THE OBJECTIVE
El blog de Lucía Etxebarría

Análisis del modelerío de la boda de Martínez-Almeida

«La ropa que usamos envía señales poderosas a nuestros pares y extraños»

Análisis del modelerío de la boda de Martínez-Almeida

Teresa Urquijo y José Luis Martínez-Almeida, recién casados. | Agencias

La ropa y la psicología social

No es necesario ser un ávido fashionista, ni un habitual de la Semana de la Moda De Paris o de la pasarela Mercedes Benz, para ser consciente de lo importante que es nuestro sentido del vestir para nuestra reputación en el siglo XXI. La ropa que usamos envía señales poderosas a nuestros pares y extraños, proyectando la imagen que queremos mostrar de nosotros mismos. 

Sin embargo, ¿cuántos de nosotros realmente comprendemos la psicología de cómo la gente en la calle o en la oficina interpreta nuestras elecciones de vestuario, y cómo esta impresión puede diferir de la que creemos que les estamos transmitiendo? 

Contra el estereotipo de género de que las mujeres son más conscientes de la moda y de la ropa y los esfuerzos de maquillaje de los demás que los hombres, los estudios también han revelado las inseguridades de los hombres con respecto a la ropa. Contrariamente a las creencias comunes, se ha demostrado que los hombres suelen ser más conscientes de sí mismos que las mujeres con respecto a su sentido personal de vestir y la forma en que son vistos en público (Solomon y Schopler, 1982).

Por lo tanto, debemos comprender la importancia de la elección de ropa independientemente de nuestro género. Ya seas hombre o mujer, tus elecciones de moda pueden afectar tanto tu imagen de ti mismo, la impresión que transmites a los demás y, a su vez, la forma en que la gente se comporta contigo. Pueden influir en todo, desde el resultado de un partido deportivo (Hill y Barton, 2005) hasta la impresión que tiene el entrevistador sobre su capacidad para desempeñarse eficazmente en un puesto de trabajo (Forsythe, 2006).

Hace 200.000 años, cuando los primeros pobladores de la tierra cazaban y recolectaban, el propósito clave de la ropa (de las pieles de animales que se colocaban sobre el cuerpo) era el de mantenerlos  abrigados y relativamente secos. Pero desde el momento en que aprendimos a usar el fuego y encontrar cuevas, el propósito de la ropa es uno muy diferente. Es el de enviar mensajes a los demás.

La ropa ha pasado de ser un activo práctico a un marcador social: afecta a la forma en que nos vemos a nosotros mismos. Nos ayuda a ser vistos bajo la luz que deseamos ser y también habla de nuestra personalidad y estatus social. En muchas sociedades, el sentido de la vestimenta encarna la riqueza y el gusto personal.

Por ejemplo, el economista George Taylor demostró esto de una forma clara e indisputable con el índice Hemline (Taylor, 1926). Taylor señaló que cuando un país entra en recesión y adopta hábitos de gasto austeros, las mujeres suelen mostrar preferencia por vestidos más largos, mientras que en tiempos de prosperidad, se puede ver el resultado opuesto: los dobladillos a menudo se acortan.

Una segunda influencia clave en nuestro sentido de la vestimenta es el resultado de millones de años de desarrollo como especie. Nuestro comportamiento está determinado por nuestros esfuerzos por encontrar pareja y reproducirnos. Según la teoría de las señales, un pavo real macho exhibirá su vibrante abanico de plumas en un ritual para atraer a una hembra con quien aparearse.  De la misma manera, en los humanos, nuestra capacidad para crear y usar ropa nos brinda una ventaja equivalente, al poder distinguirnos de la multitud y demostrar nuestra individualidad en un esfuerzo por encontrar pareja. 

Las mujeres podemos usar escotes para enseñar nuestro pecho y minifaldas para probar que somos jóvenes y aún tenemos piernas atléticas, o colores pastel si intentamos transmitir ternura y convivialidad. Rojo cuando queremos enviar un mensaje sexual. A la inversa, también podemos usar la ropa para fusionarnos con una multitud y ocultarnos. O también podemos hacer statement con la ropa. En esto Melania Trump era una experta, y cada traje que se ponía estaba muy bien pensado para enviar un mensaje.

