THE OBJECTIVE
Medios de comunicación

Isabel San Sebastián: «Isabel Díaz Ayuso me recuerda mucho a la reina Urraca»

Compagina la novela histórica con el periodismo y admite que la política actual no le provoca el más mínimo entusiasmo

En su última novela histórica, La Temeraria (Plaza&Janés), recrea la vida de la primera reina española, Doña Urraca de León. Una mujer maltratada, vilipendiada y perseguida, pero con una capacidad de resistencia que le recuerda, salvando las distancias, a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. A esta periodista de largo recorrido -luchadora y combativa-, la defensa tenaz de sus ideas y de su independencia le ha costado despidos, de los que se siente orgullosa. «Que te echen de un sitio –comenta– porque has dicho algo que no le gustaba al dueño, o por ser desobediente frente a las consignas del poder, no es un desdoro», pese a que algunos colegas no lo entiendan así.

Isabel San Sebastián, empeñada en novelar la Reconquista española, ha trabajado en revistas, como Época, y en diferentes periódicos, radios y televisiones. Es columnista de Abc y participa en las tertulias de Ana Rosa Quintana (Telecinco), 13tv, Telemadrid o esRadio, y, aunque él éxito como novelista le ocupa cada vez más tiempo, no piensa abandonar esas tribunas en las que expresa libremente sus opiniones.

Critica, en Fuera de Micrófono, los pactos de Pedro Sánchez con los «enemigos de España» y lamenta también lo poco que le importa a la derecha española la cultura y la historia. Valora positivamente la proliferación de periódicos digitales que critican al poder y sólo se arrepiente de «no haber podido disfrutar más tiempo de mis hijos cuando eran pequeños» por razones profesionales.

También le duele a Isabel San Sebastián que la izquierda española de ahora reniegue de nuestro pasado, de las gestas que han marcado nuestra historia, por desconocimiento o porque identifican a España con el fascismo. «Como si la historia de España se redujera a los 40 años de Franco, que fueron sólo un paréntesis lamentable», afirma, a la vez que acusa a la derecha de no saber contrarrestar la superioridad moral de la que presume la izquierda.

«La situación política actual lo único que inspira es tedio y un poco de asco»

Habla alto y claro –haciendo honor al título del programa que dirigió durante un tiempo en Telemadrid– y dice lo que piensa, aunque sea políticamente incorrecto.  Denuncia el blanqueamiento «infame» –según ella– que han hecho de Bildu el actual presidente del Gobierno y Zapatero, así como la promoción de políticos mediocres, cuyo único mérito es hacer bien la pelota al líder y agitar con entusiasmo el botafumeiro.

PREGUNTA.- ¿Eres ya más escritora de novela histórica que periodista?

RESPUESTA.- Se pueden compaginar ambas cosas. Son absolutamente compatibles y complementarias porque, para escribir una novela histórica, las herramientas del oficio de periodista vienen muy bien. Hay que saber investigar y diferenciar los hechos históricos de los que no lo son. Te puedo decir que disfruto mucho más haciendo novela histórica que comentando la actualidad política. Mucho más.

P.- Como columnista y tertuliana en diferentes medios, ¿ves con pesimismo el actual momento político?

R.- Con pesimismo, no. Yo, por naturaleza, soy optimista. Tengo hijos y cuatro nietos, así que prefiero creer que van a tener una España mejor. O, por lo menos, tan buena como la nuestra, que ha sido fantástica. Me aferro a eso. Pero veo una situación decepcionante, muy poco edificante, incapaz de despertar el menor entusiasmo en quien la comenta. Es todo muy plano, muy feo y ordinario; carente de la menor gloria, de la menor épica. Mis novelas siempre tienen mucha épica, mucha aventura, mucha capacidad de emocionar. Es lo que me inspira la Reconquista. La situación política actual lo único que inspira es tedio y un poco de asco. Te lo digo sinceramente.

Isabel San Sebastián. | Carmen Suárez

P.- Las mujeres son protagonistas de casi todas tus novelas, como es el caso de Doña Urraca en La Temeraria.

