La otra cara de la guerra: el aumento insostenible del 'doomscrolling' y la ansiedad
Primero fue la pandemia, luego la guerra y ahora es la inestabilidad social y el aumento desorbitado de los precios. Todas son noticias que nos hacen caer en un fenómeno con riesgos claros para nuestra salud mental: se llama doomscrolling y los psicólogos nos previenen contra él
«Llevo varios días de doomscrolling con lo de la guerra, los findes suelo parar porque estoy con la familia, pero creo que esta semana tengo que parar ya. A los que os pase como a mí: apagad un poco el ruido, no podéis arreglar la guerra, pero podéis estar ahí para los vuestros». La frase se corresponde con un tuit real publicado hace tan solo unos días. Bajo la etiqueta doomscrolling, hay muchas entradas más en esa y otras redes sociales. Pero ¿qué significa la palabreja en cuestión? En realidad, es la suma de dos vocablos ingleses: ‘doom’, que significa desastre o fatalidad, y ‘scroll’, que significa deslizar. La combinación de ambos alude a la necesidad constante de consumir malas noticias e información negativa sobre diversos asuntos. Les suena, ¿no? La pandemia y ahora la guerra han disparado esta práctica que conlleva riesgos para nuestra ya debilitada salud mental. Además, el aumento de precios y la inestabilidad social no ayudan.
Doomscrolling es la necesidad constante de consumir malas noticias e información negativa sobre diversos asuntos
«La amígdala es el software de nuestro cerebro que nos alerta de determinado peligro. Ante un peligro o amenaza, nuestra alarma interna se pondrá en funcionamiento y nos dará la señal de que tenemos que ponernos a salvo. Pero ¿qué ocurre cuando no podemos apagar la alarma? En el caso de la pandemia o de la actual guerra, nos focalizamos en la amenaza que está aconteciendo. Los seres humanos necesitamos respuestas para todo, y en este tipo de situaciones buscamos saber qué está ocurriendo, por qué, cuáles son las consecuencias, etc, y la forma más fácil de poder acceder a todo ello es a través del infinito contenido audiovisual», argumenta Lidia G. Asensi, psicóloga sanitaria en Centro Cepsim.
Le pregunto a la experta, entonces, si la visualización de ese contenido que consumimos, muchas veces en bucle, nos ayuda a calmar la ansiedad, y su respuesta es clara: «La búsqueda de información constante o el doomscrolling es una forma de controlar la incertidumbre de lo que está pasando o puede pasar. Se cree que tener más información es una forma de tener todo bajo control para calmar el miedo y la ansiedad que genera la situación. Pero, nada más lejos de la realidad, lo que genera es un aumento mayor de la ansiedad. Por mucha información que leamos no podemos tener ningún control sobre una situación de semejante magnitud». Además, la psicóloga incide en que mucha de la información que podemos obtener a través del buceo constante por nuestras pantallas será falsa y «corroborar una información con otra, verificar nueva información cada cierto tiempo, no es más que un círculo vicioso que nos generará malestar, angustia, estrés y un estado de ánimo bajo».
«Se cree que tener más información es una forma de tener todo bajo control para calmar el miedo y la ansiedad que genera la situación. Pero, nada más lejos de la realidad»
Lidia G. Asensi, psicóloga sanitaria en Centro Cepsim.
Y es cierto que, por mucha información que busquemos, por más horas que pasemos indagando en nuestro presente, algunas preguntas no tienen respuesta por el momento. «Si hay una palabra que mejor define el estado en el que nos encontramos en esta época es incertidumbre. ¿Este conflicto generará un conflicto mayor? ¿qué consecuencias va a traer consigo? Hay un aluvión de dudas y preguntas que la sociedad en este momento se plantea, para las cuales no hay respuesta. Es una situación que no vemos tan alejada de nosotros, no estamos viviéndola en primera línea, pero no la sentimos lejos», dice la experta. Además, los seres humanos entendemos y toleramos mejor, dentro de lo que cabe, un suceso biológico como la pandemia o una catástrofe natural, como el volcán de la Palma, pero el hecho de que un solo hombre atente contra la vida de miles de personas es mucho más complicado de asimilar, «porque nuestra empatía y emociones juegan un papel muy importante y no nos permiten racionalizar y entender algo de semejante magnitud como es una guerra».
