La fuerza aérea de Hamás que Israel no esperaba
Hasta uno de los ejércitos mejor equipados puede ser sorprendido por medios no convencionales de infiltración
Fue, tristemente, una sorpresa dentro de la sorpresa. De forma tradicional, los ataques terroristas suelen estar protagonizados por artefactos explosivos más o menos improvisados, coches bomba, cohetes de baja tecnología, asesinatos selectivos o no, y generalmente ejecutados con armas cortas de uso manual. Pero lo de usar parapentes motorizados era tan sorprendente que los asistentes a la fiesta por la paz que fue masacrada por Hamás el pasado 7 de octubre creyeron que formaba parte del evento.
Es el peligro de la tecnología dual, también llamada híbrida. Soluciones de la vida civil, dispositivos en apariencia inofensivos, que pueden ser empleados en el campo de batalla o como armas tácticas. Puede ser un anodino camión de reparto por un paseo marítimo, una consola de videojuegos con un microchip ultrapotente capaz de manejar datos de una central nuclear o un parapente… pero no es la primera vez que ocurre algo parecido.
Sorpresa sí, novedad no
El 25 de noviembre de 1987, un guerrillero palestino mató a seis soldados israelíes y dejó heridos a otros siete, tras aterrizar con un ala delta cerca de una base militar. Con forma de cometa gigante, dos de estas ‘aeronaves’ de color rojo y blanco, salieron del sur de Líbano a unos cinco kilómetros de la frontera. Una cayó antes de lo previsto y no alcanzó su destino, pero la otra sí que lo hizo.
Tras volar en silencio, el insurgente que la pilotaba se coló en el espacio aéreo israelí sin que los sistemas tradicionales se dieran cuenta. Aterrizó en un campo de cardos cercano a la base de Kiryat Shemona, entró en las instalaciones, y atacó a los soldados armado con un AK-47, una pistola con silenciador y unas granadas de mano. Es un borrón en el historial del ejército hebreo, y que se mal recuerda como ‘La Noche de los Alasdelta’.
De una forma similar, el pasado 7 de octubre los atacantes de Hamás penetraron desde Gaza subidos en paramotores, que son parapentes con un pequeño motor de explosión que sus pilotos suelen llevar colgados a su espalda. Los hay por menos de mil euros en Wallapop, su uso civil apenas tiene regulaciones, puede transportarse en el maletero de un coche, y puede ser pilotado tras un breve periodo de instrucción. Sus motores suelen proceder de motocicletas de pequeña cilindrada o cortacéspedes, pueden estar horas en el aire, y su mantenimiento es mínimo.
Indetectables, imparables
El Iron Dome israelí no pareció localizarlos, y es algo propio de las tecnologías de última generación: son muy buenas para enfrentarse a enemigos de su talla, pero tienden a fallar en la llamada Guerra Asimétrica, esto es, cuando se enfrentan a amenazas de baja tecnología. Los radares estadounidenses más avanzados son capaces de encontrar un Mig ruso que vuele a miles de kilómetros por hora, pero tiene dificultades con los globos chinos.
El problema no es tanto de sensibilidad, como de saber buscar. Las amenazas suelen tener un cierto tamaño, dejan una estela térmica y sonora, y están construidos con materiales que hacen rebotar las señales electromagnéticas de los detectores de última generación. Otra diferencia clave es que de forma habitual se acercan a velocidades superiores a los aproximadamente 40-50 km/h que suele moverse un paramotor; los sistemas de defensa están diseñados para detectarlos con este parámetro en sus programaciones.
Hamás no necesitó de una compleja fuerza aérea para realizar un ataque desde el aire, y la jugada se ha convertido en un símbolo. En la práctica, demuestra que hasta uno de los ejércitos mejor equipados del mundo puede ser sorprendido por medios no convencionales de infiltración.
Más ejemplos
Se sabe que Corea del Norte ha probado el uso de parapentes militares, y medios turcos informaron en 2020 que los terroristas del Partido de los Trabajadores de Kurdistán, o PKK, habían utilizado parapentes para cruzar de Siria a Turquía. A pesar de ello tienen sus desventajas. Los paramotores son ruidosos y no son muy adecuados para insertar fuerzas terrestres de manera encubierta. Pueden ser detectados durante el día con cierta facilidad, y más ahora que ya se conoce el método. También son vulnerables a disparos desde tierra.
Su espacio de empleo es limitado, y solo es útil en un número bastante reducido de escenarios; transportar tropas numerosas no es uno de ellos. Aunque pueden volar bajo el radar, los parapentes necesitan un lugar donde aterrizar, por lo que tienen poco uso en un entorno urbano. De hecho, los paramotores de Hamás aterrizaron en campo abierto.
Tácticas sencillas
Se cree que estos parapentes motorizados volaron muy bajo para eludir los radares y sensores israelíes. Con toda seguridad elevaron su cota para pasar por encima de las vallas fronterizas, antes de caer sobre suelo judío. Aunque los dispositivos contra drones podrían enfrentarse a este tipo de amenaza, no está claro en qué medida Israel desplegó dichos sistemas antes de los ataques, o si estaban posicionados para detener las incursiones desde Gaza.
Los Estados Unidos se vieron obligados a recalibrar sus radares y sensores aplicados a su espacio aéreo tras los incidentes de los globos chinos en febrero de este año. Tras los nuevos ajustes, se supone que serían capaces de encontrar objetos pequeños a gran altitud y que viajan a bajas velocidades. Tras las sorpresas iniciales, las fuerzas aéreas fueron capaces de dar con los globos y derribarlos una vez corregida esa falla.
El siguiente paso lógico es que el ejército israelí modifique los parámetros del sistema Iron Dome. Hasta la fecha, estaban optimizados para detectar armas de trayectoria rápida y alta, como misiles y cohetes, y se presupone que en lo sucesivo estarán ajustados para detectar objetos de vuelo bajo y lento como los de este tipo.
Cambio de paradigma
Otra pregunta que queda en el aire es como Israel no detectó antes del ataque que Hamás había desarrollado la capacidad de usar parapentes. La respuesta tendrá que esperar hasta más adelante, porque Israel está actualmente centrada en desmantelar las redes de Hamás en Gaza. Es muy posible que veamos algo similar a la Comisión Agranat, que se convocó después de la Guerra del Yom Kippur. Esta comisión se organizó para analizar cómo Egipto y Siria sorprendieron con éxito a Israel en 1973 hace justo medio siglo.
Tras el ataque con alas delta de 1987, los líderes del ejército israelí se preguntaron cómo, dada la destreza militar del país, habían sido sorprendidos por un ataque tecnológicamente tan poco sofisticado. Entonces, el teniente general Dan Shomron, jefe de Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel, declaro: «No podemos volver a vivir un evento como este». Tres décadas y media después, Israel se encuentra haciéndose las mismas preguntas, pero esta vez, de una forma mucho más dolorosa.