R.- Urraca de León fue la primera reina que hubo en Europa y en España. Fue reina de pleno derecho. La primera de nuestro entorno cultural, y venía de una herencia matriarcal. Las mujeres en España tuvimos, históricamente, un papel importante. Luego lo perdimos, absolutamente. El siglo XIX y principios del XX fueron las épocas de mayor exclusión, de mayor machismo. Ahora nos quedan todavía por librar batallas, pero hemos avanzado mucho. Escribo sobre mujeres para recuperar figuras históricas que los cronistas oficiales olvidaron o insultaron, como hicieron con Urraca, y porque siendo mujer es más fácil meterse en la piel de otra mujer. A mí, por lo menos, me resulta más fácil y más creíble.

«En los partidos políticos se escala por ser bueno haciendo el botafumeiro»

P.- El país está como está. ¿Qué hemos hecho mal para que nos veamos así?

R.- Creo que todo es muy endogámico. El país está mal en la parte política. En la parte periodística está fantásticamente bien. Yo estoy muy orgullosa del oficio. Hay rivalidad y competencia, y eso es muy sano. Hay muchísimos medios; muchísimos medios libres, que están haciendo un trabajo excepcional en la denuncia de la corrupción y los abusos. En la resistencia a las presiones. De verdad, estoy más orgullosa de lo que he estado nunca de ser periodista en España. Luego, hay gente que firma manifiestos a favor de la censura… Pues, allá ellos. Pero, es muy marginal y minoritario. Además, lo hace gente que está cobrando del erario público. Cada cual defiende su pan, como buenamente puede y sabe. Estoy muy orgullosa de trabajar en un país donde hay medios muy plurales, muy diversos, cuyos profesionales hacen un trabajo extraordinario en el control del poder político, que es para lo que estamos los periodistas. Punto y aparte es la clase política, que no tiene mucho de lo que presumir. ¿Por qué? Porque es un sistema absolutamente endogámico. Como decía Joaquín Leguina, por cooptación. Dentro de los partidos, no se escala por méritos, sino por no hacer sombra y ser bueno haciendo la pelota y agitando el botafumeiro. En definitiva, por ser obediente y sumiso. Esos son los valores que se han impuestos en los partidos políticos. Lo que llega al vértice en esas condiciones es lo peor. Lo bueno se queda por el camino. En general, hay mucha mediocridad.  

Isabel San Sebastián en un momento de la entrevista. | Carmen Suárez

P.- ¿La llegada al poder de Felipe González fue un ejemplo de alternancia democrática?

R.- El país se modernizó. Entramos en la OTAN incumpliendo su palabra, pero menos mal. Hay incumplimientos que bienvenidos sean. Peor es decir «nunca pactaré con ETA o con Bildu» y pactar. O decilarar: «nunca jamás aprobaré una amnistía» y aprobarla por los siete votos de Puigdemont. Estos son incumplimientos en sentido negativo. Decir «OTAN de entrada no» para ganar, y luego permanecer en la OTAN, donde ya estábamos, pues bienvenido sea. Felipe González era un señor al que se podía admirar. Y a Alfonso Guerra, y a mucha gente del PSOE de entonces. A Suárez ni te cuento. Yo lo admiré y le voté hasta el final porque me parecía un hombre admirable. Y en el PP había grandes hombres de Estado. El primer gobierno de Aznar era un poema. Estaban Jaime Mayor Oreja, Loyola de Palacio y Rodrigo Rato, que luego salió un poco rana. Había gente cuyo discurso político era interesante. Ibas a la Cortes y disfrutabas en las sesiones parlamentarias. Había brillo, había parlamentarismo. Ahora tenemos un nivel que, en fin…

«El País Vasco ha quedado en manos de quienes sacudían el árbol y de quienes recogían las nueces»

P.- Tuviste escolta durante muchos años. ¿Por qué entre Bildu y PNV concentran ya dos terceras partes del voto en el País Vasco?

R.- Llevé 11 años escolta y bastante antes ya tenía que mirar debajo del coche. Tenía limitada mi libertad de movimiento. Que el País Vasco haya quedado en manos de quienes sacudían el árbol y de quienes recogían las nueces me parece un fracaso colectivo absoluto. Una traición a los principios democráticos y a las víctimas. La constatación de que ha ganado la cobardía. La intimidación se ha impuesto a la valentía y a la resistencia democrática. En el plano político, es una derrota colectiva brutal, encabezada por quienes se han rendido en el bando constitucional. Es decir, el Partido Socialista, que tiene muchos muertos revolviéndose en sus tumbas al ver lo que está pasando. Al ver el blanqueamiento de Bildu que le han hecho Sánchez y Zapatero. Un blanqueamiento infame. En el plano personal, me ha supuesto un distanciamiento de mi tierra de origen, el País Vasco. Yo no quiero saber nada de esa tierra. Tengo todavía allí familia y algún amigo, pero nos vemos en Asturias, en Madrid o en otro sitio. Y en el plano emocional, íntimo mío, he experimentado un distanciamiento absoluto para poder sobrevivir a la decepción y al dolor. Tengo una casa maravillosa en Asturias que, como yo digo, es el mismo mar, el mismo paisaje, el mismo verde y la misma belleza.