El caso particular de la boda de Almeida

En este artículo, he querido analizar los modelos que han llevado las invitadas a la boda del año, pero no desde la moda (porque yo no tengo ni idea de moda) sino desde el ámbito de la comunicación no verbal.

Lo primero que tenemos que dejar claro es que había un dress code impuesto: todas las mujeres llevaban la falda por debajo de la rodilla porque estaban acudiendo a una ceremonia tradicional católica. Como veréis a lo largo del artículo, algunas se han saltado el protocolo porque han enseñado el hombro, algo que no se debe hacer dentro del templo. Las hay que conocían muy bien el código y lo han seguido a la perfección, como la infanta Cristina, y otras que obviamente no tenían ni idea.

Pero vamos a ver lo que querían contarnos.

Sofía Palazuelo, duquesa de Huéscar


La más elegante según la opinión general. ¿Por qué decimos que es elegante? Porque transmite una impresión de apabullante serenidad y confianza en sí misma. No es por el traje,  porque quizá yo me pondría ese traje y me sentaría como a un Cristo dos pistolas. Es porque ella camina con la cabeza alta y los hombros echados hacia atrás, está orgullosa de quien es. Y su sonrisa es una sonrisa de Duchenne. Sonríe con todos los músculos de la cara, es una sonrisa sincera. 

El verde se asocia con la renovación y la esperanza, pero al mismo tiempo, también es el color del dinero y la riqueza, por lo que usarlo puede sugerir que la mujer que lo luce sabe que no tiene problemas de dinero. También puede indicar una sensación de estabilidad y seguridad. El traje verde en este caso lo que transmite es serenidad, asertividad, («estoy más que acostumbrada a estos saraos ¿por qué voy a estar nerviosa?») y es coherente con el resto de la postura.  

Sofía no se ha puesto joyas. Todos sabemos que las tiene, porque al fin y al cabo es rica, pero no las necesita para transmitir una imagen de poder (además un traje verde con joyas resultaría demasiado extravagante). Por último, se ha recogido el pelo. El recogido del cabello contribuye a transmitir sencillez y serenidad. Por eso nos da esa impresión de elegancia. Por cierto, lleva un chal en la mano, se lo tiene que poner sobre los hombros dentro de la iglesia, y lo sabe. No debe llevar los hombros al descubierto,

Carla Pereyra

El traje es espectacular y ella tiene un cuerpo increíble, pero no transmite lo mismo que Matilde Huéscar. La sonrisa de la foto es forzada. El color azul oscuro es un color muy sobrio que normalmente asociamos con los trajes de los hombres de negocios. Por eso a su estilista se le ha ocurrido la idea de animarlo con unos zapatos dorados.

Pero, en mi opinión, los zapatos dorados no son los adecuados para ir a una iglesia católica. El dorado lo asociamos a dinero y a fiesta. Hubiera quedado mucho mejor con unos zapatos azules (unos salón semejantes a los que llevaba la infanta Elena hubieran quedado perfectos).

Los zapatos me dieron el aviso de que esta mujer no ha crecido en este ambiente. Porque para una boda católica de rancio abolengo en el que te han pedido que por favor la falda vaya por debajo de la rodillas, habría habido que llevar los zapatos azules. Pero ella no lo sabe. Ella es una modelo argentina, que no ha crecido en el muy encorsetado ambiente católico de derechas en Madrid (subrayo católico de derechas porque existe el catolicismo de izquierdas). Es curioso, porque yo no tenía ni idea de quién era esta señora pero en cuanto vi la foto supe que no era española ni de este ambiente. Y efectivamente lo comprobé cuando la busqué en Google.

Cristina de Borbón

En dos palabras, como diría Jesulín de Ubrique: Im-presionante. Ella es la hija del rey, no tiene que exagerar con joyas ni con tocados para que la veamos. Y lo sabe. 

El marrón es el color de la tierra. Algunas de las características clave asociadas con el marrón en la psicología del color incluyen una sensación de fuerza y ​​confianza. El marrón se considera sólido, muy parecido a la tierra, y es un color que a menudo se asocia con la resiliencia, la confiabilidad y la seguridad. Pero también transmite sentimientos de soledad, tristeza y aislamiento. 

