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Opinión

¿Es Giorgia Meloni la mujer más peligrosa de Italia?

«El discurso patriótico de Meloni se refiere a también a que Italia no tiene por qué aceptar imposiciones de Europa»

¿Es Giorgia Meloni la mujer más peligrosa de Italia?

Giorgia Meloni. | Yara Nardi (Reuters)

Es el fin del mundo, nos dicen. Ultraderecha en Suecia, ultraderecha en Italia y ultraderecha en Hungría. Y, en Francia, Marine Le Pen, que consiguió en abril el 41% de los votos en su carrera contra Emmanuel Macron.

La ola neofascista asola Europa, nos dicen.

The Economist pone a Meloni en portada con el siguiente titular : «¿Deberíamos preocuparnos?». Stern, en Alemania, le ha llamado «la mujer más peligrosa» del continente. Bloomberg registra el nerviosismo de los mercados. Mientras que Von der Leyen ya compara a Italia con Polonia y Hungría.

Ni siquiera he visto los titulares de determinados diarios progresistas españoles, pero me los puedo imaginar.  Titulares apocalípticos convenciéndonos de que estamos poco menos que al paso de la cuarta guerra mundial en Europa, porque llega el fascismo aplastándonos con sus botas de suela de clavo.

Esos diarios hablarán de los derechos de los migrantes y del retroceso del colectivo LGTBIQ+ (la secta abecedario, para entendernos).  Porque cuando te hablan de derechos abecedario y de migrantes tú lo entiendes de forma inmediata, y reaccionas de manera emocional. Y las reacciones emocionales crean clickbait.  Hablarán menos de algo mucho más importante: cuánto puede impactarnos o no, a nivel económico, el triunfo de Meloni en las elecciones italianas.

Meloni ha basado su campaña en un discurso populista contrario a la inmigración ilegal y a la ideología woke (la ideología woke también es un discurso populista,  por cierto). Ha dicho que la identidad italiana está siendo atacada, y ha acusado a la Unión Europea de cómplice de «un remplazo étnico» (tal cual). Lo del remplazo étnico suena un poco traído por los pelos.  Porque la verdad es que Italia no tiene una etnicidad tan clara. Este verano yo misma he estado en Italia y me he encontrado con italiano rubios, italianos morenos, italianos muy, muy, muy morenos que más bien parecían árabes, aunque se suponía que descendían de un noble que les había legado su Castello… Vamos, es imposible reconocer a un italiano o italiana por determinados rasgos étnicos. Antes los reconocerías por su forma de vestir.  Y sí, claro que hay negros en Italia, pero no como para hablar de un remplazo. De un remplazo de no sé qué etnicidad porque, como digo, tampoco la etnicidad italiana es muy clara.

Meloni ha asegurado que admira a Viktor Orban, el primer ministro húngaro, y comparte con él tres piedras angulares del discurso: el euroescepticismo, la postura anti inmigratoria y la promoción de los valores tradicionales familiares. (Por tradicional se entiende hetero y católico). Pero hay un punto en particular, el entusiasmo que muestra por las políticas económicas de Hungría, especialmente por su impuesto único, que aterra a los mercados europeos, porque se entiende que podría haber un colapso financiero en Italia durante el mandato Meloni. Y que dicho colapso podría actuar como la ficha de dominó que desmorona toda una fila de fichas cercanas.

Sin embargo, Meloni ha asegurado que mantendrá medidas fiscales prudentes, que por muy euroescéptica que sea no quiere salir de la Unión Europea, ni tampoco de la eurozona, y que pretende seguir apoyando a la OTAN en su ofensiva anti Putin. Porque Giorgia Meloni intenta presentarse como una opción segura ante Europa. Intenta asegurar a los europeos que Italia no les va a plantear ningún problema. Pero una cosa es lo que le dice a Europa y otra el hecho de que su discurso populista se desmarca mucho de la ortodoxia de Bruselas.

Para colmo, los tecnócratas europeos, con Von der Leyen a la cabeza, tienen razones para preocuparse. La deuda italiana asciende cada día, y los tipos de interés lo hacen también. Y astronómicamente: muy por encima de los del resto de Europa. Y eso convierte a Italia en uno de los eslabones débiles de la cadena eurozona.  Incluso se dice, se rumorea y se comenta que Macron quiere iniciar conversaciones con Scholz ya mismo sobre cómo lidiar con el problema italiano que se avecina. Pero, eso sí, sin abrir una confrontación pública con Meloni, para evitar que estreche aún más sus lazos con Orban y acabe por convertirlos en nudos.

Y hay otros pequeños detalles que mantienen en vilo a los tecnócratas del Consejo Europeo. En alguno de sus discursos, Meloni ha cuestionado ciertos pilares de la integración europea – como las reglas de mercado, nada menos-  y ha dejado más que claro que no tiene mucho interés por implementar las reformas estructurales que Von der Leyen había sugerido.

La economía italiana es la tercera economía de la UE, después de Alemania y Francia, y la octava a nivel global. Y un cambio potente en Italia podría significar un golpe duro a la estabilidad de la eurozona. Los mantras patrióticos de Meloni representan desde luego una incertidumbre mucho más grande que el discurso aburrido pero predecible y confiable de Mario Draghi, ese economista formado en Estados Unidos, que nunca decía una palabra más alta que la otra, al contrario que Meloni, a la que parece que nada le gusta más que gritar sus proclamas a pleno pulmón. Draghi había sido reconocido por haber conseguido restaurar la estabilidad y la confianza en el país y por su incansable persecución de la estabilidad del euro. Pero el discurso patriótico y súper proteccionista de Meloni casa muy poco con el estilo Draghi y casa menos aún con las reformas liberales que le han demandado a Italia desde Bruselas.

