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Opinión

El trienio inflacionario: una factura que no deja de aumentar

La incapacidad del BCE para ajustar las tasas y la compra masiva de deuda han contribuido al escenario actual

El trienio inflacionario: una factura que no deja de aumentar

Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo. | Zuma Press

Desde el mes de marzo de 2021, la inflación ha sido un tema recurrente en los titulares de prensa y en las conversaciones de la calle. En pocos meses celebraremos el tercer aniversario del estallido de una crisis inflacionaria en el conjunto de la UE y, de forma aún más aguda, en España, donde se alcanzaron niveles de subida de precios que no se veían desde hace 40 años, concretamente desde 1984. La mayor pérdida de poder adquisitivo de los europeos la han experimentado los ciudadanos españoles.

Cierto nivel de inflación es necesario para fomentar la inversión ya que, sin un incremento, aunque sea moderado (la UE fija el óptimo en un 2%), del nivel de precios, difícilmente las empresas invertirían en nuestro país, pues nadie invierte en un territorio si al año siguiente le van a pagar menos por el mismo servicio o producto. En el caso de España, se ha sobrepasado de forma sistemática ese umbral del 2%, llegando a cifras del 10,8% en julio de 2022 y una media cercana al 5% para el conjunto del período comprendido entre marzo de 2021 y noviembre de 2023.

La relación directa entre la inflación y el poder adquisitivo de las familias es evidente. Cuando los salarios no aumentan al mismo ritmo que los precios, se produce una pérdida de poder adquisitivo que afecta negativamente al consumo. Esta disminución en el consumo tiene un impacto directo en la producción y, en última instancia, contribuye al aumento del desempleo, desencadenando un ciclo recesivo. 

Al observar la situación en Estados Unidos, se nota una tendencia distinta ante la inflación. En primer lugar, los picos no pasaron del 9,1% y la media de inflación para el mismo período (marzo 2021-noviembre 2023) se sitúa en el 4%, un 1% menos que la media española. O lo que es lo mismo, el incremento de precio ha resultado ser en Estados Unidos un 20% menor al crecimiento de los precios en España ¿Cuál es la razón detrás de esta diferencia con España y gran parte de la Unión Europea? La respuesta radica en las políticas monetarias divergentes de la Reserva Federal estadounidense y el Banco Central Europeo (BCE).

Las decisiones de política monetaria se centran en el control de los factores monetarios para garantizar la estabilidad de precios y el crecimiento económico. La acción de los bancos centrales recae en dos variables: la oferta monetaria (cantidad de dinero en circulación) y el tipo de interés (precio del dinero). Si se incrementa la cantidad de dinero en circulación, como sucedió durante la pandemia, los precios suben generando inflación. Puede que no sea de forma inmediata, pero siempre acaban subiendo. Para frenar esta subida de precios, que como hemos visto acaba afectando al poder adquisitivo de las familias, los bancos centrales disponen de diferentes herramientas, siendo una de las principales la subida de tipos de interés, que al encarecer el precio del dinero reducen el crédito (y la cantidad de dinero en circulación) y ayudan a contener la inflación, aunque genere una caída de la actividad económica.

En el caso de la Reserva Federal, ha ido ajustando sus tasas de interés de manera más proactiva que el BCE. Mientras que la Reserva Federal de EEUU en julio de 2021 ya había aumentado su tipo de interés del 0% al 2,25% en poco más de cuatro meses, el BCE solo las elevó al 0,5% el 27 de julio de 2021, un día antes de que la Reserva Federal las fijara en el 2,25%. Esto destaca un retraso sistemático significativo en la política monetaria del BCE. En la actualidad, la Reserva Federal mantiene tipos de 5,5% mientras que el BCE los mantiene en el 4,5%.

«El tiempo de reacción ante una crisis inflacionaria es crucial. La respuesta rápida y decisiva determinará si las consecuencias son temporales o estructurales»

La experiencia pasada revela que la lentitud del BCE para ajustar las tasas de interés puede tener consecuencias negativas. Durante la crisis financiera de 2008, el BCE tardó ocho meses en reducir las tasas del 4,25% al 1%, y cinco años adicionales para llevarlas al 0%. En comparación, la Reserva Federal de EE. UU. actuó de manera más ágil, respondiendo rápidamente con reducciones significativas, pasando del 1,5% el 8 de octubre de 2008 al 0% el 16 de diciembre, dónde se mantuvieron los tipos de interés hasta el 17 de diciembre de 2015, siete años después.

Las causas de la inflación pueden ser compartidas, como la crisis de la cadena de suministros debido a la pandemia o eventos geopolíticos, pero otras son específicas de la UE. La incapacidad del BCE para ajustar las tasas entre marzo de 2016 y julio de 2022, así como la compra masiva de deuda, son factores que han contribuido al escenario inflacionario actual.

El tiempo de reacción ante una crisis inflacionaria es crucial. La respuesta rápida y decisiva determinará si las consecuencias son temporales o estructurales. En este sentido, Estados Unidos parece estar más cerca de una recuperación con secuelas leves, mientras que la Unión Europea, especialmente España, se enfrenta a unas consecuencias más bien estructurales, que acaban determinando la manera de ser de una economía.

En resumen, la diferencia en las políticas monetarias entre la Reserva Federal y el BCE juega un papel crucial en la evolución de la inflación. La agilidad en la toma de decisiones y la capacidad de adaptarse al ciclo económico son elementos fundamentales para mitigar los impactos negativos de una crisis inflacionaria. Hemos vivido un trienio inflacionario cuya factura final aún estamos por conocer.

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