P.- Y la tierra donde comenzó la Reconquista que narras en tus novelas.

R.- Efectivamente, el origen de la Reconquista. Y, sobre todo, que allí no hay gentuza. Nadie te quiere matar, ni nadie se alegra de que estés amenazada. En Asturias hay gente que piensa como tú, otra que piensa distinto, pero nadie que quiera matar a nadie o que se alegre de la muerte de alguien por razones ideológicas.

P.- El problema es que si se tira la toalla y dices: allá ellos…

R.- No. Allá ellos no.

P.- Sin embargo, la independencia del País Vasco sólo la pide una mínima parte de su población.

R.- Es un poco incoherente no querer la independencia del País Vasco y votar a un partido cuyos estatutos abogan por ella. ¿No quieres la independencia, y votas al PNV? Pues no te entiendo. El PNV es un partido independentista y lo ha sido siempre. De hecho, fue el único partido que, a trancas y barrancas, aceptó la Constitución. A cambio de muchas concesiones, como privilegios fiscales absolutos. Yo no tiro la toalla. Sigo escribiendo y hablando de eso en los medios, pero, íntimamente, en mi fuero interno, me he distanciado. Porque es muy doloroso. Imagínate dar diez años de tu vida por una causa. Diez años muy duros, de pasarlo muy mal. De que tus hijos, sobre todo mi hija pequeña, vivan durante años con pesadillas, pensando que a su madre la van a matar. Y, luego, ver cómo los que te amenazaban, los que te señalaban –por ejemplo, una de ellas, Mertxe Aizpurua, que tenía una columna en Egin, y después en Gara, donde nos señalaba con nombres y apellidos– ahora va por el Congreso de los Diputados y los compañeros le hacen la ola. ¿Eso cómo se come en términos personales? Pues distanciándote. Yo, que soy muy emotiva, muy pasional, te dan ganas de pegarte un tiro. Es muy deprimente. Nos han ganado por goleada a los que resistimos y les plantamos cara.

«Es una traición pactar con los herederos de ETA, como ha hecho Sánchez»

P.- Tampoco parece que hay arrepentimiento…

R. ¡Qué va a haber arrepentimiento!  Ni arrepentimiento ni propósito de enmienda, ni nada. El otro día le escuché a Otegi decir que ellos fueron determinantes para que ya no hubiera más muertos, pero que sigue habiendo presos en la cárcel y a esa gente hay que darle una salida. Como si estuvieran en la cárcel por escribir un manifiesto. ¡Oiga!, que están en la cárcel por matar; a traición, por la espalda. Y por poner bombas, secuestrar y extorsionar. Ahora hay que escuchar que esta gente son poco menos que héroes, porque han decidido perdonarnos la vida. Y que tienen que salir a la calle y además colocados con cargo al contribuyente. Da mucho asco, mucho asco.

P.- ¿Qué te parecen los pactos de Sánchez con partidos políticos que quieren romper nuestro actual sistema democrático?

R.- Eso se llama traición del PSOE. Cuando un partido nuclear en la vertebración de España se alía con los enemigos de España; con los que han protagonizado un intento de sedición en Cataluña y con los herederos políticos de una organización terrorista, ¿eso cómo se llama? Pues, a mi juicio, se llama traición. ¿Cómo se arregla? Pues cuando el PSOE pierda el poder y gobierne un partido que crea en España, en la Constitución, y que esté dispuesto a defenderla. Y, en este momento, el único partido que hace eso, al cien por cien, es el PP. 

P.- Decías en una entrevista que Isabel Díaz Ayuso será la «primera presidenta de España». ¿En qué basas tu pronóstico?

R.- Es mucho más joven que Alberto Núñez Feijóo y es la única mujer con relevancia dentro del PP. Me parece que tiene capacidad, instinto político y tiempo para llegar a ser presidenta del Gobierno. Como presidenta de la Comunidad de Madrid, lo está haciendo francamente bien. En Madrid la aclaman y cada vez que sale fuera también. Tiene muchísimos seguidores dentro del PP y en las filas contrarias la detestan; lo que significan que la temen.