Es decir, lo que está transmitiendo es que ahora mismo se acaba de divorciar y no está abierta a nuevas posibilidades, pero que está muy recuperada. El recogido del pelo sin tocado es una prueba de que ella está muy segura de sí misma y de que no debe demostrar nada.

Isabel Díaz Ayuso

El color fucsia se considera divertido y juvenil, pero no ingenuo. El color fucsia también evoca la misma audacia que aporta, lo que significa que el fucsia puede inspirar un comportamiento seguro y asertivo. Esta sensación de poder la refuerza con unos zapatos de tacón altísimo y negros, no rosas, que hubiera sido quizá la combinación más adecuada. Ella los lleva negros para transmitir más sensación de fuerza.

Lleva un tocado sutilísimo que casi ni se aprecia. Porque ella no lo necesita, puesto que habría sido redundante con esos zapatos. El tocado te hace más alta y ella ya lleva zapatos altísimos. Pero es que además el tocado en muchas ocasiones envejece. 

Sin embargo, el vestido contrasta con la actitud, con la comunicación postural. Tiene los hombres caídos, y mira hacia el suelo,  señal de que está deprimida o triste (cómo no va a estarlo si no ha podido ir de la mano de su pareja para evitar conjeturas). También en el vídeo se veía que constantemente se estaba intentando arreglar el vestido, que es una señal de claro nerviosismo. Y la sonrisa al principio era muy forzada. Cambia a sonrisa de Duchenne  cuando ve que la multitud que se ha apelotonado más allá de la valla corea su nombre y la anima.

Tampoco sabe andar muy bien sobre esos zapatos, porque no está acostumbrada a ir sobre tacones tan altos. Ha recurrido a esos zapatos para sentirse segura, pero no sabe caminar sobre ellos (eso se ve en vídeo).

Por cierto, espero que llevara un chal en alguna parte, porque dentro del templo no debes llevar los hombros al aire.

Elena de Borbón

Va impecable. Esos zapatos azules, por cierto, son los que hubiera debido llevar Carla Pereyra. Ella no tiene nada que demostrar,  ella es la hija del rey y no le hace falta ponerse un modelo estrambótico ni tocado ni joyas. Va elegantísima, el traje es realmente espectacular y le sienta perfecto, pero ha cometido un fallo enorme: las gafas de sol. 

Las gafas de sol realmente pueden hacerte sentir más atractiva cuando no te encuentras en tu mejor momento. Las sientes como si te estuvieras poniendo una máscara, lo que realmente puede cambiar tu personalidad en un segundo. Pero no puedes usar gafas de sol dentro de una iglesia… por lo que por lógica tampoco las puedes usar a la entrada del templo.

Entiendo que ella no tenía su mejor día y por eso se puso las gafas. Además, la sonrisa que está mostrando es muy forzada. Si yo tuviera que hacer una afirmación arriesgada diría, basándome en la intuición, que ha estado llorando porque ha visto a su padre. Y que por eso se ha puesto las gafas.

Victoria Federica

La noche anterior estuvo en una fiesta, y eso lo sé porque lo he visto en los medios, no porque tenga ni idea de cuál es su vida privada. Se ha levantado tarde y ha olvidado ponerse los pendientes. Entra en la iglesia sin ellos y sale con ellos. Entiendo que le molestaban, se los quitó en el taxi y los dejó en el bolso pensando que se los pondría justo al salir del coche… y olvidó ponérselos.  

El traje es muy bonito pero los zapatos son un error garrafal. Ella tiene un estilista y el estilista obviamente no tiene ni idea de lo que se requiere para ir a una boda en un templo católico. Esos zapatos serían ideales para irse a bailar al Lulú hasta las seis de la mañana (si eres joven y entrenada y eres capaz de bailar sobre tacones), pero unos zapatos rojos no deben llevarse a una ceremonia católica  tradicional, y ella lo sabe. Lo sabe muy bien porque ha crecido en ese ambiente. Por eso, el hecho de que sea ella, la nieta del rey, la que se ha puesto los zapatos rojos debe interpretarse como una señal.

