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Capital sin reservas

La rotonda del Ibex y sus nuevos 'consejeros de paz'

El Gobierno quiere aprovechar las juntas generales de este año para colocar «algunos hombres buenos» en las grandes cotizadas

La rotonda del Ibex y sus nuevos ‘consejeros de paz’

Mercado de valores. | Europa Press

Importado del mundo anglosajón se conoce bajo el término de Ratio CEO el número de veces que la remuneración del primer ejecutivo de una sociedad cotizada se multiplica sobre el sueldo mondo y lirondo que perciben sus trabajadores. Un concepto que Yolanda Díaz ha utilizado contra la élite empresarial para justificar el nuevo incremento del SMI que ha subido en España un 55% en los últimos seis años. La vicepresidenta comunista disparó la andanada poco antes de pegársela en las elecciones gallegas y tras unas breves semanas de recato ha vuelto ahora con sus dicharachos atacando frontalmente los beneficios y dividendos bancarios. Cabe reconocer que el arma arrojadiza lanzada para denunciar los salarios máximos frente al salario mínimo no fue del todo en balde porque desde entonces los más insignes representantes del mercado liberal se han dado punto en boca, otorgando su cómplice silencio a una de las medidas con mayor arraigo dentro de la agenda populista del Gobierno.

La desigualdad de las escalas salariales ha ido alcanzando cotas inmisericordes desde que nuestro país entró en el euro, lo que favoreció la llegada de ilustres inversores extranjeros que incorporaron sus más sofisticados modelos retributivos en la dirección corporativa de las grandes empresas. El informe de la firma Corporance, encargada de asesorar el voto de los inversores bursátiles en toda Europa, señala que la Ratio CEO del índice Ibex 35 se sitúa en 47 veces, si bien existe un grupo destacado de entidades que superan con creces el umbral de las 100 veces, sobresaliendo los bancos, constructoras y empresas eléctricas. Caso único es Inditex, donde su consejero delegado, Óscar García Maceiras, cobra 335 veces más que sus empleados, una diferencia abismal pero que viene dada por una plantilla inmensa, formada por casi 170.000 personas en 60 país y que por la naturaleza de su actividad tienen sueldos mucho más bajos que el resto de las multinacionales en bolsa.

La soflama de la ministra de Trabajo, desesperada en su afán de prima donna, ha servido también a Pedro Sánchez para mandar un recado a los santones del mundo de los negocios sobe la conveniencia de aliar conductas de esas en las que una y otra parte se comprometen a no hacerse daño. La jefa de Sumar trata de convertirse en el bulldog del Gobierno para enseñar los dientes a los agentes sociales pero el líder socialista, convencido de que el perro ladrador es poco mordedor, dispone de planes que superan de largo la intención de meter la mano en el bolsillo de la plutocracia reinante. Más bien al contrario, el objetivo no es otro que llegar a una entente cordiale para que cada cual siga engrosando su particular cuenta corriente a cambio de mostrar cierta generosidad con los cortesanos de Palacio encargados de proclamar las esencias del proyecto socialista.

Apoyo indispensable de los poderes fácticos

La temporada de juntas generales a partir del segundo trimestre del año es un momento idóneo para calibrar el alcance de las buenas migas que Pedro Sánchez se propone entablar con los primeros espadas del Ibex. El jefe del Ejecutivo está obcecado en exprimir como un limón la legislatura pero el desgaste generado por la infame amnistía catalana se ha desorbitado con la explosión del ‘caso Koldo’, abriendo un socavón en la deteriorada credibilidad del Gobierno que preside. El líder socialista está perdiendo pie dentro del PSOE y su manual de supervivencia indica que si quiere volver a pisar fuerte necesitará la colaboración externa de los grandes poderes fácticos del país. De ahí su empeño en reclutar un séquito de distinguidos hombres y mujeres de negocios disponibles para acceder a la tripulación de los grandes buques insignia corporativos que pronto deben renovar sus órganos de gobierno.  