«Nadie se cree o nadie quiere creerse que Meloni de verdad vaya a precipitar la salida de Italia de la eurozona… pero por otra parte nadie olvida lo que Meloni decía en el pasado»

Hay que tener en cuenta que cuando Meloni y los Hermanos de Italia no tenían ninguna posibilidad de llegar a la presidencia lanzaban al aire airadísimos discursos antieuropeos y entre sus diatribas berreadas en voz muy alta se escuchaba la exigencia la salida de la zona euro. Eso fue en aquellos tiempos en los que Meloni hacía campaña con el símbolo de la llama, evocando a Benito Mussolini.  Aquí vendría al pelo nuestro refrán español de «mucho prometer hasta meter y una vez metido olvidar lo prometido». Eso quiere decir que es mucho más fácil prometer cosas cuando crees que no vas a lograrlas que cumplirlas una vez logradas. No, nadie se cree o nadie quiere creerse que Meloni de verdad vaya a precipitar la salida de Italia de la eurozona…. pero por otra parte nadie olvida lo que Meloni decía en el pasado. Además, hay que recordar que Europa también ha cambiado mucho desde los tiempos en que Meloni era más radical

La cuestión es que,  incluso si Meloni no adopta medidas extremas, como una salida de la eurozona, sí que es cierto que puede ralentizar las reformas estructurales que estaba llevando a cabo Draghi, y que eran una condición que impuso Europa para otorgar la financiación en el plan post pandemia. Recordemos que Italia es la mayor beneficiaria de esos fondos europeos para la recuperación post-pandemia, y debe recibir en total más de 81.700 millones). Fueron esas reformas las que le valieron a Italia el hecho de que la agencia de rating Moody’s cambiara la calificación crediticia del país de «negativa» a «estable».

Pero… ¿y si Meloni, con la excusa de que la guerra con Ucrania y la crisis energética que se avecina este otoño invierno, plantea que cambien las condiciones del acuerdo? Excusa bastante buena, por otra parte, no lo neguemos. Meloni ha sido una de las más fieras oponentes a un paquete de reformas europeas que proponían, por ejemplo, la liberalización de las concesiones de las playas y de los taxis.

Que puede que ustedes no lo sepan, pero en Italia la gran mayoría de las playas son privadas. Bueno, en teoría son de suelo público, pero los ayuntamientos otorgan concesiones a empresas para gestionar las playas y así las playas se controlan por hoteles y empresas que te cobran a veces simplemente por poner un pie en la arena. Y pueden cobrarte mucho. Entre cinco y 30 euros.

El paquete de reformas de Bruselas pedía también la liberalización de las plataformas de taxis. Lo que puso en pie de guerra a los taxistas e italianos, ya de por sí bastante beligerantes. Cualquiera que haya tomado un taxi en Italia lo sabe, especialmente si es una mujer… Mis experiencias con los taxistas italianos darían para todo un artículo, pero no tenemos espacio, así que seguimos a lo nuestro. En fin, que los taxistas se pusieron en huelga y paralizaron calles de varias ciudades italianas.

Otras exigencias que venían en el paquete de reformas de Bruselas igual no son tan pintorescas, pero quizá más importantes:  reforma de la justicia civil y penal, reforma tributaria y reforma de contratación, que debería haber desburocratizado y actualizado marcos regulatorios obsoletos. La última es una reforma laboral, para entendernos.

Pero Meloni no es Draghi. Se espera de Meloni que sea extremadamente proteccionista. No como Draghi. El discurso patriótico de Meloni no se refiere exclusivamente a que los italianos no se mezclen con los inmigrantes. El discurso patriótico de Meloni se refiere a también a que Italia no tiene por qué aceptar imposiciones de Europa. Y a que las empresas italianas deben seguir siendo italianas. Meloni cree que la antigua Alitalia, ahora ITA Airways, debería ser pública, y que nunca se debería permitir que empresas no italianas tuvieran participaciones en ella. Y que las telecomunicaciones italianas, especialmente Telecom Italia, deben ser italianas, lo que excluye la participación del grupo francés Vivendi. Meloni desea que Telecom Italia sea una empresa controlada por el estado, dejando fuera a inversores europeos. Vivendi o cualquier otro. 

Pero… ¿Quizá una vez que Meloni acceda al  Palazzo Chigi sus diatribas populistas y patrióticas se salen en un poquito y se vuelvan más convencionales?

Bloomberg habla de Giorgia Meloni como una líder que «los italianos quieren al mando del país». Pero sigue diciendo Bloomberg que «nadie está realmente seguro de lo que hará cuando esté bajo presión para enfrentar los desafíos que le esperan a su país». La perspectiva de que una nacionalista furibunda, carismática hasta el punto de parecer más bien una iluminada, y con escasa o nula experiencia en gestión, dirija Italia pone de los nervios a los inversionistas.

Mientras Europa está luchando con las consecuencias del conflicto más grave desde la Segunda Guerra Mundial, Italia ha estado a la deriva durante años, en su lucha por encontrar una fórmula que pueda desbloquear su potencial sin dejar de ser fiel a su identidad. ¿Cuánto cambiarán las cosas con el ciclón Meloni? Ella se define como «decidida y muy italiana». Precisamente por eso, por si fuera demasiado decidida y demasiado italiana, los mercados le observan con nerviosismo. Como todo el continente.

 Y por eso Roberto Saviano ha advertido: «Ojo, porque a donde va Italia, pronto le seguirá el resto de Europa».

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