Carlos III o por qué Carrillo defendía que la monarquía era lo mejor para España
Cualquier comparación en el archivo con la Monarquía española es compleja
Este 6 de mayo de 2023 la monarquía por excelencia del planeta, la de Reino Unido, corona al rey Carlos III con unos fastos que pretenderán rememorar los de la coronación de su madre allá por 1956 en el que, probablemente, fue uno de los primeros espectáculos televisivos emitidos en directo por imagen para toda la ciudadanía anglosajona.
Cualquier comparación en el archivo con la Monarquía española es compleja. Basta por comparar los vídeos de felicitación de Navidad-Año Nuevo de la reina Isabel II (presentación-edición-exhibición) con los del rey Felipe VI para entender las diferencias que van de la una al otro tanto en las formas como en los motivos que inspiran las mismas.
Lo más parecido a una coronación que tuvo el rey Juan Carlos I fueron los actos de exaltación a la Corona con misa y brindis de noviembre de 1975, en el primer intento del entonces nuevo jefe del Estado en distanciarse del régimen anterior, con gran empeño del Emérito y una de sus figuras de confianza, Manuel de Prado Colón de Carvajal, en traer a figuras de relieve.
Cabe tener en cuenta que las principales figuras que asistieron al entierro de su antecesor, el dictador Franco, eran el dictador de Chile Augusto Pinochet e Imelda Marcos, todopoderosa primera dama en la Filipinas de Ferdinand Marcos. No eran precisamente dos modelos en los que la nueva etapa española quisiera reflejarse. El rey Juan Carlos y su brazo derecho ‘ortopédico’ lograron traer a España al jefe de Estado de Francia, Valery Giscard D’Estaing, al jefe de Estado de la República Federal de Alemania, al de la República de Irlanda, a los príncipes de Mónaco, al príncipe Felipe de Inglaterra, al príncipe Abdallah de Arabia, al vicepresidente de Estados Unidos y, quizá una de las figuras más destacables, al príncipe heredero de Marruecos, corroborando la idea de que los reinos de Marruecos y España estaban condenados a entenderse a pesar de que acababa de suceder el episodio de la Marcha Verde.
Los dos debates ganados por la Monarquía
La Monarquía española reapareció con la anomalía de ser detestada por la extrema y aplaudida por la izquierda. Quienes coreaban «¡No queremos Monarquía, ni Juan Carlos, ni Sofía!» eran los ultras, los cachorros piñaristas de Fuerza Nueva, los gironeros de la Confederación Nacional de Combatientes, las mil y un falanges de la época o los pandilleros de Sánchez Covisa que consideraban al Emérito un traidor por querer traer «la democracia liberal» a España.
En cambio, socialistas, democristianos, el Partido Comunista y hasta los partidos nacionalistas se mostraban entusiasmados ante un jefe del Estado que había apostado por una Transición que contara con ellos. Incluso sectores conservadores que querían una democracia como la británica se mostraron sorprendidos de que el Rey defendiera legalizar el PCE, cuando aún no era legal en varios países occidentales, o permitiera presentarse a partidos políticos independentistas a los comicios o, uno de los gestos más osados, firmara la ‘restauración’ de la Generalitat de Cataluña en la persona de Josep Tarradellas, dando así reconocimiento a un político que representaba a una institución de la II República.
Esta forma de reinar, junto al hecho de la habilidad del Rey Juan Carlos, de representar al España como su primer embajador en todo el mundo durante los Gobiernos de Suárez, Calvo Sotelo, Felipe González, Aznar, Zapatero y Rajoy puede explicar por qué la Monarquía ha ganado los dos debates celebrados en el Congreso a tal efecto.
Cuando se presentó el Anteproyecto de la Constitución Española por parte de los siete ponentes en la comisión constitucional, uno de sus puntos clave iba a ser la figura de la Monarquía. Además, era sabido que el único diputado de ERC, Heribert Barrera, presentaría una enmienda republicana, forzando que todos los grupos parlamentarios tomaran posición en uno de las debates más interesantes sobre el articulado de la Constitución junto al del derecho a la vida–pena de muerte, o el de las nacionalidades.
Tanto el debate del 11 de mayo de 1978 en la Comisión Constitucional como el de Las Cortes del 6 de julio de 1978 supusieron un respaldo total para la Monarquía en virtud del acuerdo PSOE + UCD + AP + PCE + CDC. En la historia queda la encendida defensa de Santiago Carrillo del Rey, la pragmática posición de Luis Gómez Llorente (PSOE) con su »somos compatibles con la Monarquía» y los elogios al Rey del propio portavoz de la enmienda republicana, Heribert Barrera.
El segundo debate de la monarquía en el Congreso de los Diputados se produce el 19 de junio de 2014. En realidad, era el debate para votar la aprobación de la abdicación, pero en la práctica Izquierda Unida y los independentistas se posicionaron para convertirlo en un debate sobre la institución. PP, PSOE, UPyD, UPN y FAC unieron sus votos, un total de 299, mayoría absoluta, en favor de la Monarquía frente a los 19 votos negativos de IU y separatistas.
Muchas cosas han cambiado desde entonces y mucho tendrá que esforzarse Felipe VI y su heredera, la princesa Leonor, si aspiran a repetir ese tipo de éxitos. Tendrán que recordar aquello de que la primera norma para una Familia Real es la ‘ejemplaridad‘, sin que por ello se pueda dejar de sentir bochorno –como bien denunció Pablo Iglesias Turrión en RAC1– viendo a algunos de los que antes se hubieran peleado por besar la mano del Rey cuando estaba en alto, disputarse arrear la mejor patada posible cuando su imagen ha sido machacada.
Carlos III haría bien en tener eso presente. Su consuelo, recordar cuando su madre aceptó un referéndum en Australia de monarquía frente a república –era noviembre de 1999- donde, las cosas de la historia, ganó la Monarquía.