P.- Tendrá que aguantar campañas y acusaciones de todo tipo.

R.- Las aguanta como una campeona, como mi reina Urraca. Es que me recuerda mucho a Urraca. A la primera reina que hubo en España la hicieron de todo, la llamaron de todo, la persiguieron por tierra, mar y aire. Su propio marido, su hijo… Tuvo que soportar unas presiones y unas insidias feroces. De hecho, pasó a la historia como La Temeraria. De haber sido hombre, le habría llamado El Intrépido o El Valiente.

P.- ¿El adjetivo de temeraria vale también para Ayuso?

R.- Temeraria es el adjetivo que le pondrían sus enemigos. Pero, quienes no son enemigos, la llaman valiente, torera y ese tipo de cosas. Porque es una mujer muy valiente, con una capacidad de aguante enorme frente a la presión. Y esa es otra de las razones por las que yo creo que va a ser la primera presidenta del Gobierno. Hay otros que a las primeras de cambio se tienen que retirar a meditar y pedir que les agiten el botafumeiro. Y dadme más, dadme más; hacerme más la pelota, que, si no, no vuelvo. Ayuso jamás ha protagonizado semejantes actos ridículos y grotescos. En eso tiene razón Puigdemont: uno viene a la política y al periodismo llorado de casa. No viene a llorar y a pedir mimitos. Viene a cumplir con lo que ha prometido y a pelear en ese ruedo dando lo mejor de uno mismo.

«Hay una izquierda que identifica la historia de España con el fascismo»

P.- ¿Por qué los españoles nos avergonzamos tanto de nuestro pasado?

P.- Porque en España hay una izquierda –reciente, porque eso no ocurrió antes de la guerra civil, ni después tampoco– que identifica la historia de España con el fascismo. Es una cosa grotesca, que solo pasa aquí. Un francés, por muy de izquierda que sea, jamás renegaría de Luis XIV. Ni de la Revolución Francesa, ni de La Marsellesa, un himno que no es precisamente progresista, ni pacífico, ni acorde con los tiempos actuales. En la letra habla de «llenemos los campos de sangre impura». Por muy de izquierdas que sea, ningún francés haría eso. Ni un inglés, ni un alemán, ni nadie. Nosotros, en cambio, tenemos una izquierda que reniega de todas las gestas españolas. Reniega de la Reconquista, del Descubrimiento y Conquista de América. Además, lo hace sin conocimiento. Dice que fueron colonias, cuando España nunca tuvo colonias. Reniega de los toros; de todas las señas de identidad españolas, porque identifica España con fascismo, como si la historia de España –que es una historia secular– se redujera a los 40 años de Franco, que fueron un paréntesis. Un paréntesis lamentable, pero un paréntesis, al fin y al cabo. Bueno, esto es lo que pasa cuando se une un sectarismo brutal, que es lo que caracteriza a esta izquierda, con un desconocimiento e ignorancia muy notables en la mayoría de los casos.

«Un país que reniega de sus raíces es un país que se va al garete»

P.- ¿La derecha española no ha sabido contrarrestar esa especie de superioridad moral de la izquierda?

R.- Absolutamente. Por una razón lamentable: a la derecha española la cultura, la historia, la educación, le han importado siempre un pito. A la derecha española lo único que le interesa es la pasta. El dinero, la gestión, las empresas. Todos necesitamos que el país vaya bien, pero hay otras muchas cosas. Un país que reniega de su historia, de su pasado, de su cultura, de sus tradiciones y de sus raíces es un país que se va al garete. Es como las plantas. A una planta le cortas la raíz y se muere. Pues, a una nación la privas de su historia, le cortas su historia, sus raíces, y se cae. Hay excepciones, pero a la derecha en general – política y económica – todo lo que no sea dinero o poder le importa un pito. Eso significa que, al área de cultura, de historia, de cine, de televisión, de todo eso, jamás le dedican auténtico interés. Le dedican migajas. En la mayoría de los casos, nada. Los que defendemos una cierta idea de España lo hacemos a título individual, privado y por convicción. Desde luego, no porque nos vaya a producir ninguna ventaja económica, personal o profesional.

P.- ¿Hay que pagar peaje por ser uno mismo y defender tu independencia?

