Crecen las voces en contra de la conducción autónoma, una tecnología aún inmadura
Los incidentes que ha protagonizado este tipo de vehículos han llevado a muchos a replantearse si será rentable continuar desarrollando esta tecnología
Empiezan a estar hartos. Los vecinos de San Francisco, epicentro mundial de la conducción autónoma, están negros con la retahíla de incidentes que están causando los vehículos experimentales de Waymo y Cruise. Las dos empresas pueden operar solo entre las diez de la noche y las seis de la mañana, para eludir la congestión propia de una urbe con un tráfico por encima de la media. Las dos ejecutan un programa experimental y solo la segunda está autorizada a cobrar por sus servicios.
Sus vehículos protagonizan inquietantes paradas imprevistas en mitad de las calles, acelerones o frenadas sin causa lógica aparente, y comportamientos erráticos, cuando no directamente peligrosos. Hace poco el atropello de un perro por parte de un Jaguar i-Pace de Waymo elevó la tensión al respecto.
Puede parecer un tema insignificante, y es probable que un conductor humano hubiera obtenido un resultado similar; de hecho llevaba un operador al volante, aunque no pudo hacer nada. El problema es que el SUV eléctrico no reaccionó ante la presencia del cánido y siguió su camino sin inmutarse a pesar —según la compañía— de que había identificado el peligro. Los técnicos alegan la inhabitual trayectoria del can. O sea, que en cierto modo, culpan al perro.
Los responsables quitan hierro al asunto, pero los prototipos se están mostrando incompetentes en tesituras que no supondrían problema alguno a un piloto sin mucha experiencia. Si en carretera abierta ofrecen un resultado bastante correcto, cuando se entra en la ciudad y el tráfico se complica, tienden a fallar de manera ruidosa. Las dos compañías, con más vehículos en Phoenix y próximamente en Los Ángeles, necesitan demostrar a los organismos reguladores que sus coches son seguros. De momento han solicitado ampliar su flota, y se han encontrado la negativa por respuesta ante la cascada de incidentes.
A Tesla le duele la cabeza
El primero en saltar el muro es el que sangra, y ese papel le ha tocado a Tesla. Los coches autónomos que ruedan por las calles de San Francisco perturban la vida de sus habitantes, pero la marca de Elon Musk tiene sus propios problemas por la misma causa. La compañía californiana quiso ser la primera en implementar una tecnología disruptiva al instalar sistemas de pilotaje robotizado en sus coches. Las autoridades de algunos países donde opera la marca les dio permiso para poder activar el revolucionario Auto Pilot, pero para muchos resulta peligroso y desanima a confiar plenamente en él.
En un informe reciente hecho público por The Washington Post se han desvelado datos preocupantes al respecto. A petición de la NHTSA, la entidad que regula la seguridad vial en Estados Unidos, Tesla tuvo que declarar las cifras de accidentalidad en la que sus coches y su Auto Pilot han intervenido. Siempre confiando en las cifras de la compañía, el sistema de conducción autónomo estuvo presente en 736 accidentes, con 17 víctimas mortales como resultado durante el año pasado.
El propio Musk ha salido a dar la cara por su producto, con cierta parte de razón. Explicó que el índice es cinco veces menor que el de los coches tradicionales si lo comparamos con el kilometraje recorrido. Tampoco es incierto que el Auto Pilot se usa mayoritariamente en carreteras y autovías, donde se recorren muchos más kilómetros y el índice de accidentalidad es menor aunque más graves. Los números se dispararían como un cohete si se añadieran los trayectos urbanos, donde esta tecnología apenas se puede emplear, y es donde más errores comete.
No es raro entrar en YouTube y toparse con vídeos de coches rebeldes que invaden carriles indebidos, cruzan por donde hay líneas continuas que no detectan, o avanzan a velocidades prohibidas por no ser conscientes de las limitaciones. La conclusión es sencilla: la tecnología está inmadura. Eso si no le sumamos el uso incorrecto.
El sistema de Tesla alcanza el Nivel 2 de autoconducción, esto es, el coche acelera, frena y mueve su dirección sin ayuda, pero el conductor ha de estar siempre atento y con las manos sobre el volante. Dicho volante dispone de unos sensores que detectan la presencia de alguien que lo pilote, pero no son pocos los casos de usuarios que hackean el sistema. Colocan pesos, o cuelgan llaveros, para hacer pensar a su coche que están atentos cuando están dormidos, borrachos o jugando con algo tan peligroso como un vehículo en marcha de dos toneladas.
Dolorosos casos
Esto último fue justo lo que ocurrió en un accidente ocurrido en Carolina del Norte. De los cientos de accidentes que tiene que analizar la NHTSA relacionados con el Auto Pilot, sus analistas se ha centrado en unos cuarenta para obtener una comprensión de cómo funciona la tecnología.
Entre ellos está el de Tillman Mitchell, un joven estudiante de 17 años que se bajaba de un autobús escolar, y fue arrollado sin ningún tipo de reacción por parte del coche que se lo llevó por delante. El chico voló por los aires, destrozó la luna delantera del vehículo y, como consecuencia, tiene problemas para readaptarse con secuelas de por vida. El conductor del Tesla fue acusado de múltiples delitos, incluyendo conducción temeraria, rebasar un autobús escolar detenido y el posterior atropello del joven.
Un portavoz de la patrulla de carreteras del estado declaró que el responsable legal del vehículo y por tanto del incidente, había fijado pesos en el volante para engañar a Autopilot y que registrara la presencia de sus manos. Nunca se supo qué estaba haciendo en el momento del atropello. Hay más casos.
El año pasado un Model S frenó de manera inesperada y sin causa aparente en el puente de la bahía de San Francisco, lo que provocó un choque múltiple de ocho vehículos. El incidente dejó nueve heridos, entre ellos un niño de dos años. De la misma manera, muchos propietarios afirman que sus coches frenaron bruscamente al encontrarse con trailers en carriles contrarios; es fácil sospechar que el sistema interpreta que los camiones vienen hacia ellos. Por otra parte, la NHTSA ha detectado que el índice de accidentalidad en que estos vehículos y las motocicletas están implicadas es inusualmente alto.
La conducción autónoma, una tecnología hacia la que nos dirigimos de forma irremediable y desata pasiones en su periodo de desarrollo actual. Hay quien afirma que es excelente y los problemas que acarrea son asumibles, y por contra hay quien pide directamente que se elimine y se vuelva al pilotaje humano sin más. Las marcas de automóviles están enterrando una montaña de dinero en esta tecnología, pero a día de hoy está lejos de ser perfecta.
Precisamente, Mercedes acaba de recibir permiso para introducir su Drive Pilot de Nivel 3 en el estado de Nevada y se prevé que lo reciba en breve en California. Se adelanta a Tesla en un campo que le está trayendo más dolores de cabeza de los que esperaban. Si se limita o prohibe se coartará su desarrollo; si se la deja campar a sus anchas sin mucho control, los accidentes pueden multiplicarse de manera proporcional al número de coches que la lleven instalada. Más nos vale que la mejoren. Se nos van vidas en ello.