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Medios de comunicación

Justino Sinova: «Pedro Sánchez se queja del franquismo, pero imita a Franco»

«Adiós dictadura, adiós» tituló en la portada de ‘Diario 16’ (año 1976). Ahora le preocupa la deriva del Gobierno de Sánchez

Hay muchos trienios en su hoja de servicio, y sigue estando muy pendiente de lo que pasa en España y en el mundo. El periodismo y la enseñanza universitaria del oficio de informar han marcado su vida, desde el día que el director del Diario Regional, de Valladolid, dio una charla en su colegio y le invitó a visitar la redacción al día siguiente.

Justino Sinova, director de Diario 16 en dos etapas diferentes del periódico, profesor de Teoría de la Información en la Complutense y en la Universidad CEU San Pablo, creador y director del Master de Periodismo de El Mundo, autor de libros y ensayos sobre la censura y el control de los medios de comunicación, se sienta en la mesa de Fuera de Micrófono dispuesto a escribir la crónica de la situación que estamos viviendo.

A este veterano periodista le preocupa la deriva que, en su opinión, ha tomado la democracia española en los últimos años. Miembro del Grupo Crónica, al que han pertenecido destacados periodistas de la Transición, defiende aquella etapa política que nos trajo la democracia. «Fue un periodo fundamental de nuestra historia reciente –afirma-, que abrió las puertas a la libertad, la igualdad y la justicia en España». Lamenta el desconocimiento de esa etapa por parte de los más jóvenes y denuncia el hecho de que «todos los partidos que apoyan a Pedro Sánchez son enemigos de la Constitución». Y, por tanto, de nuestro actual sistema democrático.

Tras recordar la profecía de Alfredo Pérez Rubalcaba sobre el peligro que entrañaba Sánchez, el periodista vallisoletano observa cómo algunos medios de comunicación «están entregados al poder político, como no había ocurrido nunca en democracia». «Medios –añade– cuyo principal objetivo es servir al poder».

Desde la experiencia y la sabiduría acumulada durante tantos años de profesión, Justino Sinova reclama la estabilidad y la centralidad que rompieron los nuevos partidos de izquierda radical y un partido a la derecha del PP (Vox) que le «da oxígeno al adversario».

PREGUNTA.- ¿Por qué la Transición, siendo tan importante, es tan denostada por las nuevas generaciones?

RESPUESTA.- La Transición es un periodo glorioso de la historia reciente de España, porque trajo la democracia. Tras la muerte de Franco, se hizo una reforma pactada entre todas las fuerzas políticas, para establecer un sistema democrático comparable con el de cualquier otra democracia ya establecida en el mundo. Para nosotros, el Grupo Crónica era un instrumento de trabajo. En el libro hemos querido reflejar nuestra visión de la Transición, en un momento en el que se ha puesto en duda.

P.- Esas críticas denuncian las concesiones que se hicieron a los franquistas.

R.- Las críticas nacen con Pablo Iglesias, que es un gran manipulador. Puso en duda la Transición y eso ha calado. Algunos jóvenes, que no conocen muy bien la historia, creen que la Transición es algo del pasado, y no saben muy bien de qué va. Pero, fue un periodo fundamental de nuestra historia reciente. Y de nuestras vidas. Permitió la libertad, la igualdad y la justicia en España. Todo eso está ahora en revisión –diciéndolo de manera suave– y corremos el riesgo de que desaparezca por la actuación del actual Gobierno, invadido de egoísmo y de deseos de permanencia. A costa de lo que sea. Y ese coste puede ser, precisamente, la Transición.

Justino Sinova. | Víctor Ubiña

«Pablo Iglesias nos dio una clase sobre la Transición a los componentes del Grupo Crónica»

P.- Pablo Iglesias fue el invitado a uno de los almuerzos organizados por el Grupo Crónica y quiso daros una clase de lo que había sido la Transición. Os quedaríais perplejos.

R.- Sumamente perplejos. No quiso darnos una clase; nos la dio. Nos mirábamos los unos a los otros. Le invitamos para conocer cuáles eran sus objetivos y qué pensaba de las cosas que estaban pasando. Pero Pablo Iglesias lo que hizo fue rememorar la Transición y explicárnosla a su manera. Nos mirábamos con gran sorpresa, diciendo: «Este dónde se cree que está». Porque nosotros hemos asistido a todos los episodios de la Transición y hemos conocido a todos sus protagonistas. Esa es una de las anécdotas que siempre recordamos los integrantes del Grupo Crónica. Porque demuestra también cómo es el personaje. Pablo Iglesias es una persona que se cree superior a los demás y va dando lecciones. Claro, empezó a darnos una lección en un momento que no era el más adecuado. Si él tiene la libertad y el derecho a hablar, es gracias a la Transición. La libertad de expresión, de actuación y de creación de partidos políticos nacen con la Transición.

