Este es el vicio al conducir que está destrozando el motor de tu coche
Conocer el vehículo es también clave para identificar ciertos sonidos que pueden indicar que algo va mal
Los precios del combustible han convertido el ahorrar en combustible y sacarle el máximo partido a cada repostado es una necesidad. Ante esto, lo que muchas personas hacen es circular en marchas largas, desahogadas, para reducir el consumo. Sin embargo, y aunque esto tiene parte de cierto, abusar de estas revoluciones puede desencadenar averías para el motor.
Es verdad que conducir a menores revoluciones permite forzar menos el motor y que el consumo sea menor. Sin embargo, también hay que tener en cuenta que cada coche es un mundo. Por tanto, es importante saber en qué régimen de revoluciones está más cómodo el motor para adaptar a ello la conducción.
Aquí también hay que tener en cuenta las diferencias entre un motor de gasolina y un diésel. De forma general, el primer caso tiene su zona cómoda entre las 2.000 y las 3.500 revoluciones por minuto (rpm); en el caso del gasóleo, estas están algo por debajo: entre las 1.500 y las 3.000 rpm.
Es en estas horquillas donde los motores pueden dar su máximo. Esto les permite tener el empuje necesario para responder con rapidez al pisar el acelerador. Esto también ayuda, por tanto, a que el consumo sea menor.
Conducir a bajas revoluciones
En caso de buscar conducir con las revoluciones más bajas, el resultado será el contrario. Necesitar potencia y demandarla desde un régimen de rpm muy bajo, supone que la exigencia para el motor será mayor. Además, su respuesta será mucho más lenta y, durante el proceso, el consumo de combustible será mucho más elevado.
Aunque esto ya supone un problema en sí, no es el único. Conducir a bajas revoluciones puede provocar averías, más o menos importantes, en el motor. Por una parte, esta forma de conducción hacen vibrar mucho más de lo habitual a los motores. Esto es tanto una molestia para quienes van en el coche como un posible detonante de que algunas piezas se rompan o se desgasten antes de tiempo.
Por otro lado, hay algunos sistemas del vehículo que sufren más con este tipo de conducción, como los anticontaminación o los filtros antipartículas. Como no trabajan a una temperatura óptima (que es más alta), no pueden quemar los residuos y es posible que, por esto, se acaben bloqueando.
Los ruidos que alertan de una posible avería en el coche
Oscaro, empresa especializada en venta de piezas de automóviles, explica en Autobild.es cuáles son los sonidos que deben poner en alerta al conductor cuando empiece a hacerlos el coche:
- Chirrido de película: este es uno similar al que aparece en las películas cuando un tren frena y se arrastra por la vía, por ejemplo. En este caso, el problema está en el material de fricción de la pastilla de freno. Es probable que esté gastado y esté rozando la plaqueta metálica contra el disco. Por ello, habrá que cambiar las pastillas lo antes posible para evitar daños en los discos de freno, o lo que es peor, en el buje o la propia pinza de freno.
- Chillido agudo de los frenos: es un sonido bastante agudo al frenar, pero que al soltar el pedal desaparece o es intermitente. Lo más probable es que las pastillas de freno se encuentren al límite de desgaste, ya que este ruido es producido por una pequeña chapa metálica que el propio fabricante instala en la pastilla para, precisamente, avisar del desgaste.
- Chillido agudo al acelerar: este ruido suele aparecer al empezar la marcha y suele estar provocado por la correa, que patina sobre las poleas. A la vez, mueve los auxiliares como el alternador, la bomba de agua o el compresor del aire acondicionado. Otra opción, aunque menos común, es que alguno de los rodamientos de las poleas, el tensor o algún auxiliar estén agarrotados. No obstante, para acabar con el ruido solo hace falta tensar más la correa o cambiarla.
- Martilleo en el motor: lo mejor en este caso es apagar el coche y pedir una grúa para que lo lleve al taller. La mayoría de las veces suele ser algo menor, como que una biela se haya aflojado y esté golpeando el cigüeñal, repararlo es caro. Además, en caso de seguir la marcha y que la biela se gripe o salga de su sitio, la situación será mucho peor. Podría llegar a romper el bloque del motor, lo que supondría tener que cambiarlo por completo.
- Ruido al girar el volante: los coches que tienen direcciones hidráulicas pueden producir un gruñido al girar la dirección, lo que significa que se ha llevado hasta el tope. Este ruido lo provoca un nivel de líquido bajo, lo que hace que entre aire en la bomba hidráulica y produce burbujas en el líquido. Lo primero que hay que hacer es mirar el nivel de la dirección asistida y rellenarlo en caso de que sea necesario. Usar mucho el coche en este estado puede romper la bomba hidráulica y, además, una bajada del nivel puede suponer que hay una fuga en el circuito y hay que controlarlo.
- Claqueteo al maniobrar: este ruido tan particular puede estar provocado por una fuga de grasa en caso de que el manguito del eje de transmisión esté agrietado. Esto provoca que la junta se seque, dando lugar al traqueteo. Hay dos elementos que podrían estar involucrados en esto: el cardán y el fuelle. Revisar ambos elementos es la clave para solucionar el problema.