Los zapatos rojos tienen una larga tradición en el imaginario popular. Transmiten confianza y audacia, poder y fuerza (por eso los usa Dorothy en El mago de Oz). El rojo es un color vibrante y que llama la atención, por lo que elegir zapatos rojos se entiende como una declaración de seguridad en uno mismo y de asertividad. Y como un mensaje sexy. 

El hecho de que se haya puesto unas sandalias de tacón rojo implica que ella, de alguna manera sutil, nos está dejando caer que ella tiene una vida más allá del entorno extremadamente tradicional en el que ha crecido. Ella tiene otra vida más moderna, con otros intereses, y se permite ese pequeño fallo de protocolo. Porque puede, porque ella lo vale, y porque hoy es hoy.

Magdalena Martínez Almeida.

La hermana de Almeida, que ha sido apodada en redes como Doña Croqueta. Precisamente nos ha recordado a todos inmediatamente a Doña Croqueta por las gafas.

El actor Simón Cabido, cuando quiso crear a este personaje de Doña Croqueta, le puso unas gafas de montura negra, incluso si en la vida real el actor no usaba gafas. Lo hizo para darle un efecto cómico al personaje , y eso es lo que ha sucedido precisamente en este caso. Que las gafas han creado un efecto cómico. 

Las mujeres que llevamos gafas somos perfectamente conscientes de que las gafas pueden arruinar un look. La mujer que mejor las luce en España es Isabel Coixet, que siempre usa modelos diferentes según la ropa que lleve puesta. Si vas a ponerte gafas tienes que tener muchísimo cuidado en que combinen, tanto en forma como en color, con el resto de la ropa que llevas. Y, si no,  pues para ese día te encargas unas lentillas.

Esta mujer muestra una sonrisa de Duchenne auténtica. Está verdaderamente contenta de estar ahí y feliz por su hermano. Su sonrisa combina muy bien con el color rosa que lleva. Es un color que a menudo significa cariño y bondad, rasgos que pueden influir positivamente en las interacciones sociales. Alguien que viste de rosa puede ser percibido como más amigable y accesible, lo que puede facilitar una mejor comunicación y relaciones con los demás.

Me da la impresión de que en su vida diaria a esta mujer le importa bastante poco el mundo de la moda y los trapitos. Ha ido a la modista de confianza de toda la vida, le ha pedido un traje y se ha dejado aconsejar por ella, sin darse cuenta de que las gafas iban a arruinar todo el efecto. Porque lo cierto es que sin gafas el modelo era bastante bonito, aunque quizá hubiera quedado mejor sin tocado. Lo que transmite es que es una señora feliz, pero estoy segura de que en la vida diaria suele vestir de forma muy sencilla y no se preocupa por la ropa, por eso no ha caído en el detalle de las gafas. Ni del tocado, excesivo y que transmite cierta inseguridad.

Esperanza Aguirre

Un desastre, un desastre total y absoluto. Que llama más la atención cuando sabemos que normalmente esta señora suele ir bastante bien vestida. No sé si este desastre se lo ha recomendado un estilista. Pero de ser así seguro que ella le robó al estilista el novio de joven, no se me ocurre otra explicación. 

¿Cuál es el problema aquí? La redundancia. Hay demasiados elementos visuales. Un traje de flores y de volantes ya es lo suficiente y llamativo de por sí como para que le añadas más cosas, pero ella va añadiendo detalles llamativos como si no hubiera un mañana. Una chaqueta dorada y un bolso plateado, un collar de perlas de varias vueltas, unos pendientes súper largos, una pulsera que parece de brillantes, un tocado naranja… ¡Naranja! Y unas sandalias que se verían bien en un garito de Ibiza, pero no en una ceremonia católica.  

Si hubiera llevado sencillamente el vestido con un chal naranja y sin nada más habría estado estupenda. Pero no. Lo ha tenido que recargar. Y como guinda del pastel ha abandonado su peinado tradicional, que es el que mejor le sienta,  y se ha hecho un alisado que le hace parecerse sospechosamente al Drácula de Coppola, como alguien ya ha apuntado por internet. 