Frenar el doomscrolling para pensar y actuar mejor
Por tanto, ¿qué podemos hacer para salir de esta espiral? ¿Debemos dejar de estar informados? La respuesta no es tan radical, pero sí pasa por una voluntad consciente de disminuir el tiempo diario que pasamos mirando las redes sociales. En palabras de la experta «cliquear continuamente acaba convirtiéndose en una conducta automática y un mal hábito para nuestra salud mental». ¿Cómo ponernos freno?
Además de los útiles consejos recogidos en esta pieza sobre el ensayo Anestesiados, de Diego Hidalgo, debemos ser conscientes del tiempo real que pasamos navegando, y para ello podemos usar algunas opciones que la misma tecnología pone a nuestro servicio: «Hay opciones en el móvil que a determinada hora te cambia el color de la pantalla a blanco y negro, dando la señal de que es hora de descansar», remarca Asensi. «También es importante tener en cuenta que cuanto más conectados estamos al mundo interior de las redes sociales, más nos alejamos de nuestro propio mundo interior y exterior. Es decir, dejamos de fomentar aquello que, si es agradable para nosotros y nos produce bienestar, para centrarnos en las noticias negativas que acabarán generando un gran malestar». Es justo lo que subraya esta otra tuitera cuando dice «Hace un año: doomscrolling por la pandemia. Este año: doomscrolling por la tercera guerra mundial. Estoy cansadita».
El papel de los medios de comunicación ante las crisis
Como ciudadanos, ya hemos visto que somos vulnerables ante el doomscrolling y las razones por las que acabamos cayendo en él. Pero ¿qué papel cumplen los medios de comunicación en este presente convulso? ¿Deberíamos informar de otro modo? Un zapeo lo confirma: sea la hora del día que sea, podemos encontrar en alguna cadena un especial informativo sobre la noticia de alcance del momento. ¿Es bueno o incluso legítimo invertir tantas horas de emisión en estos sucesos? «A veces consumimos la información en trepidante directo y convertimos la realidad en una especie de reality show en el que las personas se convierten en personajes. Ya no queremos la casa de Gran Hermano, porque después de la pandemia no queremos ver de nuevo a gente confinada, ahora elegimos otro reality, que es el del frenesí de la actualidad», argumenta Borja Terán, periodista y analista de medios de comunicación. «Además, los medios se han dado cuenta de que es muy barato rellenar horas y horas con tertulia, todo es una tertulia constante: debatimos de todo, hasta de lo que no es debatible. Y cuando no hay certezas, termina la verdad y empieza la especulación», advierte. Todo se vuelve carne de cañón, o de mando, para el fenómeno que estamos analizando.
«Los medios se han dado cuenta de que es muy barato rellenar horas y horas con tertulia: debatimos de todo, hasta de lo que no es debatible. Y cuando no hay certezas, termina la verdad y empieza la especulación»
Borja Terán, periodista y analista de medios de comunicación
Le pregunto al analista también por esa misma rapidez que nos lleva a dejar atrás de sopetón muchos temas que ayer copaban todas las portadas. ¿Quién se ocupa ya de las terroríficas consecuencias de la instauración del régimen talibán en Afganistán? ¿Y de la vida de los habitantes de la Palma tras la devastadora erupción de su volcán? «Como consumimos, es un retrato de la sociedad; ahora todo se olvida, hoy estamos hablando de lo de Will Smith, pero mañana nadie se acordará. Creamos vínculos tan rápidos con la información que la olvidamos tan rápido como llega. Nos olvidamos de los temas en lo que tarda en aparecer un corazón en Instagram», dice el experto en comunicación. Y habla de un mecanismo que muchas veces mueve nuestras agendas: «Los periodistas manejamos el tráfico de audiencias y muchas veces pensamos ‘a la gente ya no le interesa el volcán’, pero yo creo que eso es un prejuicio, porque sí hay interés en saber cómo es la vida después en La Palma. Muchas veces nos quedamos en lo que funcionó bien ayer, pero hay que aportar versatilidad de temas y que den herramientas al espectador», concluye.