R.- Yo soy absolutamente independiente. Procedo de una época y de un periodismo, al igual que tú, en el que cada cual defendía sus ideas. No defendía las de nadie más. Y en las tertulias, que empezaban entonces, y en los periódicos, uno se representaba a sí mismo y a nadie más. Ningún partido te mandaba argumentarios. Pero, ¿esto qué es? Ni ningún periodista digno se dignaba a recibir ese argumentario, y mucho menos a repetirlo. Eso no existía. Habría sido inconcebible. Todo lo contrario de lo que ocurre ahora. A mí me han echado de muchos sitios, gobernando unos y gobernando otros. Y hay quien eso lo toma como un desdoro. Dicen: ¿Por algo la habrán echado? Sí, efectivamente, me han echado por ser independiente, por no ser obediente. Por no plegarme a órdenes injustas. «Usted tiene que echar de su tertulia a Pedro J. Ramírez» «¿Por qué?» «Pues, porque en su periódico, El Mundo, está dando una información que no le gusta al presidente de Telefónica». «¿Y eso que tiene que ver con mi programa?». No le eché y me echan entonces a mí.

«Ha resurgido el periodismo crítico, gracias a los digitales denostados por Sánchez»

P.- ¿Te estás refiriendo al despido de El primer café,en Antena 3?

R.- Sí. El programa era líder de audiencia, iba como un tiro, y me echaron por desobedecer una orden manifiestamente injusta y caciquil. Pero, bueno, me han echado de otros muchos sitios. ¿Por qué? Porque lo que he dicho no le ha gustado al dueño o a quien fuera. Es que no quiero que me echen de más sitios… (risas). Para mí, que te echen no por malos resultados de audiencia o porque no funciones, sino por ser desobediente frente a las consignas del poder, no es un desdoro. Hoy en día, hay compañeros que sí lo consideran desdoro. Eso te da idea de lo bajo que ha caído la visión política de este país. Pero, como te decía al principio, estamos viviendo un resurgir del periodismo crítico e independiente, gracias a esos digitales tan denostados por Sánchez y el PSOE. Pues, vivan los digitales, como este, y otros muchos. Yo escribo en Abc, he escrito en El Mundo, y escribiré donde me dejen ser libre. Cuantos más digitales y más ventanas de libertad haya, y cuantas más oportunidades para que profesionales independientes investiguen, hagan periodismo y den opinión libre, mejor. 

P.- Fuiste algún tiempo tertuliana en la Cadena Ser. ¿Cómo recuerdas esa etapa?

R.- Estuve dos o tres años. Primero con Iñaki Gabilondo por la mañana y, después, con Carlos Llamas por la noche. De allí me fui a Radio Nacional. En la Ser estuve muy cómoda, aunque tuve algún incidente desagradable por la noche. Por la mañana, con Iñaki, nunca. No era cómodo, pero por el lugar y la hora. Salir de Gran Vía, donde está la cadena Ser, a las doce de la noche y en aquella época, daba un poco de cosita. Yo siempre, en todas las tertulias y en todas partes, me he tenido que enfrentar con gente que no pensaba lo mismo que yo. Eso forma parte del juego. A esto se viene llorado de casa. Uno se defiende, esgrime sus argumentos y ya está.

P.- Estuviste en las primeras tertulias de Jesús Hermida en televisión. ¿Eran más amables y relajadas que las de ahora?

R.- También había polémicas. Yo recuerdo alguna con María Antonia Iglesias. ¡Claro que había discusión! Lo que pasa es que uno sabía que estaba discutiendo con un compañero que pensaba distinto. No había mezcla de políticos y periodistas. Había más tolerancia, más respeto. Era distinto. Hizo mucho daño el que a las tertulias fueran políticos. Y, sobre todo, causó mucho daño la irrupción de Podemos en ellas. Iglesias y Monedero no iban a las tertulias a debatir ni a exponer. Iban a imponer sus dogmas. Muchas veces, de una forma terriblemente agresiva. Y, algunas veces, con la connivencia de los directores de esas tertulias. Era algo desagradable.

«Sánchez se parece cada día más a Pablo Iglesias; le falta la coleta»

P.- ¿Qué aportación ha hecho Podemos a la regeneración democrática?