P.- ¿Por qué decidiste ser periodista?

R.- No sé por qué me metí periodista. No tenía antecedentes en mi familia. Mi padre había estudiado Derecho y era funcionario en el Gobierno Civil de Valladolid. Mi hermano mayor había empezado a estudiar Derecho y cuando yo, de pronto, dije que me gustaría estudiar Periodismo, lo primero que me dijeron en casa fue: «Tú, de momento, como tu padre y tu hermano, Derecho». Hubo algún detalle en mi infancia que me despertó el gusanillo del periodismo. En mi casa se leían dos periódicos: El Norte de Castilla, al que estábamos suscritos, y Diario Regional, que compraba mi padre al salir de la oficina. No leíamos el tercer periódico que se editaba en Valladolid, Libertad, que era de la Falange. Yo leía El Norte de Castilla y Diario Regional todos los días, desde que era muy pequeño. En el último curso, previo a la Universidad, nos dieron unas charlas en el colegio. Una de ellas la dio el director del Diario Regional y yo me quedé colgado de lo que decía. Al acabar la charla, me acerqué a él y le dije: «A mí me gustaría ser periodista». Y me contestó: «Vente al periódico y hablamos». Me abrió las puertas del periódico a los 17 años y allí empecé a hacer mis pinitos.

«Madrid era el sitio donde se podía ejercer el periodismo de verdad»

P.- Después, ¿te viniste a Madrid?

R.- No. Me fui a estudiar al Instituto de Periodismo de Navarra, que estaba dentro de la Universidad, después de hacer dos cursos de Derecho en Valladolid. Hice allí los tres cursos de Periodismo y después me vine a Madrid. Pensaba que Madrid era el sitio donde se podía ejercer el periodismo de verdad.

P.- Has compaginado el ejercicio del periodismo con la enseñanza de esa materia. ¿En cuál de las dos facetas te has sentido más a gusto?

R.- Son dos actividades muy distintas, pero complementarias. Empecé a dar clases en la Universidad Complutense poco tiempo después de llegar a Madrid. Empecé como ayudante de Ángel Benito, que me había dado clase en Pamplona. Luego, me llegó una oferta de la Universidad San Pablo CEU, donde obtuve la cátedra de Teoría de la Comunicación.

Justin Sinova en un momento de la entrevista. | Víctor Ubiña

P.- ¿Compaginabas el periódico con las clases?

R.- Sí. En el periódico me encontraba con gente que me decía: «¿Qué haces en el otro lado?». Y en la Universidad: «¿Cómo vas al periódico?». Son cosas muy diferentes, pero en el periodismo a veces pasas por encima de los temas y en la Universidad te obligas a profundizar en ellos. Esa mezcla me ha venido muy bien. Dentro de la Universidad, me especialicé en el control político de la información y he escrito e investigado mucho sobre ello. Por ejemplo, sobre la censura franquista o los problemas de la prensa durante la República.

P.- El libro La censura de la prensa durante el franquismo obtuvo el Premio Espasa de Ensayo en 1989.

R.- Así es. Para mí ha sido una combinación extraordinariamente positiva.

«Desde hace cuatro años, se está torciendo la democracia española»

P.- En el libro colectivo del Grupo Crónica citas un titular de Diario 16 que decía: «Adiós dictadura, adiós».

R.- Entonces, la prensa estaba estrenando libertad. En los últimos años del franquismo el régimen se había relajado un poco. Se había aprobado una Ley de Prensa que derogaba la censura previa, pero se seguían ejerciendo muchos controles sobre la información. El director de Diario Regional, donde empecé, decía una cosa muy inteligente: «El periodista español es un profesional pagado por la empresa privada, que tiene que obedecer a la empresa pública». ¿Por qué? Porque estábamos sometidos a los controles de la censura. Cuando se aprobó la Ley de Reforma Política, en Diario 16 vimos claro que aquello abría la puerta a la democracia. Por eso titulamos, a toda página, «Adiós dictadura, adiós». Ahí acababa la dictadura. Y lo que vino después fue el proceso constituyente. Sin la Ley de Reforma Política no habría habido Constitución. El rey (Juan Carlos I), Adolfo Suárez y Torcuato Fernández-Miranda formaron la troica que hizo la Reforma Política. En la presentación del libro sobre la Transición dije que me gustaría no tener que titular ahora: «Adiós democracia, adiós«. Porque, desde el año 1976 hasta hoy, la evolución ha sido extraordinariamente positiva hasta hace cuatro años. Desde hace cuatro años para acá, se está torciendo la democracia española. Desde mi punto de vista, de manera muy peligrosa, muy desagradable y muy frustrante. Políticos responsables trajeron la democracia con gran esfuerzo; crearon una democracia comparable a las existentes en el mundo, y, desde hace unos años, hay intención de modificar el contenido de la democracia y pasar a otra cosa. Hemos pasado de una dictadura a una democracia y ahora estamos dando los primeros pasos hacia la autocracia.