«Más de un centenar de cargos tienen que ser renovados a lo largo de los próximos meses en los consejos de administración del Ibex»

Los más avezados influencers que de siempre vienen revoloteando de flor en flor en el jardín de las grandes entidades bursátiles han empezado a batir sus alas en los aledaños del complejo presidencial donde habita Sánchez. El líder socialista maneja personalmente varios currículos de eventuales «hombres buenos», que ni quitan ni ponen rey porque sólo desean actuar como fieles servidores de su circunstancial señor. Algunos de ellos se las han arreglado para acceder a los aposentos del mismísimo jefe del Ejecutivo, lo que evidencia la calidad de los contactos con que se maneja la farándula del business a pesar del acusado momento de fragmentación política. En su mayoría es preceptivo, eso sí, pasar por el filtro de Manuel de la Rocha, el jefe de la Oficina Económica de Presidencia, uno de los colaboradores en alza dentro del extenso y concurrido sanedrín que habita en Moncloa.

Dentro del ecosistema que forman las 35 marcas del índice selectivo de la bolsa están en juego este año más de un centenar de cargos que tienen que ser renovados o, en su defecto, ceder el sillón que ocupan de acuerdo con los reglamentos de sus respectivos consejos de administración. En la amplia lista se incluyen dominicales, ejecutivos, independientes y también los denominados «otros externos», una categoría inventada como artificio del buen gobierno corporativo con el propósito de prorrogar las fichas de aquellos leales colaboradores a los que se les ha pasado el arroz tras superar los doce años máximos de servicio que establecen los cánones de la CNMV. Entre estos últimos figura precisamente Javier de Paz, con más de quince años en Telefónica, cuyo apellido, unido a su singladura como ferviente depositario de la doctrina socialista, sirve de epónimo para la nueva taxonomía de futuros delegados del gobierno que han de regar la ruleta del Ibex.

Repsol y Endesa en el punto de mira

Los futuros ‘consejeros de paz seguirán la estela emprendida desde hace tiempo dentro del grupo de empresas públicas cotizadas en las que el Gobierno hace y deshace a su antojo. Son los casos de Indra y Redeia (antigua Red Eléctrica) cuyos respectivos presidentes, Marc Murtra y Beatriz Corredor, agotan mandato precisamente en este ejercicio. Lo mismo ocurre con Javier Marín, vicepresidente segundo de Aena, el gestor aeroportuario que está mayoritariamente controlado por el Estado. Otras salidas no menos significativas podrían producirse en Enagás, donde terminan sus encomiendas de consejeros los exministros socialistas José Blanco y José Montilla así como el vicepresidente de la SEPI, Bartolomé Lora. Los dos primeros están a salvo lo que otorga a este último las mayores papeletas para ser licenciado y hacer hueco a alguno de los otros compadres que llevan tiempo acumulando méritos en la retaguardia del «sanchismo».

El Gobierno quiere este año elevar su desembarco bursátil sentando también sus reales en empresas cotizadas que operan en mercados regulados. Además de Telefónica, donde está prevista la promoción de un par de consejeros amigos a partir de la toma del 10% del capital, el gran objetivo son las firmas energéticas y, en particular Repsol. Pedro Sánchez está deseoso de bajar los humos a Josu Jon Imaz, que se ha convertido en el máximo disidente de los dogmas «ecolojetas» de Teresa Ribera. De momento la petrolera no tiene huecos en el consejo pero eso se puede subsanar ampliando el número de administradores, una opción que contemplan los estatutos sociales. Si Antonio Brufau se hace el remolón la segunda opción es Endesa, aprovechando la eventual marcha de Alicia Koplowitz y de la antigua presidenta de Unespa, Pilar González de Frutos. Ambas se encuentran en expectativa de destino y cualquiera de sus vacantes servirán para ceder el paso a la tropa de Sánchez en la amplia rotonda del Ibex.

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