R.- (Risas) Han encumbrado el populismo y han contagiado al Partido Socialista, hasta el punto de que Sánchez es lo más parecido que hay a Iglesias; le falta la coleta. Cada día se parece más. Esa ha sido su aportación. A ellos creo que les ha ido bastante bien, en lo personal, por lo menos durante un tiempo. Su aportación a la política ha sido crear un ambiente agresivo, populista, contagiando al PSOE. 

P.- Sánchez quiere luchar contra los bulos y promover la convivencia. ¿Tú qué opinas?

R.- El mismo día que declaró eso acusó a Feijóo de haber dicho que su mujer debería quedarse en casa y no trabajar. Mentira y gorda. Feijóo lo que había dicho es que la mujer de un mandatario no puede dedicarse a facilitar contratos con la Administración Pública. O sea, que tiene que separar su trabajo del de su marido. Eso es lo que había dicho Feijóo. Pero, Sánchez soltó el bulo tal cual, sabiendo que era un bulo. Respecto a la educación y la convivencia, tiene a un ministro de Transporte que dijo que Milei (presidente de Argentina) consume sustancias. Un ministro que tiene a media profesión periodística bloqueada en Twitter (ahora X) no por insultarle, sino por escribir cosas que no le gustan. Es el paradigma del populismo, de lo que Podemos introdujo en la política española. Y, cuando Sánchez habla del fango, lo que debería hacer es empezar a dar ejemplo. No hay nadie más enfangador que Sánchez y el sanchismo.  

P.- ¿Tienes previsto seguir escribiendo novelas sobre la Reconquista?

R.- Me he propuesto novelar toda la Reconquista, desde Covadonga hasta Granada, y ahí sigo. Me faltan todavía un par de novelas para lograrlo. Lo hago por muchos motivos. La Reconquista fue un proyecto común y compartido: la definición de una nación, y tuvo un papel determinante en la configuración de España, tal como hoy la conocemos. Fue una aventura secular que nos ha hecho ser lo que somos. Y nos ha hecho ser europeos. Algo muy importante. Yo, que soy una mujer liberal y demócrata, me parece que lo que hicieron generaciones y generaciones de astures, leoneses y castellanos, hasta llegar a Granada, liberándonos de El Islam, es una hazaña digna de ser recordada con enorme gratitud. Prefiero estar dentro de la Unión Europea que ser tunecina o marroquí, en el mejor de los casos. Y, en el peor, afgana, dependiendo de cómo hubiera evolucionado la cosa: si hacia la tolerancia de las taifas o hacia el integrismo de los almohades. También, porque, desde el punto de vista literario, la Reconquista es apasionante. Está llena de episodios y de personajes verdaderamente fascinantes. Y, luego, no voy a engañar a nadie, escribo sobre ella porque es políticamente incorrectísimo. Me han tocado tanto las narices que ya no solamente no me importa, sino que hasta me gusta ser políticamente incorrecta, sin faltar a la verdad.

P.- La historia que se imparte en los colegios está siendo, a veces, tergiversada. ¿Qué se puede hacer para evitarlo?

R.- En los planes de estudio de la Comunidad de Madrid se está respetando la historia y contándola desde el principio. No desde el siglo XIX, que es lo que pretende este Gobierno. Según los dogmas de este Gobierno, España empezó a existir en el 1812, con la Constitución de Cádiz, lo cual es una estupidez histórica monumental. ¿Qué se puede hacer? Pues, combatirlo. Quisiera hacer un matiz sobre una pregunta que me has hecho antes, sobre la derecha española. He dicho que a la derecha sólo le interesa el dinero y el poder. Matizo: le importa el dinero y el poder, y le importa la Constitución, que en los tiempos que corren es algo muy importante. Hay que agradecerles que defiendan, dentro de sus capacidades, la Constitución Española, que es nuestro marco de convivencia. El orden que regula y protege la existencia de la nación española.

P.- También defiende los toros…

R.- Creo que los toros se defienden solos. Me encantan los toros y cada vez veo más gente en Las Ventas, que es donde yo suelo ir. Los toros están aquí desde la Grecia clásica, desde la cultura minoica. Total, nada. Han debido pasar 3.000 años o más. Que haya unos cuantos sectarios que nos quieran imponer sus dogmas, allá ellos. Yo creo que corre más peligro la nación española, la Constitución y la separación de poderes que los toros.

«Zapatero no ha llegado a tanto como Sánchez: no amnistió a un golpista»

P.- ¿Cuál ha sido el peor presidente de Gobierno de la democracia?