«El Tribunal Constitucional está también colonizado por el presidente del Gobierno»

P.- Estando dentro de la Unión Europea. Es difícil que se pueda producir una involución como esa.

R.- Tienes razón. En España tenemos una protección que es Europa. Sin Europa, lo tendríamos más difícil. Pero Europa no lo puede todo. Puede llamar la atención, establecer sanciones, pero no puede impedir que un autócrata quiera acabar con el sistema. En estos momentos, en España, tenemos algunos de los síntomas más preocupantes en las caídas de las democracias. Lo que escribió Juan José Linz y otros muchos, acerca de cómo mueren las democracias. Hay una primera operación que supone un riesgo enorme: la desautorización de la oposición y el impedimento del turno de poder. ¿Qué es lo que está haciendo Sánchez? Lo dijo en el Congreso: establecer un muro, detrás del cual sitúa a toda la oposición de derechas, que es la que puede sustituirle en el poder, a la que desprestigia continuamente. El fango, la fachosfera… Todo eso son operaciones contra la oposición. Pablo Iglesias llegó a decir en el Congreso, contestando a una pregunta que le hizo la oposición, lo siguiente: «Y sepan ustedes que nunca van a gobernar» ¿Por qué dice usted eso? Porque la operación es acabar con la oposición. Ahí es cuando la democracia empieza a morir. Luego, hay otra serie de operaciones diseñadas desde el poder político que van en el mismo sentido: la ocupación de instituciones que tienen que estar al margen del poder político. El fiscal general del Estado es un cargo independiente que tiene que actuar al margen del poder político. Sin embargo, Pedro Sánchez nombró fiscal general del Estado, primero, a una persona que fue ministra de su Gobierno y, después, a otra que responde, a pie juntillas, a los intereses del Gobierno. La Fiscalía es una institución colonizada. Y ha sido colonizado el Tribunal Constitucional, que en estos momentos está revisando las sentencias del Tribunal Supremo. Y librando de las penas impuestas por el Tribunal Supremo a miembros relevantes del Partido Socialista. El Tribunal Constitucional está también colonizado por Pedro Sánchez.

«Todos los partidos que apoyan a Sánchez son enemigos de la Constitución»

P.- ¿En la España de la Transición había más acuerdos y más tolerancia que ahora?

R.- El secreto de la Transición fue la reconciliación de los españoles. El Gobierno de Franco fue el gobierno de los vencedores de la guerra y, cuando muere Franco, se hace la reconciliación entre quienes perdieron la guerra y quienes la ganaron. Eso es lo que ahora se está perdiendo. Porque lo que hace el Gobierno ahora es dar cancha a quienes perdieron la guerra en detrimento de los que él supone que son herederos de Franco. Al Partido Popular lo considera franquista, cosa que es absolutamente absurda. Pedro Sánchez está reconstruyendo el sistema anterior, quejándose del autor de aquel sistema, de Franco, pero imitando a Franco. Es milimétrico. ¿Qué hacía Franco con la justicia? Controlarla. ¿Qué hace Sánchez con la justicia? Intentar controlarla. ¿Qué hace con los compañeros de partido? Favorecerles, como hacía Franco con los compañeros del Movimiento. ¿Qué ha hecho con la ley de amnistía? Favorecer a los que le apoyan a él. Todo es un juego de intereses, ajeno a la igualdad de derechos en un sistema democrático. En una democracia la justicia tiene que ser igual para todos. Y Sánchez está acabando con eso.

P.- El 88,54% de los españoles votó a favor de la Constitución del 78. ¿Qué ocurriría ahora si se volviera a realizar un referéndum?

R.- Yo creo que bajaría el porcentaje, pero eso no es relevante. Porque hay un desconocimiento de la Constitución muy extendido y porque, de distintas maneras, se ha puesto en entredicho. Todos los partidos que apoyan a Sánchez son enemigos de la Constitución. Enemigos de la democracia española. Esto no se dice con mucha frecuencia, pero hay que decirlo para que la gente sea consciente de lo que pasa. No es lo mismo Bildu que el Partido Popular. Ni es lo mismo Esquerra Republicana de Cataluña que el Partido Socialista de Felipe González. No, no. Son completamente diferentes. Sánchez se ha aliado con todos los que quieren acabar con la democracia en España. Y, si sigue por ese camino, llegará un momento en que acabará con ella. Entonces, lo lamentaremos.

