THE OBJECTIVE
EL BLOG DE LUCÍA ETXEBARRIA

¿Quieres hacerle un favor a Lucía Etxebarria? (Y ya de paso, mejorar tu vida)

«La evidencia (avalada, sí, esta vez, por estudios transversales y longitudinales) sugiere que la escritura expresiva es enormemente efectiva»

¿Quieres hacerle un favor a Lucía Etxebarria? (Y ya de paso, mejorar tu vida)

Lucía Etxebarría.

Se ha iniciado la preventa para mi próximo libro. El enlace está aquí.

No es una preventa cualquiera.

De esta preventa depende que el libro tenga recorrido o no.

Me explicó: Desclée de Brouwer no es una gran editorial ni tiene una gran distribución. Aunque sí que tiene una colección para el gran público, se dedica sobre todo al público universitario. Por eso, la preventa es tan importante, para llegar a la distribución.

Entonces, ¿por qué escogiste esta editorial, Lucía? Pues porque su enfoque es humanista y porque gran parte de los manuales que leí durante la carrera estaban publicados en Desclée. Era exactamente la editorial a la que quería llegar. Pero también quiero llegar al gran público y, repito, esto será imposible si el libro no arrasa en preventa.

En preventa el libro te sale más barato y además te llega con un print dibujado por mí, numerado y firmado (y no habrá más). Vale, sí, no es que yo sea el genio de la ilustración. Pero hoy un dibujo de Lorca, de Alberti o de Hierro no tiene precio. Vete tú a saber si el día de mañana pasa lo mismo conmigo.

Sí, sí, Lucía – me dirás- pero ¿de qué trata el libro?

Pues obviamente es un libro de psicología. Un programa de treinta ejercicios de escritura expresiva. Y sí, te garantizo que funciona.

Cuando acabé la carrera de psicología, a la hora de hacer el TFG, nos indicaban que por favor nos abstuviéramos de hacer trabajos sobre mindfulness, porque aunque era el tema preferido de los estudiantes parecía que los profesores se estaban saturando de leer siempre sobre lo mismo. El segundo tema más elegido era el EMDR. En ambos casos se trata de técnicas cuya eficiencia es aún discutible, puesto que no vienen avaladas por un ingente corpus de estudios transversales y longitudinales que la demuestren.

La escritura expresiva sí ha demostrado ser eficiente, dado el creciente número de informes que indican que la escritura expresiva puede mejorar el rendimiento durante el estrés (DiMenichi, 2018), reducir la sensación de trauma y mejorar la «salud psicológica general» en los cuidadores (Riddle, Syth y Jones, 2016), así como beneficiar los síntomas depresivos en el TEPT infantil y las personas con rumiación desadaptativa o dolor afectivo en la artritis reumatoide (Mugewa y Holden, 2012).

Aunque claramente no es una panacea ni la purga de Benito terapéutica (ha demostrado poco beneficio en la depresión entre los sobrevivientes de cáncer de mama, la calidad de vida en pacientes con EPOC o los síntomas de migraña), sí que está desplazando con fuerza en Estados Unidos al mindfulness y al EMDR. Y si bien aún no se ha puesto de moda en España, estoy segura que acabará por hacerlo.

Es triste y probablemente frívolo hablar de «modas terapéuticas» pero como diría mi admirado Sandro Giacobbe, lo siento mucho, la vida es así, no la he inventado yo. Vivimos en una sociedad de consumo y desgraciadamente a veces tratamos a las herramientas terapéuticas como objetos de consumo. Pero ése sería tema para otro artículo, y no me voy a extender más.

Hace ya veintidós años me invitaron a impartir una conferencia en la Universidad Mc Gill en Montreal, y a pasar una mini estancia en aquella ciudad. Una de las posibilidades más atractivas de la oferta era que se me permitía asistir como oyente, sin pagar, a cualquiera de los seminarios que allí se impartían. Mc Gill es una de las instituciones más reconocidas en el campo de la escritura creativa, de forma que me apunté a un seminario creyendo que iba a aprender sobre técnicas de escritura narrativa. Por casualidad aterricé en un seminario de escritura expresiva, que nada tiene que ver con la escritura narrativa.

«Obviamente mi libro no va a hablar de mi vida ni de mi propio itinerario personal, pero sí que puedo garantizar que escribir me ha salvado la vida»

Evidentemente cada persona nos sentimos atraídos por algo desde el momento en que sea algo puede ser beneficioso para nosotros. Nadie querrá aprender a montar a caballos si no le gustan los animales, o aprender a navegar si no le gusta el mar. Y si una persona se fascina con la ingeniería será porque le gustan las matemáticas. Si yo me enamoré de la escritura expresiva fue porque ya estaba enamorada de la escritura en primer lugar.

Pero también porque la necesitaba.

Obviamente mi libro no va a hablar de mi vida ni de mi propio itinerario personal, pero sí que puedo garantizar que escribir me ha salvado la vida. La literatura me salvó la vida primero cuando yo era una adolescente con muchísimos problemas que no sabía cómo gestionarlos. Me salvó la vida cuando era una mujer joven a punto de naufragar en un mar de relaciones tóxicas y sustancias no menos tóxicas. Y cuando era una mujer adulta y madura, pero solo madura en el exterior, pues seguía tan confusa y perdida como cuando era joven.

Pero la literatura, aun siendo como una lancha de salvamento en medio de un naufragio, no puede ofrecerlo todo. Si uno no se quiere quedar perdido en el mar de sus problemas no le basta con haber logrado abandonar el barco que se hunde: necesita también una brújula, y suficientes víveres y agua como para poder llegar a tierra sin desfallecer. Y eso es lo que creo que me ha proporcionado la escritura expresiva.