Con este modelo transmite confusión e inseguridad. Se ha recargado como para crearse una armadura defensiva. Si nos ponemos a elucubrar es probable que lo haya hecho porque sabía que se tenía que encontrar con antiguos compañeros de partido con los que no se lleva bien, y el hecho de ir recargada le hace sentirse mejor. Repito que esto es una elucubración y que no conozco la razón real, pero sí se nota que se ha recargado porque se siente insegura en este momento.

Cuca Gamarra

Está divina, maravillosa e increíble para ir a cualquier sitio, pero no para una boda católica. Está combinando rojo con dorado, que es una combinación muy poderosa y que transmite una altísima seguridad en sí misma. Y es una de las ocasiones en que más guapa la he visto en la vida. Además ella sabe de sobra que el rojo con zapatos dorados ya es bastante contundente de por sí, así que no se ha puesto ni joyas ni tocado y se ha apartado el cabello de la cara para no sobrecargar. 

El efecto, repito, es impactante y ella está estupenda, pero no es lo adecuado para una boda tradicional. Además, en el templo hay que cubrirse los hombros, y ella los lleva al aire. Lo que transmite es muchísima confianza en sí misma y mucha alegría, así que supongo que se lleva muy bien con Martínez Almeida.

Eva Cárdenas

La sonrisa de la esposa de Feijóo está forzada y agarra con demasiada fuerza la mano de su marido, no se encuentra cómoda ante la cámara. Sospecho que después de lo que se ha escrito de ella últimamente en los medios no es que esté viviendo una luna de miel con la prensa precisamente. 

El problema aquí es el cabello. El cinturón ya es bastante llamativo y está combinado con el negro de los zapatos, con lo cual para suavizar hubiera debido recogerse el pelo. Pero o ella debe saber que el pelo largo le sienta mejor,  y no ha querido hacerlo. El efecto es demasiado recargado.

Es triste, porque en otras fotos se ve que es una mujer muy guapa y suele vestir con mucha más sobriedad. Pero creo que le ha sucedido lo mismo que a Esperanza Aguirre: no se siente particularmente cómoda aquí y ha recargado el efecto porque se ha puesto una especie de armadura. Con unos zapatos claros, sin cinturón,  y con el pelo recogido hubiera dado una imagen mucho más tranquila.

Last but not least: Teresa Urquijo

A Teresa Urquijo las mangas abullonadas le encantan por alguna misteriosa razón que no alcanzo a comprender. Hay un montón de fotos de ella, de antes de la boda, con mangas abullonadas. 

Por lo visto el traje perteneció a su madre y antes a su abuela. Un mensaje en sí mismo: soy una mujer familiar y amo las tradiciones. He encontrado una foto antigua del traje original que no tenía ese cuello horroroso que ella le ha puesto.

 Teresa ha querido transmitir un statement. En una época en la que demasiadas novias se presentan en el altar con un vestido sexy (una metedura de pata garrafal: si quieres ponerte un vestido sexy te lo pones en una boda civil, pero no en un altar católico), ella ha ido recatadísima y sin enseñar un centímetro de piel. Está dejando claro que es religiosa, conservadora y católica y que su matrimonio está basado en una unión espiritual y no en una atracción carnal.  

Pero no elige la manga francesa abullonada por casualidad. Es una manga que le gusta, y eso es porque le hace más grande, más ancha. Las mangas abullonadas, como las hombreras, proyectan una imagen de poder y autoridad. Ella es muy joven, tiene veintisiete años, y su marido tiene veintidós más que ella, casi cincuenta. Me parece que de alguna manera ha intentado parecer mayor. No ha querido que se note excesivamente la diferencia de edad y por eso se ha puesto un traje extremadamente conservador y con mangas abullonadas que difumina de alguna manera su rostro aniñado.

Ha tenido el buen gusto de escoger un maquillaje, un recogido, unos pendientes y un moño discretísimos. Porque si hubiera cargado más las tintas con semejantes mangas todo habría quedado como un árbol de Navidad. En fin, es una pena. Porque llaman demasiado la atención esas mangas y con otras mangas el traje hubiera quedado perfecto. 

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