P.- A los políticos de la Transición se les critica no haber resuelto bien el asunto de las autonomías. ¿Qué opinas sobre ello?

R.- Desde un principio, se dijo que el Artículo 8º era lo peor que tenía la Constitución. Pero los padres constitucionalistas vieron que era necesario hacerlo, para que no hubiera unas regiones más favorecidas que otras. Aunque, al final, eso no quedó bien cerrado y en estos momentos estamos sufriendo las consecuencias. También es verdad que los padres de la Constitución fueron muy generosos y un poco ingenuos. Pensaban que, cuando al País Vasco se le mantuvieran los privilegios históricos que tiene, el País Vasco se iba a comportar de otra manera. Y se pensó que los catalanes formarían parte del conjunto, pero ahora quieren ser más que los demás. Si se hubiera sabido cómo iban a reaccionar algunos, a lo mejor el Estado de las autonomías no se habría diseñado como se hizo.

«Rubalcaba ya anunció que Sánchez iba a ser un peligro»

P.- ¿Hasta qué punto los nuevos partidos surgidos a la izquierda del PSOE y a la derecha del PP han colaborado a la polarización?

R.- La estabilidad de un país está en el centro. Eso se rompió cuando empezaron a aparecer partidos de izquierda radicales -a los cuales no se les llama extrema izquierda- enemigos de la Constitución, y en la derecha un partido que no es enemigo de la Constitución, pero que es enemigo del PP (Vox), al que le está impidiendo tener una mayoría relevante. El PP y Vox no pueden ir por separado a todas las elecciones, porque es un oxígeno para los adversarios.

P.- Si el problema es Sánchez, ¿la solución sería que se fuera?

R.- Hubo una persona que vio mejor que nadie cómo era Sánchez. Esa persona fue Rubalcaba. Rubalcaba anunció que Sánchez iba a ser un peligro. Quien denunció los métodos y los propósitos de Sánchez fue Rubalcaba. Pero Rubalcaba tenía una salud un poco delicada, falleció al poco tiempo y nos dejó solos. Felipe González ejerce ahora ese papel, pero ha tardado mucho en reaccionar. Cuando alguien trata de controlar a los jueces y hace las cosas para favorecer sólo a su grupo, no es un demócrata. Y eso es Sánchez.

«Hay medios que están entregados al poder político, como no había ocurrido nunca en democracia»

P.- Fuiste director de Diario 16 en dos ocasiones… En la segunda te sucedió José Luis Gutiérrez.

R.- Para mí fue una etapa dolorosa, porque no fui destituido por una razón objetiva. Lo conté en el epílogo del libro El poder y la prensa. Te lo resumo. Siendo yo director, surgió el caso Ibercorp. Al gobernador del Banco de España y a otros allegados se les había descubierto un caso de corrupción. Pero los implicados eran amigos de Juan Tomás de Salas, presidente de Grupo 16. Un día se me presentó Juan Tomás en el despacho y me puso una grabación en la que un conocido periodista demostraba que lo de Ibercorp era un montaje. Le pregunté de dónde había salido esa cinta y me dijo que era secreto profesional. Quería que la reprodujéramos en el periódico y yo le dije: «Es una cinta que está grabada ilegalmente y no vamos a hacer uso de ella». Al cabo de una semana, el contenido de la cinta se publicó en El País. En ese momento pensé que quien sobraba allí era yo. Duré dos años y medio y en ese tiempo, Diario 16 subió en difusión, con un grupo de colaboradores y columnistas de primer nivel: Camilo José Cela, Antonio Burgos, José Luis Martín Prieto, Raúl del Pozo, etc.

P.- ¿Cómo ves el periodismo en España? ¿Cumple su función de controlar al poder?

R.- Se está ejerciendo por partes. Nunca ha habido más medios al alcance del periodista para hacer buena información como ahora. Pero hay un problema. En algunos medios está ausente la conciencia profesional del periodista. El periodista no puede servir a nadie, más que al público. Tiene que ser el vehículo que le facilite al público el conocimiento de lo que pasa. En estos momentos, hay medios que están entregados al poder político, como no había ocurrido nunca democracia. Medios cuyo principal objetivo es servir al poder. Eso es terrible y acaba con el periodismo. Y luego hay otro problema: el relato periodístico de hoy está trufado de opinión. Demasiadas opiniones. Demasiada intencionalidad.

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