qué tiene que decir el estrés metabólico neuronal sobre el cansancio

El estudio de la Universidad de Oxford se hizo en Drosophila melanogaster (moscas de la fruta), un modelo clásico en neurociencia. Los investigadores comprobaron que ciertas neuronas reguladoras del sueño responden al exceso de energía interna. Cuando sus mitocondrias reciben más electrones de los que pueden procesar, comienzan a filtrarlos. Al hacerlo, generan especies reactivas que funcionan como señales de alerta.

Estas neuronas actúan como interruptores: miden ese escape de electrones, y cuando se supera un umbral, disparan la señal de sueño. En el experimento, manipular su metabolismo —aumentando o reduciendo el paso de electrones— modificaba cuánto dormían las moscas. Incluso se utilizó ópticamente una bomba de protones para inducir un exceso energético: cuanto más sobrecargadas eléctricamente, mayor fue el impulso de sueño.

El hallazgo va más allá de las moscas: podría dar pistas sobre por qué una mala calidad del sueño o el descanso insuficiente está asociado con un mayor riesgo de muerte prematura. Si el cerebro no logra resetear ese estrés metabólico regularmente, las neuronas podrían acumular daño oxidativo crónico. Algo que, incluso, se ha comprobado también en ratas.

Esa acumulación incrementa la vulnerabilidad frente al envejecimiento, a enfermedades neurodegenerativas y a una mortandad más temprana comparada con quienes duermen bien. Así, lo que muchas veces describimos solo como estar agotado podría tener raíces profundas en la bioenergética neuronal: el sueño no es solo un lujo, sino una respuesta necesaria para evitar que nuestras neuronas se quemen por dentro.

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