La escritura expresiva también me ha proporcionado durante años la oportunidad de salir del solipsismo que implica la escritura literaria. Escribir es una tarea solitaria en la que una se relaciona básicamente con una misma. Compartir tareas de escritura con otras personas implica un intercambio de ideas, de emociones, de experiencias y de puntos de vista. En los talleres de escritura que he organizado a lo largo de los años, he encontrado como las asistentes se sentía bien, cómo iban creciendo y abriéndose, como se les veía felices y entusiasmadas. Cómo se creaba un vínculo especial entre todas las participantes.

En muchas ocasiones cuando leemos un libro nos quedamos enganchadas en una frase que nos llama. La subrayamos, la memorizamos y la hacemos nuestra. Y eso nunca nos habría podido suceder en una conversación en la que alguien puede decir una frase igualmente brillante pero en la que no se nos da la ocasión de escribirla y memorizarla. Por eso creo que en muchas ocasiones escribir puede suponer un efecto mucho más duradero que el de una simple conversación.

No me hubiera tomado el trabajo de estudiar una carrera de psicología y de organizar tantísimos talleres si realmente no partiera tanto de una necesidad como de una vocación. Por eso espero que cualquier persona que lea este libro se contagie de mi entusiasmo, puesto que es sincero. Y profundo. Y porque se trata de un entusiasmo macerado durante años y años en el caldo de los problemas y las experiencias vitales más o menos superadas. 

Dice la escritora Marta Solís que la literatura nace, quizá, del viaje. Del relato desmesurado que el viajero comparte con sus familiares y amigos cuando regresa a casa. Y puede que el viajero olvide detalles no relevantes pero invente otros que simbolizan lo que se viaje le ha aportado. El mío ha sido un viaje de muchos años y me siento como el viajero que intenta transmitir a los que se quedaron en casa las maravillas de lo que vio. Espero poder compartir mi entusiasmo con los lectores y lectoras, para que a su vez ellos lo compartan con otros. Y así, como la famosa mariposa que aletea sus alas en una parte del mundo y provoca una tormenta en otra parte del globo, vayamos creando una onda expansiva que se extienda y pueda tocar cada vez más gente. Tocar en el sentido más místico de la palabra. En el de la imposición de manos. En el de la curación.

No, este libro no va a conseguir que encuentres al amor de tu vida, ni el trabajo de tus sueños. Pero sí puede conseguir que aprendas a gestionar la ansiedad, a focalizar en metas, a alcanzar objetivos y a evitar las relaciones tóxicas.

La evidencia (avalada, sí, esta vez, por estudios transversales y longitudinales) sugiere que la escritura expresiva es enormemente efectiva, por sí sola, para fomentar: el crecimiento y desarrollo personal; el trabajo en estrés postraumático o experiencias de situaciones de trauma complejo, el trabajo en situaciones de cambio vital (la pérdida de un trabajo, un traslado, un divorcio o una separación), la motivación, cuando se requiere devolver la confianza y la seguridad de cada persona. La confianza y la seguridad son dos de los elementos que alimentan la motivación y la eliminación de patrones negativos para revertirlos hacia otros positivos.

Pesimismo, falta de confianza, apatía, el temor a los cambios, la escasa flexibilidad… son aspectos que obstaculizan la consecución de objetivos, y también son patrones que se pueden modificar con escritura expresiva. Por lo tanto, la escritura expresiva presenta un gran potencial como herramienta terapéutica, con las ventajas de que es una herramienta barata y muy simple.

Dejemos hablar a James Pennebaker, el gurú de la escritura expresiva en Estados Unidos, (profesor emérito de psicología en Austin) : «En nuestro estudio descubrimos que las personas que habían atravesado una experiencia traumática terrible y que mantuvieron la experiencia en secreto tuvieron muchos más problemas de salud que las personas que hablaron abiertamente sobre sus traumas. ¿Por qué guardar un secreto sería tan tóxico? Más importante aún, si le pidieras a la gente que revelara secretos emocionalmente poderosos, ¿mejoraría su salud? Mis alumnos y yo pronto descubrimos que la respuesta era sí. (…/…) Comenzamos a realizar experimentos en los que se pedía a las personas que escribieran sobre experiencias traumáticas durante quince o veinte minutos al día y durante tres o cuatro días consecutivos. En comparación con las personas a las que se les dijo que escribieran sobre temas no emocionales, las que escribieron sobre trauma evidenciaron una mejor salud física. Nuestros estudios posteriores encontraron que la escritura emocional mejoró la función inmunológica, provocó caídas en la presión arterial, redujo los sentimientos de depresión y mantuvo el estado de ánimo de nuestros pacientes más positivo que cuando no escribían. Ahora, más de veinticinco años después del primer experimento de escritura, se han realizado más de doscientos estudios de escritura similares en todo el mundo. Y hemos constatado que el mero hecho de traducir trastornos emocionales en palabras se asocia consistentemente con mejoras en la salud física y mental». 

En fin, repito, el libro en preventa es más barato, te llega antes de que se publique, viene con el print (que he dibujado con mucho amor) y me haces el favor de mi vida. ¿Qué más necesitas?

Por cierto, mañana, en Madrid, si quieres asistir a un minitaller con Mónica Manrique (psicóloga clínica) y yo, puedes escribirnos al 669739633. Son 30 euros, dos horas y media.

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