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Señales de fatiga en la madurez: cuándo y cómo interpretar más cansancio de la cuenta

Descubre cómo identificar la fatiga en la madurez con señales y consejos para manejar el cansancio excesivo

Señales de fatiga en la madurez: cuándo y cómo interpretar más cansancio de la cuenta

Un hombre mayor sentado al pie de un árbol. | ©Freepik.

En determinadas fases del año, como el verano o el invierno, es común experimentar un aumento en las señales de fatiga. Durante el verano, el calor extremo puede llevar a una deshidratación más rápida. Esto a su vez provoca una disminución de la energía y un aumento del cansancio. La falta de hidratación afecta el volumen sanguíneo, haciendo que el corazón tenga que trabajar más para bombear sangre y oxígeno a los músculos y órganos. Algo que, como consecuencia, puede llevar a una sensación de agotamiento constante. Un problema tanto en etapas más jóvenes como en la fatiga durante la madurez.

En invierno, los días más cortos y la menor exposición al sol pueden afectar la absorción de vitamina D, un nutriente esencial para la salud ósea y muscular, y para el funcionamiento del sistema inmunológico. La falta de vitamina D se ha relacionado con la fatiga crónica. Un estudio publicado en el Journal of Clinical Sleep Medicine encontró que los niveles bajos de vitamina D están asociados con trastornos del sueño y fatiga diurna. Un hecho importante sobre la relevancia de una adecuada exposición solar. Por eso, cuando sea necesario, la suplementación de vitamina D puede ser útil para mantener los niveles óptimos.

Además, los cambios estacionales pueden afectar el ciclo del sueño. En verano, las temperaturas elevadas pueden dificultar el descanso nocturno. Por contra, el invierno con el cambio en la duración de la luz diurna puede desajustar el reloj biológico. Ambos caminos alteran así los patrones de sueño y provocando insomnio o sueño fragmentado. Un sueño de mala calidad contribuye significativamente a la sensación de fatiga, como lo confirma un estudio publicado en el Sleep Health Journal, el cual revela que el sueño insuficiente o de mala calidad está directamente relacionado con un mayor cansancio y menor rendimiento durante el día.

La fatiga en la madurez: ¿causa o consecuencia?

A partir de los cincuenta y sesenta años, es común que las personas experimenten una fatiga más frecuente y persistente. Este aumento en el cansancio puede ser tanto una causa como una consecuencia de varios factores fisiológicos y cambios relacionados con la edad.

El metabolismo basal disminuye con la edad. Esto sencillamente significa que el cuerpo quema menos calorías en reposo y puede resultar en una sensación de letargo. Además, la masa muscular tiende a disminuir. Este fenómeno, conocido como sarcopenia, reduce la fuerza y la resistencia, haciendo que las actividades diarias requieran más esfuerzo y energía. De ello ya te hablamos en THE OBJECTIVE.

Otro factor crucial es el cambio en los patrones hormonales. La disminución de hormonas como la testosterona en los hombres y el estrógeno en las mujeres puede contribuir a una sensación general de fatiga y falta de vitalidad. Según un estudio en el Journal of Endocrinology, estas alteraciones hormonales pueden afectar el metabolismo, el sueño y el estado de ánimo, todos factores que influyen en los niveles de energía. Por eso, comprender que hay cambios en la forma que la fatiga afecta en la madurez es fundamental.

Un médico.

La acumulación de enfermedades crónicas también juega un papel importante. Condiciones como la hipertensión, la diabetes y la artritis son más comunes en la madurez y pueden contribuir al cansancio. Estas enfermedades a menudo requieren medicación, que puede tener efectos secundarios como la somnolencia o la disminución de la energía. Un estudio publicado en el Journal of the American Geriatrics Society encontró que las personas mayores con múltiples condiciones crónicas informan niveles más altos de fatiga, lo que destaca la importancia de un manejo integral de la salud en esta etapa de la vida.

Cuando la fatiga va más allá: señales de alerta

En algunos casos, la fatiga en la madurez puede ser un signo de problemas de salud más serios que requieren atención médica. La sarcopenia, o pérdida de masa muscular, no solo contribuye al cansancio, sino que también aumenta el riesgo de caídas y fracturas. La falta de aire o problemas respiratorios pueden indicar condiciones como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) o insuficiencia cardíaca, ambas asociadas con niveles elevados de fatiga debido a la falta de oxigenación adecuada del cuerpo.

Una mujer adulta se informa sobre la fatiga en la madurez

Problemas circulatorios como la anemia o la insuficiencia venosa también pueden causar un cansancio excesivo. La anemia reduce la cantidad de oxígeno que los glóbulos rojos pueden transportar a los tejidos, resultando en una sensación constante de agotamiento. La insuficiencia venosa, por otro lado, puede causar piernas cansadas y pesadas, especialmente después de periodos prolongados de pie o caminando, según un estudio en el British Journal of Haematology.

Los problemas articulares, como la artritis, no solo causan dolor, sino que también pueden mermar la energía debido al esfuerzo adicional que el cuerpo debe hacer para moverse. La inflamación crónica asociada con estas condiciones puede contribuir a una sensación de fatiga constante, como se detalla en un estudio del Arthritis Research & Therapy Journal. Este estudio muestra que la inflamación sistémica en condiciones como la artritis reumatoide está estrechamente ligada a la fatiga crónica.

En conclusión, reconocer las señales de fatiga y entender sus causas es fundamental para abordar adecuadamente este síntoma en la madurez. Mantener una buena hidratación, asegurar una correcta absorción de vitamina D, y tener un sueño de calidad son pasos esenciales para combatir la fatiga estacional. Sin embargo, cuando la fatiga persiste, es crucial buscar asesoramiento médico para descartar condiciones subyacentes más serias y recibir el tratamiento adecuado.

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