R.- Pedro Sánchez, sin lugar a dudas. Zapatero empezó este camino, pero no se atrevió a tanto como se ha atrevido el actual presidente. La prueba de que Zapatero sabía que estaba haciendo algo mal es que todavía no conocemos las actas de sus reuniones con ETA. Intentaron que no nos enteráramos de lo gordo. Zapatero lo hacía avergonzado. Luego ha presumido mucho de que, gracias a él, ETA ya no mata. ¡Que no hombre, que no! Fue gracias a la policía, a la guardia civil, a los jueces, a los fiscales y a los ciudadanos y periodistas que dimos la cara y los denunciamos. Tú lo que hiciste fue otorgar un precio político a una banda que estaba derrotada policial, judicial y socialmente. Pero Zapatero no ha llegado a tanto como Sánchez: no amnistió a un golpista.

P.- ¿El mejor ministro del Interior?

R.- Jaime Mayor Oreja fue un extraordinario ministro, al que tal vez se le pueda reprochar que, en su obsesión, en su determinación de combatir a ETA, dejó un poco de lado otros asuntos. Fue un ministro honrado, valiente y muy querido por la gente. Probablemente, esa fue la razón por la que Aznar lo descartó como sucesor.

P.- ¿Compartes, como muchos observadores políticos, que Aznar tuvo una legislatura buena y otra mala?

R.- Sí. Tuvo una etapa muy buena al principio. Aznar, en la primera legislatura, cometió errores muy graves en Cataluña, en las cesiones que hizo al independentismo, por ejemplo, en el idioma. Pero, bueno, en la primera legislatura lo hizo bien. En la segunda, la mayoría absoluta lo endiosó. Llegaron grandes males, como la soberbia, la corrupción, la pérdida de control, etc. Eso sí, defendió el papel internacional de España, cosa que ya después no ha hecho nadie.

«Ahora no pintamos nada en el marco internacional»

P.- ¿Es más difícil presumir ahora de nuestro país desde fuera?

R.- A España se la ve fuera como un país simpático, para venir de vacaciones. Un sitio en el que se come muy bien, donde te ponen muy bien las copas… Esa es la imagen que se tiene. Pero, como capacidad de influencia en el concierto de las naciones, en el teatro internacional, cero patatero. No pintamos absolutamente nada. Ni en la UE, ni en la ONU, ni en ningún sitio. España es como la Disneylandia turística. A mí también me gusta mucho vivir en España, pero añoro un tiempo no tan lejano en el que lo que hacía nuestro país tenía un peso estratégico. Por ejemplo, Felipe González nos dio una proyección en Hispanoamérica determinante. O, después, Aznar, que creó vínculos muy estrechos con EEUU y el Reino Unido, sin perder los vínculos con aquellos países.  Ahora, a lo único que podemos aspirar es a que Zapatero medre en el Grupo de Puebla. Es lamentable. No pintamos nada en el marco internacional. Y eso que España es uno de los tres países que han configurado el mundo tal y como hoy lo conocemos. No nos merecemos hacer el ridículo, como hace Sánchez cada vez que va por ahí.

P.- Has trabajado en periódicos, revistas, radio, televisión… ¿Te arrepientes de algo?

R.- Yo miro hacia atrás a mi vida y estoy contenta. Lo único de lo que me arrepiento es de no haber podido disfrutar más de mis hijos cuando eran pequeños. Este oficio es muy esclavo. Ahora me estoy resarciendo con los nietos. Profesionalmente, no me arrepiento de nada. En cada momento hice lo que creía que tenía que hacer.

P.- ¿La novela ha sido una manera de evadirte de la dura realidad cotidiana?

R.- La literatura me permite hacer algo más placentero y defender mis principios de otra forma. También es una forma de tener libertad. Yo siempre digo que de las tertulias de radio y televisión, o de los periódicos, el poder político te puede echar, si encuentra un caldo de cultivo proclive para ello, pero de las librerías todavía no. Escribir novelas que le gustan a la gente, y que venden, es una forma de ser libre.

P.- ¿Cuál será tu próxima historia?

R.- Al final de esta novela, La Temeraria, se anuncia la llegada de los almohades a la península. Año 1212, batalla de las Navas de Tolosa, capítulo absolutamente determinante y apasionante de nuestra historia. Ahí empezará la próxima y ya veremos hasta dónde llega. 

[¿Eres anunciante y quieres patrocinar este programa? Escríbenos a [email protected]]

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D