Este es el motivo por el que hay espejos en los ascensores
Los hospitales son los únicos lugares en los que nunca hay, por razones psicológicas
Los ascensores suelen ser escenario de conversaciones cotidianas o silencios cansados por las mañanas. Para muchas personas es un imprescindible y, para otras, una ayuda los días más perezosos o cansados. Y casi todos ellos tienen algo en común: cuentan con un espejo.
La existencia de este elemento no es por una cuestión estética o para poder hacerse fotos al salir de casa. Están ahí por motivos de seguridad, sobre todo en los casos en que hay varias personas dentro y son desconocidas. Al no poder verlas de forma directa, el espejo sirve para poder controlar el espacio y poder vigilar cualquier movimiento de los acompañantes que pueda hacer dudar.
Espejos para mejorar la seguridad
No tener espejos en los ascensores supondría que, por ejemplo, no sería posible ver si alguien intenta abrir el bolso o la mochila en caso de no estar pendientes de ella. Además de este tipo de actos, también es posible prevenir agresiones. Además, cuando llegó el ascensor por primera vez a los edificios tras su invención en 1857, en Nueva York, era algo totalmente desconocido. Por tanto, los inventores pensaron que permitir a los usuarios verse reflejados podría ayudar a aumentar su sensación de seguridad y reducir la posible ansiedad que podía generar el estar en un entorno desconocido.
Otro motivo que juega un papel importante en la implantación de espejos en los ascensores es lo conocido como autoafirmación. Verte en un espejo puede ayudar a que aumente la autoestima, ya que hacerlo es una forma de recordar quién y cómo eres. Otra función de los espejos es dar sensación de amplitud. Esto es sobre todo importante para las personas que padecen claustrofobia, ya que los ascensores suelen ser lugares muy reducidos.
Pero estas no son las únicas explicaciones psicológicas sobre por qué hay espejos en los ascensores. El propio reflejo puede hacer que quienes estén dentro se sientan observados y, en consecuencias, inhibidos. Por tanto, las personas que se sienten vigiladas tienden a actuar mejor. Es decir, es una forma de intentar reducir el vandalismo. Estos espejos han estado presentes desde la llegada de los ascensores en el siglo XIX. No obstante, es cierto que a España tardaron algo más en llegar. Concretamente, unos 20 años: en 1877, cuando lo instalaron en el número 5 de la calle Alcalá de Madrid.
Los ascensores de los hospitales no tienen espejos
La presencia de espejos en los ascensores tiene una gran excepción: los hospitales. Estos lugares no son agradables de visitar para nadie, por lo que todos los detalles para hacer la estancia más agradable son tenidos en cuenta, sobre todo en el ámbito emocional. Este puede ser fundamental para afrontar una enfermedad, ya sea tanto propia como de la persona a la que estás acompañando.
Y uno de esos detalles que pueden llamar la atención es la falta de espejos en los ascensores. Esto puede resultar llamativo, ya que este elemento tiene una función de seguridad, como ya se ha mencionado. Sin embargo, su ausencia no es algo aleatorio, sino que está también muy relacionada con la psicología.
Según un estudio llevado a cabo por la Universidad de Arizona en 2016, la falta de espejos en los ascensores de los hospitales ha contribuido a mejorarar el ánimo de las personas que están en ese lugar. Y no solo de quienes están enfermos, también de los familiares.
Y esto es porque, igual que los espejos pueden ayudar a reforzar la autoestima, también pueden tener el efecto completamente opuesto. Sobre todo en aquellas personas cuyo estado de salud está empeorando, ver el efecto físico de ese esa situación cada vez que suben en el ascensor puede llevar a aumentar la sensación de tristeza que a veces va relacionada con los ingresos hospitalarios.