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Opinión

¿El deporte es la medicina psicológica?

Algo que haces para no enfrentar tu vida o reprimir emociones, nunca jamás, va a ser bueno, por mucha endorfina que genere

¿El deporte es la medicina psicológica?

Una mujer ejercitándose | Pixabay

Los monjes del medievo algo se olían cuando acuñaron el afamado “men sana in corpore sano” y aquel otro “ora et labora”.

Ambos hacen referencia a la importancia de cuidar la esfera mental, sin olvidarnos de la corporal, pues observaron no sólo que ambas tenían gran importancia, sino que estaban profundamente interconectadas.

Actualmente, tenemos la versión moderna y científica del asunto, en el que mogollón de investigaciones empíricas han demostrado el enorme impacto positivo que tiene en la salud mental la práctica del deporte, tanto en términos de reducción de estrés y ansiedad, como de mejora del estado anímico y la actividad de la persona, e incluso, en otras áreas como la percepción de confianza o competencia en uno mismo.

¿Hasta qué punto ayuda el deporte al estado anímico?

Por si esto fuera poco, encima, a nivel bioquímico sabemos que provoca cambios en la segregación de endorfinas
(mal llamadas hormonas de la felicidad) y en la del afamado cortisol y las catecolaminas (relacionadas con el temido estrés), y claro, ahí ya, con lo serio y científico que queda usar terminología neurológica y mentar varias sustancias, cuadramos el círculo y le ponemos un lacito al mensaje de que el deporte es algo así como una especie de medicina psicológica o vacuna que
garantiza que no padezcamos malestar
o que nos mantengamos firmes en la adversidad.

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Ejercicios de equilibrio

Sin embargo, si vamos un poco más allá de lo obvio, empezamos a encontrar importantes agujeros en este discurso, por ejemplo, que las personas que se dedican profesionalmente al deporte, son más propensas a tener enfermedades mentales que la población normal, y eso que, sin lugar a dudas, son las que más deporte ejercitan regularmente y más superan sus objetivos.

Desde luego que la presión y alta exigencia que rige el mundo de la alta competición influye enormemente, pero evidencia de forma muy simple, que con el deporte no basta ni es tan decisivo en sí mismo.

El deporte, ¿una forma de evadirse?

Ahondado aún más en la cuestión, se está planteando la práctica deportiva como forma de “evadirse” cuando uno tiene un problema, como una forma de buscar esa endorfina si no encontramos satisfacción en otras áreas de nuestra vida… y digo yo, ¿si tenemos un problema o una vida gris no deberíamos enfrentar la vida misma en lugar de poner parches?

¿No sería mejor tomar decisiones o buscar una vida con más sentido que salir a correr (me niego a llamarle running) o hacer dominadas?

Otros platean el deporte como una especie de ansiolítico o antidepresivo natural, así que cuando estás angustiado o de bajón practicar deporte te ayudará a evitar esos sentimientos que te generan tanto malestar, tapándolos con el subidón que te da después de darte una buena matada y las intensas sensaciones físicas del mismo.

Desde luego, es mejor que atiborrarse a benzodiacepinas, pero sigo teniendo la sensación de que es fomentar la represión emocional y la evitación de todo aquello que resulte amenazante, como si fuésemos seres frágiles incapaces de asumir y permitirnos sentir la tristeza, la rabia o la culpa, cuando son emociones tan válidas y adaptativas como cualquier otra y cuando está sobradamente demostrado que intentar evitarlas es uno de los mayores factores en la causa del malestar psicológico y
las enfermedades mentales.

También el deporte puede fomentar la autoexigencia, la obsesión con el aspecto físico, el peso y el rendimiento, todo ello factores clave en muchísimos problemas psicológicos, y que ya se ven fomentados a diario por la sociedad de consumo como para apagar el fuego con gasolina…

Reducir algo tan complejo como la felicidad o la paz interior a la práctica de ejercicio físico es enormemente reduccionista, no solo por la solución, sino también por creer que una misma receta sirve para todo el mundo, cuando cada persona es, como decimos en mi tierra, de su pae y de su mae, y sus problemas exactamente lo mismo.

Antes de que emerjan los críticos y quienes han hecho de correr o ir al gimnasio su nueva religión a decirme de todo, señalaré lo obvio: este no es un artículo contra del deporte, que es un hábito muy sano, y como he dicho al inicio sobradamente demostrado.

Es un artículo contra la visión reduccionista de panacea para todo y sobre todo, entender, que las cosas no son buenas o malas en sí mismo, sino sobre todo, son desde dónde las haces, y algo que haces para no enfrentar tu vida, reprimir emociones o exigirte algo para tapar inseguridades neuróticamente, nunca jamás, va ser bueno, por mucha endorfina que genere.

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